En el suburbio hubo hasta 5 en cada calle
Las piscinas portátiles se apoderaron del sur de la urbe
Karol Quezada, de 32 años, habitante de la 27 y Callejón Parra, compró una piscina para disfrutar del feriado de carnaval junto a sus hijos, familiares y vecinos. La idea surgió en noviembre cuando decidieron adquirir la piscina entre los vecinos. La cuota fue de 25 dólares para adquirir la más grande, que costó 500 dólares.
A tres cuadras del sitio, en la 25 y la C, más de 4 piscinas impidieron al paso vehicular.
Sara Ríos aseguró que, por ser carnaval y no tener recursos para salir de viaje, optaron por invitar a la familia a bañarse en la piscina que adquirió con sus hermanas.
A solo 10 metros de distancia, la familia Soledispa Marín también disfruta de su piscina. Más de 15 personas, entre niños y adultos, aprovecharon el feriado para divertirse. Melania Soledispa aseguró que es mejor pasar en casa y en familia. (I)