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Los vecinos de la calle Aguirre piden acelerar la regeneración

Las personas deben transitar junto a las acciones de mejoras, entre buses urbanos y automotores.
Las personas deben transitar junto a las acciones de mejoras, entre buses urbanos y automotores.
Foto: William Orellana / El Telégrafo
25 de septiembre de 2017 - 00:00 - Redacción Ciudadanía

La regeneración urbana emociona  a los habitantes del barrio Garay, en el centro-oeste de Guayaquil, pero también les causa problemas.

De eso se queja José Pablo Bonifaz,  dueño de una tienda ubicada en las calles Carchi y Aguirre.

Bonifaz ha trabajado en este sitio por más de 15 años y ha visto la  evolución de este espacio de la urbe, en especial en los últimos meses en que arrancaron las obras.

“Estos trabajos a futuro nos beneficiarán pero por ahora nos alejaron de las personas que transitan por la zona, reduciendo las ventas de mi negocio”, lamentó.

Los malos olores de las alcantarillas y cruzar sobre estrechos puentes de madera en los espacios intervenidos son las situaciones más complejas que enfrentan los pocos clientes que llegan al negocio.

En la intersección de la calle Aguirre y Carchi, Abraham Soledispa comparte la opinión de su vecino sobre las incomodidades y sugiere tomar en cuenta los tiempos de trabajo de la obra.

“Esto es culpa de los contratistas, quienes -da la impresión- no han elaborado un plan que cuide las actividades desarrolladas en esta zona comercial y en los negocios del lugar”, refiere el hombre.

Soledispa suma unos 16 meses en el sitio con su emprendimiento de venta de almuerzos, al que se dedica luego de que la crisis económica de 1999 lo alejara de la bahía, donde era comerciante.

El hombre, de 44 años de edad, tiene en su local empleada a una persona con la que cocina y atiende a la clientela. Antes de la regeneración podía vender entre 100 y 120 almuerzos, pero desde hace unos cinco meses sus ventas se redujeron al 50% en el mejor de los casos.

Soledispa recomienda para el sector colocar plantas ornamentales que mejoren el aspecto del lugar. “Tener árboles es sinónimo de sombra en un sitio con alto congestionamiento vehicular, ruido y transeúntes”, comenta.

En la misma calle, Aguirre, pero en la intersección con Tungurahua, Paúl Javier sortea los autos, buses y motos que circulan por el sitio que al mismo tiempo es ocupado por materiales de construcción como arena, adoquines, cemento, etc.

Javier refiere que es peligroso caminar por esta calle porque tiene que esquivar automotores, mientras los albañiles desarrollan sus actividades en ambos lados de la acera.

“Deben trabajar en un solo parterre y no ocupar los dos, con esto el transitar no sería objeto de un peligro”, aclara el joven, quien esperaba la línea 140 para dirigirse a la casa de su hermana.

Otro negocio que expone su postura ante las labores es un asadero de pollos ubicado en la esquina de las calles Aguirre y Tungurahua. Aquí la administradora del local, Cruz Peñafiel, alega que la clientela casi desapareció.

“Este comercio debió lidiar con el polvo, los malos olores de las alcantarillas que se cambiaron y la ausencia de comensales para evitar despedir personal”, confirma.

En el negocio regularmente trabajan cinco personas, pero ante la situación se despidió a un empleado y se reubicó a otros dos en otro local de la misma empresa.

Cruz sabe que esto significará un cambio estético interesante y provechoso para los que frecuentan estas calles y los que ocasionalmente pasan por aquí. Pero iggual aspira a que concluyan estas modificaciones y así iniciar en el asadero un cambio de imagen, revela la mujer que labora desde hace tres años en el restaurante.

Para Isabela Montero, si bien ahora hay problemas es necesario soportarlos y lidiar con ellos porque los beneficios se ven incluso antes del final de la obra.

“Se tendrán cables soterrados, buen alcantarillado, aceras modernas, todo como en otros sectores de la ciudad, lo que demuestra avance y modernidad”, afirma la mujer.

La Fundación Guayaquil Siglo XXI explicará hoy los avances en las obras  y detallará las sugerencias de los vecinos de la zona.

Por ahora, la calle Aguirre, desde Esmeraldas hasta el puente del Velero, es un hormiguero de trabajadores que aplanan, rellenan con arena y colocan adoquines en las aceras.

Hay nuevos bordillos, cables eléctricos soterrados, alcantarillas y drenaje de aguas lluvias, tapas nuevas en las alcantarillas e incluso accesos apropiados para personas con movilidad reducida. (I)

Datos

El sector intervenido contará con nuevas luminarias que serán instaladas de acuerdo a la programación de los trabajos destinados para esta calle.   

Las adecuaciones se han realizado de lunes a viernes, hasta las 17:00, según cuentan    los vecinos del sector, pero también reconocen que algunos fines de semana se efectuaron labores en el sitio.     

Uno de los problemas que resaltan los ciudadanos es que no existen espacios adecuados por donde se pueda transitar teniendo que estar parados en la calle muy cerca de automotores y buses. 

Otro aspecto en el que se  emplea tiempo es en las señalética verticales y en la unificación de estilo de las aceras y portales de las casas y negocios que existen con el objetivo de dar mayor autoestima a los que circulan por este espacio de Guayaquil.  

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