900 mil personas en el país presentan obesidad abdominal
Los hábitos alimenticios inciden en la economía familiar y políticas de salud
Tania Muñoz es madre de una niña de seis años que asiste a una escuela ubicada a casi 4 km de su hogar y, para llegar a tiempo a clases, inicia la jornada desde las 05:30.
Hasta hace semana y media, la mujer tenía por costumbre preparar cada día, como desayuno, una taza de leche con cocoa y un pan. La modalidad funcionó hasta que la menor empezó a toser bastante.
La doctora que le atendió, recuerda, le explicó que el exceso de chocolate estaba causando una alergia. Además, muchos carbohidratos -como el pan- ocasionaron problemas en la digestión.
Muñoz debió invertir aproximadamente $ 20 en la curación de su hija y, por recomendación médica, debió implementar nuevos alimentos en el desayuno como granola, yogur y frutas.
Para el endocrinólogo Carlos Alberto Solís, una buena nutrición repercute directamente en el desempeño de la economía.
Según estudios realizados en otros países, invertir en la calidad nutricional de los individuos “condiciona una disminución posterior del gasto del sistema de salud en esa misma población”.
Es decir, una persona bien alimentada representará menos gastos médicos tanto para la familia como para las gestiones gubernamentales y estatales.
Solís cita una investigación de la Universidad del Sur de Australia, que asocia la aparición de diabetes, insuficiencia cardíaca, osteoporosis, obesidad e hipertensión con el bajo consumo de productos lácteos.
Además, se evidenció que el incremento de los niveles de consumo de este insumo causó una protección para cada una de estas condiciones.
Los resultados de este estudio revelan que el incremento del consumo de productos lácteos en los australianos podría prevenir el 18,4% de incidencias de obesidad, 10,2% de diabetes, 5% de insuficiencia cardíaca, 16,2% de infartos, 8,3% de hipertensión y 6,2% de osteoporosis.
Una nutrición adecuada y equilibrada es benéfica para la persona, asegura Solís. Tras el diagnóstico de una enfermedad, “automáticamente hay que sumarle al ritmo de vida de esa persona, medicación diaria, costo de atención en salud, gasto de exámenes médicos, requerimientos hospitalarios, incapacidades temporales o totales”.
El especialista destaca las políticas gubernamentales realizadas a través de los ministerios de Salud y de Coordinación de Desarrollo Social. Sin embargo sugiere que se debe potenciar la difusión de las alternativas alimenticias.
Con este criterio coincide la doctora Jenny Zambrano, de la unidad de salud Biotecnocorp, quien puntualiza que existe una tendencia mayoritaria hacia los alimentos llamados ‘chatarra’.
Según la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2011-2013), el aceite de palma es el alimento que más se utiliza en la dieta promedio del ecuatoriano, “lo que contribuye al consumo de grasa total y grasa saturada”.
Este tipo de aceite aporta el 20% de ingesta diaria de grasas totales a nivel nacional, siendo la Amazonía urbana y rural donde más se usa.
Esto provoca que más de 900 mil personas entre 10 y 59 años presentan obesidad abdominal, que es uno de los factores determinantes de enfermedades coronarias.
Zambrano afirma que no es necesario hacer una gran inversión diaria en alternativas alimenticias más saludables. “Lo mejor que pueden hacer muchos es llevar alimentos preparados en casa a su trabajo en lugar de buscar locales de comida rápida”.
La colocación de etiquetas que indican los niveles de grasa, sal y azúcar en productos manufacturados ayuda en la prevención. (I)