Los nuevos abanderados celebran con otras reglas
Verónica Moreno es la única abanderada que tiene la réplica del Colegio Vicente Rocafuerte (VR), ubicada en el sector de Nueva Prosperina.
Ella lució sola, portando la bandera del Ecuador. Su promedio académico de 17,28 sobre 20 es el más alto del plantel. Por ello, sus 28 compañeros de tercero de bachillerato, el único que existe en ese nuevo establecimiento, no alcanzaron el puntaje para llevar la bandera de Guayaquil ni la del VR.
Esta fue una de las curiosidades que se observó ayer en los actos conmemorativos por los 189 años de la Batalla del Pichincha y en el cambio de abanderados.
Desde este año, únicamente los colegiales de tercer año de bachillerato pueden ser escogidos como portadores del pabellón nacional.
La abanderada del “Vicente II” vive en Bastión Popular. Ninguno de sus condiscípulos obtuvo un promedio mayor al suyo.
“Es la primera vez que soy abanderada y para mí ha sido emocionante, le he puesto empeño”, dijo Verónica.
Como el colegio se inauguró en este año, la Comisión de Abanderados y Escoltas utilizó para designar a los mejores estudiantes las calificaciones que los alumnos obtuvieron en sus anteriores instituciones.
La comisión, formada por la rectora (e), Carmelina Villegas, dos profesores, un representante del Comité Central de padres de familia y el presidente del Consejo Estudiantil, optó por declarar desiertas las designaciones de escoltas y demás estandartes.
En la unidad educativa militar Teniente Hugo Ortiz dos estudiantes se colocaron en el centro del patio con trajes de camuflaje y gorros que tapaban sus rostros con flecos verdes.
Los organizadores colocaron un jeep verde para decorar el paisaje.
600 colegiales ejecutaron pasos marciales de atención y descanso, mientras los mejores alumnos recibían sus certificados y banderas.
En este ambiente verde militar las orgullosas madres no contuvieron sus lágrimas.
Ellas colocaron en el torso de sus vástagos la banda que los acredita como abanderados. Carolina Jhonson, llorando atravesó el espacio entre las gradas y su hijo Luis. “Yo sola lo he sacado adelante y le he enseñado que para ser un gran hombre hay que estudiar”, confesó la mujer, sonriendo finalmente.
Cuando la flauta metálica que dicta el paso de la banda del colegio ordenó el silencio, Eduardo Salazar, profesor del colegio, recordó a los héroes de la historia.
Habló emocionado del ejército de Sucre y de los caídos en el Cenepa. Los niños que asistieron para acompañar a los hermanos, se colocaron junto al jeep verde, imitando el paso de la marcha.
Vestidos con chaqueta blanca, pantalón azul y guantes, los 300 estudiantes que pertenecen a las ocho secciones del tercer año de bachillerato en el colegio experimental Aguirre Abad participaron en otra ceremonia con el mismo propósito.
“Ufa... si he tenido que dejar de jugar fútbol que es lo que a todos nos gusta por estar sentado estudiando”, recordó Dennis Altamirano, el abanderado del plantel.
Con un promedio de 19,18 salió del coliseo cerrado tras recibir la bandera.