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Los fieles seguidores a veces sacrifican tiempo con sus familias por acompañar a sus equipos

Las barras del Astillero, más que una atractiva pasión

César Escalante es líder de la barra de Barcelona. Este aficionado, de 34 años, sigue a su equipo en la ciudad que le toque jugar. Foto: Cortesía ULVR
César Escalante es líder de la barra de Barcelona. Este aficionado, de 34 años, sigue a su equipo en la ciudad que le toque jugar. Foto: Cortesía ULVR
07 de junio de 2015 - 00:00 - Jammel Arveláez. Estudiante de la ULVR

“Si no se da el tiempo respectivo a las cosas, se las podría perder”, dice Miguel Mackliff, aficionado de la barra brava Boca de Pozo y sucesor del líder eterno, como se lo conoce a Guiseppe Cavanna.

Miguel cuenta que no solo se dedica a ser un barrista (término que se utiliza para referirse al grupo de personas que cantan y hacen barra con bombos, platillos y trompetas).  El líder ‘eléctrico’ ocupa el puesto de asistente contable hace 10 años en una compañía familiar, es padre y también esposo.

Hace 20 años forma parte de esta popular barra; antes de ser mano derecha del líder principal, perteneció a Ballena, grupo dentro de la misma barra.  En  la totalidad de los ‘bombillos’ que forman parte de la hinchada alentadora existen 56 agrupaciones que conforman una sola familia azul.

Mackliff es un padre de familia que debe equilibrar el tiempo que dedica a su hogar y a la barra de Emelec. Cuando conoció a su esposa, ella sabía que era barrista y que eso es parte de su vida. “Pero aún siendo de la agrupación siempre estoy presto para ayudar en asuntos domésticos”.

Su pequeña hija de 4 años es quien le suaviza el corazón. Para ella  dice tener siempre una sonrisa. Cuenta que  por más que sea un gran hincha de Emelec, jamás obligaría a su hija a ser seguidora del cuadro azul.

Para Mackliff su vida tiene un orden jerárquico y se constituye en un pilar fundamental para su vida: trabajo, familia y barra.

A pesar de que Miguel trata, con mucho esmero, de dar tiempo de calidad a su familia, en ocasiones gana más el amor por su club. Ha dejado algunas veces actividades de gran importancia por el equipo. Aunque asegura que la familia es lo primero, la pasión por su equipo también juega un papel muy importante... “es parte de mi vida y es algo que siempre está ahí”, concluye.

La pasión desbordante

Xavier Garaicoa Ortiz, decano de la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad de Guayaquil, asegura que este comportamiento tiene relación con la manera de divertirse y de recrearse que tienen los guayaquileños. “Existen distracciones tradicionales, como ir a pasear, pero esto no es muy atractivo para la sociedad en que vivimos, porque no se puede estar haciendo siempre lo mismo, hay que insertarse en la dinámica, pero la solución no está en ir a las barras, aunque es una forma de socializar”, aclara Garaicoa.

César John Escalante, de 34 años, es líder de la barra brava Sur Oscura que alienta al equipo guayaquileño de Barcelona, tiene 18 años de experiencia. Él representa antigüedad y la filosofía de los inicios de la sur, como también se conoce a la agrupación.

Miguel Mackliff es el principal de la barra Boca del Pozo. Es asistente contable en una empresa, pero cuando juega Emelec asiste a alentar al cuadro azul. Foto: Cortesía ULVR

Una agrupación nacional

El deseo de formar una barra como la Sur Oscura nace a partir de la admiración que ellos tenían por las barras bravas de Argentina.

Su vida como barrista inició a  los 16 años, en esa época era un joven con sueños y expectativas muy altas de la vida, quería ser un profesional, pero no lo consiguió, a pesar de ello no se cohíbe. “No pude lograr el objetivo de ser un profesional, pero en lo referente a las barras del país soy un máster y nadie me gana”.

El líder general de la barra amarilla es un ‘torero’ de corazón, su vida cambió definitivamente al ser responsable de toda la masa alentadora de la escuadra ‘canaria’. “La gente que la conforma es una mezcla entre amistad y lealtad, hombres y mujeres. El objetivo siempre ha sido el mismo: alentar al equipo, pierda, empate o gane. Nosotros somos el motor de esta institución. Los alentamos con mucha fuerza”.

Dedica tres días de la semana a la barra, porque la mayoría de su tiempo lo pasa junto a su familia, y también brinda sus servicios en una exportadora de camarones.

César distribuye todas sus actividades sin descuidar sus responsabilidades, la comprensión de su esposa le ayuda mucho.   

En una ocasión viajó por 13 días para alentar al equipo ‘torero’ y afirma que esto los unió más, porque el sentimiento de tener lejos a su familia le hacía extrañar con mayor intensidad a cada integrante de su hogar. “Para mí es una necesidad tener cerca a mi familia. Si bien alentar a Barcelona es de mucha importancia, la familia siempre tendrá prioridad”.

El líder amarillo tiene 4 hijas de quienes prefiere no dar detalles, pero asegura que las ama y que no las descuida por nada. “Las mujeres que aceptan conformar una familia con un barrista ya saben a qué atenerse, cada quien elige lo que le conviene. Cuando se presentan problemas familiares por seguir a un equipo eso afecta a toda la familia”, asegura Eduardo Tigua Castro, expsicólogo de Emelec (1984) – Barcelona (1985-1987 / 1989-2004).

Pertenecer a una barra es una actividad que se la debe aceptar como fanatismo. Es una manifestación humana que evoluciona con el tiempo. Se adoptan costumbres de otras partes del mundo. Esto explica el hecho de que las nuevas generaciones son más agresivas que las anteriores.

“Ser parte de una barra es parte de la cultura, así como cualquier actividad que se realice en el ámbito humano”, explica Fabián Burbano, catedrático de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil, quien se especializa en el medio antropológico.

Miguel y César coinciden en que para ser hinchas no importa la edad, lo único que vale es llevar los colores del equipo en la piel, un corazón caliente y la camiseta en el alma. “No basta tan solo con pagar una entrada, se necesitan las voces de los que realmente sienten al equipo. Esos que lo dejan todo en las gradas y que en ocasiones derraman lágrimas cuando el equipo gana o pierde. Eso es ser un verdadero líder”, afirma Escalante.

Mackliff considera que el verdadero sentido de las barras es apoyar a los equipos. “Jamás se busca enfrentamientos porque eso genera malestar en la gente”. (F)

Los hinchas que lo dejan todo en los graderíos

Para el psicólogo Eduardo Tigua, es necesario reposicionar lo que significa ser un hincha, cuyo significado real es una persona que hace barra a un equipo de su preferencia. “Es quien compra una camiseta y acude a ver jugar al cuadro que sigue, pero que no agrede nadie ni genera malestar en las comunidades”.

Según Fabián Burbano, las barras bravas no tienen por qué ser malas ni las personas deben satanizarlas, aunque asegura que sus manifestaciones sí tienen incidencias en la sociedad. “Simplemente hay que saber estudiarlas, hay que convivir con las barras para comprender cómo viven y lo que realizan.

El concepto de barra muchas veces se lo vincula con el vandalismo, pero no debe ser así porque una buena barra solo se limita a alentar a su equipo sin agresiones de ninguna índole.

Xavier Garaicoa considera que las barras en Ecuador son muy similares a las de otros países, pero aclara que es necesario evitar la violencia. “Una barra alienta al equipo, no agrede a la sociedad”. (F)

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