Informales piden a Nebot que les permita laborar en diciembre
Yolanda Suárez, con pliegos de papeles multicolores en la mano, deambula sin cesar por la esquina de las calles Nueve de Octubre y Boyacá. Por un instante se detiene junto a un poste y mira inquieta, hacia todos lados, para evitar que la encuentren con facilidad.
La mujer, de aproximadamente 50 años, mientras conversa no tiene tiempo de mirar a los ojos al interlocutor, porque no quiere que la sorprendan los guardias municipales, quienes, como anteayer, le quitaron la mercancía para envolver regalos. “El sábado solo estuve un rato por aquí trabajando porque se me llevaron alrededor de 20 pliegos”.
Yolanda es una de las tantas personas que, desde hace varias semanas, buscan en el centro de la ciudad la oportunidad de obtener réditos económicos en la época navideña.
Ella ofrece el servicio de empaquetar obsequios, dependiendo del tamaño, a valores que van desde los $ 0,50 a $ 1,50. “Espero que este año nos dejen trabajar, porque no le hacemos daño a nadie, ni obstaculizamos el paso, como aducen los metropolitanos”, comenta Yolanda, quien prefiere que no le tomen fotos para evitar las represalias.
En la calle Chimborazo, a la altura de la zona comercial de la Bahía, Manuel Reyes camina con decenas de cinturones de cuero en el cuello y en los dos brazos.
Para él, la actividad en el sector está mejor que la del año pasado. Miles de personas concurrieron a realizar sus compras en el centro, a tal punto que por algunos de los callejones fue difícil caminar sin rozar a los demás transeúntes o abrirse paso a empujones.
Aquello mantiene satisfecho al vendedor, no obstante ayer también se convirtió en su mayor preocupación, pues tuvo que laborar a escondidas, huyendo de una calle a otra, por los controles que el Municipio de Guayaquil ejerce con más rigurosidad en este mes.
“Los que tienen cascos son los más abusivos, ellos golpean y usan la fuerza contra los comerciantes que venden en las calles”, denuncia.
Los productos que lleva en las manos tienen valores que oscilan entre 1 y 4 dólares. Según el vendedor, los ambulantes, en este caso los que comercian correas, no perjudican en nada a la ciudad, pues no ocupan espacio público, ya que solo caminan con la mercancía de un lado a otro. “Este tipo de práctica de decomisos ahora también se están copiando en el Municipio de Milagro. Algunos vendedores, como no podemos trabajar acá, vamos a ese cantón, pero nos topamos con el mismo inconveniente”.
Entre los comerciantes autónomos de distintos sectores es común la idea de que los guardias municipales, los que usan una especie de traje antimotines, son los más violentos. Eso lo confirma Mariela López, quien expende medias para niños en la calle Huancavilca. “Todos los días, a las 13:00, empieza la persecución hacia nosotros. Son los ‘robocops’ los que les quitan las cosas a los informales”.
En puntos como la Avenida Olmedo se observó a decenas de municipales que se acercaban a los comerciantes cada vez que los veían transitar con la mercadería.
De acuerdo con el Gobierno Seccional, las restricciones a los comerciantes autónomos en zonas regeneradas están contempladas en la Ordenanza del Uso del Espacio y Vía Pública.
Ese estatuto reza que el retiro o decomiso de bienes, mediante uso de la fuerza, está especificado para vitrinas, braseros, fogones, entre otros elementos (artículos 39, 60, 71 y 94).
La ordenanza que reglamenta el destino final de los bienes decomisados por la Policía Metropolitana estableció, en 1997, que los dueños de las mercaderías (utensilios, canastas, etc.) tienen hasta 90 días para retirarlos, si no serán considerados en abandono y, posteriormente, donados o destruidos.
Algunos vendedores, a quienes les quitaron los productos, denunciaron que un mes atrás acudieron en el tiempo señalado, pero no encontraron sus propiedades.