En medio del dolor, familiares, amigos y demás allegados  despidieron a Carlos Mora Peñafiel, durante la misa de cuerpo presente oficiada por el Arzobispo Antonio Arregui, en la Catedral de Guayaquil.

Carlitos, como se lo conocía, falleció la noche del domingo de un paro cardíaco, luego de ser infectado con el virus del VIH en 1995, durante los tratamientos de hemodiálisis que se realizó en la clínica del doctor Galo Garcés, quien huyó a Estados Unidos, por lo que no hubo sancionados en el caso de Carlitos y de 20 perjudicados más (todos fallecidos).

Sus padres y amigos  criticaron ayer la impunidad  durante la misa de cuerpo  presente, no sin antes recordar al ser humano “que luchó hasta el último momento”, expresó Julio Peñafiel, tío del decesado.

Previo a la ceremonia religiosa, alrededor de 200 personas se acercaron hasta el ataúd que contenía los restos mortales de Carlitos, no solo para despedirse de quien “fue un adalid de la lucha contra la impunidad, sino para pedir justicia divina”, expresó una acongojada Ana Hernández, que pasaba por el lugar y decidió entrar a la iglesia. 

“Él era una gran persona... cuando visité la Feria del Libro el último fin de semana me firmó un ejemplar de 21, Historia de un sobreviviente”, recordó Álex,  quien cree que “el Estado debe apoyar la reapertura del caso”.

A la Catedral también se dieron cita representantes del Colegio de Señoritas Ecuador Amazónico y del Atenas Internacional School, cuyos alumnos resaltaron la ganas de vivir de Carlitos.

Entre quienes se acercaron al ataúd llamó la atención una señora que, acompañada de una menor de edad, depositó sobre el féretro una banda del equipo del cual Carlitos era fiel hincha: Emelec. Así como otra señora, que posó sobre la caja una flor en señal de luto.

“Su incapacidad siempre iba a estar, pero igual a menudo compartíamos un partido de fútbol, él era emelecista de corazón”, lamentó Graciela Mendoza, amiga de Carlitos,
Julio Peñafiel insistió en sus pedidos al presidente Rafael Correa, al Vicepresidente  y a la Cancillería para “que intercedan en la reapertura del caso y se pueda extraditar a Galo Garcés a fin de que regrese a pagar por su negligencia”.

Recuerda que “Carlitos siempre estaba contento... quería seguir viviendo, pese a las adversidades”, expresó, al acotar que “no quería morir en un hospital” y “Dios se lo concedió”.

“Trataremos de llevar su ejemplo, pues siempre fue un gran luchador y así honraremos su memoria”, dijo.
Rafael Estévez, abogado que llevó el caso de Carlitos, reiteró su pedido para que se reabriera el caso de los infectados de la Clínica Garcés, “para ver si esta vez se dictan los fallos que sancionen a los responsables de lo que podría ser un delito de genocidio”.  

“Pedimos que se reabra el caso de los infectados por el virus de VIH, porque hay muchas cosas que examinar”, expresó.

Mientras, Franklin Moreno, ex defensor del Pueblo, indicó que “el Sistema Interamericano (de Derechos Humanos) tiene una deuda con la sociedad, pues se ha premiado a un doctor que burló la vida de seres humanos” y “es necesario que se siente un precedente”.

Acotó que “la justicia y la ética profesional médica ocultaron estos hechos lamentables”.  

En contra de Galo Garcés Barriga y su hijo, Galo Garcés Lituma, han sido presentadas 15 demandas de las víctimas;  pero hasta hoy el caso no se resuelve.