Escultores del papel colorean el Suburbio
Para Adolfo Alvarado, crecer entre “gigantes” fue lo que lo llevó desde hace tres años a ser parte de la aventura que anualmente emprenden decenas de jóvenes en el suburbio de la urbe, en donde con palos, cañas, periódicos, cartones y pinturas realizan ciclópeos muñecos que son considerados una tradición y con los que demuestran el talento que hay en ese sector de la ciudad.
Adolfo, de 17 años, es el mentalizador del Hulk de 14 metros que cubre el ingreso de las calles 15 y Capitán Najera y que está avaluado en $ 550. Estudia en el colegio Bellas Artes y con la ayuda de cinco amigos del barrio trabaja para que el monigote quede perfecto.
“Este ha sido mi reto más grande”, cuenta el joven, ya que a inicios de diciembre el muñeco se derrumbó por un error en su estructura. Eso lo desanimó, pero los moradores lo alentaron e hicieron un bingo para recaudar fondos. De esa manera lograron recolectar $ 250 y los $ 300 faltantes fueron un préstamo del papá de Adolfo, los cuales piensa pagar con el premio que otorga el Municipio en el concurso suburbano popular de talentos y artes de años viejos 2011, en el que participa y espera ganar.
El certamen premiará el arte urbano de los moradores de los barrios con $ 1.000 al primer lugar, $ 750 para el segundo, $ 500 al tercero y $ 250 al cuarto, quinto y sexto puestos, respectivamente.
Este incentivo económico no es lo que los impulsa a trasnochar y a invertir dinero, así lo asegura Luis Veintimilla, de 21 años, junto con su compañero Eduardo Vilema, de 22, quienes desde 2007 hacen el gran año viejo en la 10ª y Ayacucho.
En esta ocasión escogieron hacer un Hellboy, con 13 metros de alto. Al igual que la mayoría de los jóvenes que fabrican estos inmensos muñecos, iniciaron la creación con tres meses de antelación. “Casi todos trabajamos, por eso nos demoramos”, explican. El horario para elaborar estos tradicionales muñecos en el suburbio empieza a la 19:00 y se extiende hasta la madrugada.
Los pequeños del barrio son los asistentes de los que ya tienen la pericia para esculpir a los monigotes. Ellos almidonan, pegan papel, pero sobre todo observan, ya que su misión es continuar con la tradición, afirma Veintimilla.
Carlos Borbor vive en la 18ª y Ayacucho, tiene 20 años y hace dos se unió a esta tradición. Él, a diferencia de los demás creadores, es el único adulto, sus demás compañeros tienen entre 8 y 12 años “Hice al chavo por los peladitos, ellos me ayudan y son los que disfrutan”, manifiesta. Su prima Shirley lo apoya disfrazándose de la Chilindrina para pedir una “colaboración” para el viejo.
La mayoría de los personajes se escoge cada año a manera de reto para los creadores.
En la 28ª y Portete un grupo de quince jóvenes, liderados por Richard Guambo, decidió arriesgarse. Cuatro dinosaurios de entre 15 y 20 metros forman Jurassic Park, dos de ellos tienen movilidad: uno mueve la cabeza y el otro la mandíbula. Esta recreación es la más costosa de todas las obras que se encuentran en el suburbio, la inversión fue de $ 1.500. Para recuperar lo invertido recolectan “caridad para el año viejo” y, además, cobran por fotografiar a los visitantes junto con los monigotes.
“Las fotos cuestan $ 2,50 la normal y $ 5 la A4. Nosotros las tomamos y las imprimimos al momento en papel foto”, comenta Carlos Célleri. Todo lo que recauden, más el premio que aspiran a ganar en el concurso municipal, lo gastarán en un viaje a Salinas.
El apoyo de las personas que viven en el sector suele ser simbólico, más bien moral, ya que pocos aportan económicamente, sin embargo todos se sienten orgullosos de que en esta época del año sus barrios se conviertan en los escenarios predilectos de muchos guayaquileños que recorren las calles del suburbio para admirar a los gigantescos muñecos y felicitar a los escultores del papel.