Las luces de bengala son las pirotecnias con mayor demanda
Sandy Alejandro, de 22 años de edad, acomoda un gran grupo de cajitas de colores sobre una mesa, debajo de un parasol: chispeadores, volcanes, rosas chinas, pequeñas pelotitas que explotan al contacto del cemento... La oferta de pirotecnia en la víspera de año nuevo es variada y Sandy vende productos cuyos precios van desde de los 50 centavos hasta los 70 dólares.
Ella trabaja desde hace más de 6 años en los alrededores del Centro Comercial Albán Borja, en el norte de la ciudad. Este diciembre, al igual que en años anteriores, acompaña a su suegra, quien se dedica a el negocio desde aproximadamente 25 años.
“Lo que a la gente más le gusta comprar son las luces de bengala y las conocidas tortas, que emiten luces de colores. A los niños les encantan los chispeadores, que ya son tradicionales”, dice.
Ella es parte del grupo de más de 100 comerciantes que laboran en las inmediaciones de este centro comercial, especialmente al pie de la entrada a la Universidad Casa Grande y cerca del ingreso a Supermaxi, quienes cuentan con autorización para la venta minorista de juegos pirotécnicos clase C, que es como el Departamento de Control de Armas de las Fuerzas Armadas ha denominado a estos explosivos.
“Tenemos el permiso desde el pasado 24 de diciembre, incluso del Municipio para la utilización de la vía pública en la colocación de nuestros puestos de trabajo”, sostuvo la vendedora.
Este no es el único lugar donde se pueden adquirir fuegos artificiales de forma legal. La Unidad de Control de Armas autorizó a cinco empresas para la importación de fuegos pirotécnicos y su venta al por mayor y por menor en la ciudad. Estas son: Estuardo Sánchez, Amsumar, Hispaniworld Pirotecnics y Wonderfires, ubicadas en diferentes puntos de la urbe; la última de las nombradas incluso ofrece la posibilidad de establecer el contacto de compra por Internet.
El subgerente de la compañía, José Barriga, sostuvo que a través de su página en la red social Facebook, sus clientes pueden lograr el contacto y obtener los productos que deseen.
“Vendemos productos de todo precio, pero generalmente en montos mayores a $ 50, pues no queremos competir con nuestros propios distribuidores”, sostiene.
Según dice, este año han tenido una importación mayor de productos, lo que se ha traducido en un movimiento comercial “interesante”, como lo califica su subgerente.
Otro sitio en el que en años anteriores también se ha realizado la venta de explosivos es la explanada del Estadio Modelo, sobre la Avenida de las Américas. Sin embargo, este año no cuentan con permiso municipal para empezar a vender sus productos.
“Somos más de 100 comerciantes. Lo único que pedimos a las autoridades es que se sensibilicen con nosotros. Son pocos días al año en que pedimos trabajar vendiendo los materiales autorizados”.
El sargento Robinson Cuna, del Departamento de Control de Armas, sostiene que para poder expender este tipo de materiales deben portar el permiso actualizado -que tiene vigencia de un mes- y que permite la venta de explosivos clase C, que no incluyen las denominadas “camaretas” y otras de fabricación artesanal.