A mitad de semana se encienden las luces del movimiento teatral microteatro. Es miércoles y este día se convierte en la oportunidad perfecta para asistir a las funciones artísticas en un rincón de Guayaquil dedicado al cultivo del arte.

La propuesta es diversa: ‘La Superintendencia’, ‘La Pescadería’, ‘Gloria’, ‘Levanto mi copa y brindo’. Estas varían desde la comedia hasta el drama, despertando la curiosidad del espectador por el contenido y la forma distinta de hacer teatro, incluso, hay algunas en las que destaca el escenario porque el espectáculo se realiza a oscuras y demanda un juego sensorial y auditivo; algo totalmente novedoso para el espectador.

Nacimiento español

Microteatro, tal como lo describe su nombre, son obras adaptadas a 15 minutos en un espacio reducido y con audiencia máxima de 15 personas por función. Este espectáculo nace en España, producto de la crisis y el recorte de presupuesto al arte, sin imaginar que sería un fenómeno que se extendería a países de Europa y América Latina.

En Ecuador funciona en Guayaquil desde el 13 de agosto de 2014, gracias a la visión de Jaime Tamariz, quien fue espectador de este movimiento en el extranjero y decidió traer a Ecuador un espacio similar, con la intención de convertirse en una plataforma para el crecimiento de los artistas y enriquecer la cultura del país, asegura Adrián Cárdenas, productor y programador escénico.

Este show abre sus puertas todos los miércoles, jueves y viernes, a partir de las 19:30 en una casa ubicada en la ciudadela Miraflores, al norte de la urbe. Cuenta con 5 habitaciones adecuadas para los escenarios donde se desarrollan las obras, se presentan 5 funciones por día con un costo mínimo de $ 5 por obra, el precio está fijado para que el dinero no sea un limitante para el consumo del teatro.

Víctor Aráuz, actor de teatro, televisión, cine y director teatral, manifiesta: “Simplemente estar allí es agradable”. Es por eso que siempre se da un tiempo para visitarlo, incluso cuando ha visto todas las obras.

De la misma manera afirma que participar en microteatro es una de las experiencias más gratificantes de su carrera. “Una sala solo con 15 personas me da todo lo que el amor por la actuación busca: contacto con el público y continuidad”.

Aráuz y su grupo de actores han participado con obras como ‘Febrero 33’, ‘9 minutos’, ‘Volados’, ‘Negro de mierda’. Ahora anuncia ‘La isla’ y ‘Viernes negro’ dentro del circuito cultural de la ‘Perla del Pacífico’.

Luces y acción

De forma similar opina Jorge Tenorio, actor de televisión y cine, que ha incursionado en teatro con la obra ‘Negro de mierda’, función de carácter social, que utiliza el sarcasmo como recurso principal para reflejar la protesta a la discriminación que aún es palpable en la cotidianidad. “Microteatro es una oportunidad de muchos actores, como yo, que nos arriesgamos a intentar algo distinto. Es una forma de topar temas que deben tratarse, pero son obviados; de crear un lazo entre los espectadores y los actores, acá no hay protagonistas, somos todos partícipes de la obra, yo transmito y el público también”.

Desde su concepción hasta hoy el crecimiento ha sido notable en la audiencia y los grupos teatrales que buscan involucrarse en esta corriente, esto se da gracias a la calidad de las obras, el interés del público y el ambiente cultural que se respira. Las luces que reciben a sus espectadores en la puerta, las salas, las personas, son factores del entorno ameno que envuelve al microteatro. También cuenta con un balcón de espera y entre velas, café, vino y pláticas agradables que hacen del espacio un lugar ideal para que actores y audiencia interactúen.

El público tiene una buena apreciación del lugar y las propuestas que ofertan. Susy Hidalgo y su hermana Mónica están encantadas con el microteatro y opinan que debe expandirse por todo Ecuador. Esperan que pronto la capital incorpore esta actividad en su agenda cultural.

Guayaquil está cambiando, la ciudad está ansiosa de arte, y espacios como el del microteatro están hechos para suplir el ‘hambre’ cultural a la que se está viendo expuesta la ciudad más poblada de Ecuador. De esta manera, el microteatro reconcilia a la población con el arte, así lo corrobora Natasha Enríquez: “Los teatros suelen ser costosos, aparte de esto se tiene el concepto de que las obras son algo tediosas y el micro te cambia la idea”.

Sin duda, son espacios que invitan a quienes gustan de la cultura en Guayaquil. (I)