La suerte de René Avilés, de 51 años de edad, no lo acompaña mucho.

El hombre se angustió ayer cuando se enteró de un proyecto municipal para poner parquímetros en la avenida Víctor Emilio Estrada, en el norte de Guayaquil.

En los últimos dos años pasó de motociclista de un chifa de Urdesa a cuidador de carros en la misma ciudadela. “Allí yo trabajaba”, señala con el dedo un local cercano.

René cuenta que las enfermedades y otros problemas personales hicieron que vendiera su vehículo y así se esfumó su puesto.

Entonces se le ocurrió dedicarse a vigilar automotores ajenos en horarios de oficina: esto es desde las 09:00 hasta las 18:00.

“Luego me relevan otros cuidadores. Llegan desde las 18:00 en adelante. Me voy a esa hora para darles una oportunidad”, confiesa el hombre, quien dice que recibe como paga “la voluntad de los conductores”. A diario eso suele representarle alrededor de $ 12.

Sin embargo, de ejecutarse la ordenanza municipal que permitiría colocar parquímetros automáticos en dicha arteria vial, René se quedaría desempleado nuevamente. “Ojalá que no sea así. A uno que no es estudiado no lo contratan en una empresa”.

La Víctor Emilio Estrada, más que residencial, en los últimos años se ha convertido en un corredor netamente comercial.

La vía está compuesta de 15 cuadras, en cuya mayoría es posible estacionarse. Además, consta de 4 carriles, de ida y vuelta, tanto para ir al centro como al norte.

En un recorrido que hizo un equipo periodístico de EL TELÉGRAFO, constató que los espacios para estacionarse lucen casi llenos desde las 10:00. Luego de esa hora, hay más alternancia en los sitios para parquearse.

Geblin Airado, quien trabaja en uno de los locales de comidas del sector, considera que cobrar por cada hora de ocupación de la vía pública espantaría a los clientes.

“Las personas pensarían dos veces antes de venir a Urdesa a comprar. Afecta a las personas que todo sea pagado. Tendrían que comer apurados”, expresa este ciudadano.

Por su parte, la conductora Daniela Beltrán se queja del permanente congestionamiento de la calle. “Si uno quiere venir, tiene que analizarlo mucho, ya que a las horas ‘pico’ nunca hay estacionamiento disponible”.

En cambio Luis Mendoza, morador de la ciudadela, cree que la colocación de los dispositivos automáticos, con censores, sí ayudaría a liberar espacios. “Muchos oficinistas dejan el carro todo el día estacionado, por eso no hay lugar para otros que vienen a comprar o hacer algún trámite. Los que trabajan en el sector no estarían dispuestos a cancelar $ 1 por hora”.

Pero pone en problemas a los residentes. “Existen vecinos con garajes pequeños y no entran todos los carros de las familias. Necesariamente los dejan en la calle. No sería justo que se les cobre”.

El jueves pasado el Concejo Cantonal aprobó, en primera instancia, la norma. El alcalde Jaime Nebot Saadi explicó que aún faltan el estudio técnico y la socialización con los vecinos previo a la implementación de los dispositivos.

La disposición regiría solamente para las zonas de Puerto Santa Ana y Urdesa. (I)