El turismo comunitario busca conservar los recursos naturales de las comunidades indígenas, sin olvidar los ritos y tradiciones de la cultura. En Saraguro, al norte de Loja, sus habitantes comparten sus viviendas con los turistas y muestran su estilo de vida y conocimientos por un costo de $33. Esto incluye alojamiento, 3 comidas y actividades familiares.

Esta nueva forma de brindar hospedaje permite que el turista pueda experimentar cómo se vive dentro de la comunidad indígena de Saraguro; que conozca y que comparta las actividades y costumbres de culturas ancestrales desde adentro, pero siempre garantizando el manejo adecuado de los recursos naturales, el patrimonio y los derechos naturales y territoriales de las nacionalidades y los pueblos.

A través del turismo comunitario se crean puestos de trabajo, nuevas fuentes de ingreso, se recupera y vive la cultura propia de los runas saraguros. Son los propios pobladores los que se convierten en guías y las ganancias del turismo se establecen según las necesidades y prioridades de las comunidades. Eso se resolvió en asambleas comunitarias. Por ejemplo, destinan recursos a proyectos sociales de salud, medio ambiente y cultura.

Es así que las comunidades de Ñamarín, Oñakapak, Gera, Ilincho, Lagunas y Chamical se organizaron a través de la Red de Turismo Comunitario Saraguro Rikuy, para ofertar sus servicios turísticos comunitarios de manera organizada y a un precio justo. La oferta de la red es promocionada y comercializada a través de la operadora de turismo Saraurku.  

Catalina Rodríguez, una colombiana de 34 años, llegó acompañada de su esposo y sus 2 hijos. Para ella la aventura de conocer Ecuador es única. Visitó las playas de la provincia del Guayas y quedó encantada.

Cuenta que estar en Saraguro no solo le permite tener un contacto directo con la naturaleza, sino que también le brinda la oportunidad de conocer más sobre la cultura. “Es bueno habitar con su gente”. (I)