El cuadro ‘Eléctrico’ mañana estará de aniversario. Exjugadores opinan sobre el equipo
Emelec, 85 años de historia, fuerza y gloria
“Los azules tienen garra vencedora, una historia escrita en noches de esplendor, una hinchada que lo apoya y que lo sigue con amor, un equipo destinado a ser campeón”. El estribillo de la canción se escucha a toda voz en el estadio cuando hinchas de pie, con la piel erizada, saltan por su equipo. En las gradas miles de corazones se unen para latir al ritmo de los golpes de tambores que vienen de la barra ‘La boca del Pozo’. Mientras se juegan los 90 minutos la hinchada espera con ansias gritar esa palabra que tanto les agrada: ‘Gooool’.
Esta historia de fervor y lucha tuvo sus inicios en el Astillero, cuna del equipo que sería uno de los más importantes del fútbol ecuatoriano. Ahí en ese barrio en donde nació también el cantante Julio Jaramillo fue donde George Lewis Capwell al mando de la Empresa Eléctrica del Ecuador dio vida al azul y plomo el 28 de abril de 1929.
Las glorias de siempre
Tres veces seleccionado por el Ecuador, Manuel Ordeñana, luego de su paso por el Club Sport Patria, llegó a Emelec en 1959, año que marcó el inicio de su carrera junto al equipo que, hasta la actualidad, siente con la misma intensidad.
De los grandiosos momentos que Ordeñana vivió como jugador, los cinco goles marcados ante la Universidad Católica son los que más recuerda. “Se me viene a la mente con gran alegría las etapas del ‘Ballet Azul’, aquella época del Emelec que recreaba sus mejores jugadas con ‘Los Reyes Magos’, Jorge Bolaños, José Vicente Balseca, Carlos Raffo, Enrique Raymondi, el Jorge ‘Pibe’ Ortega y yo. Todo evoluciona, ya no seremos el ballet ni los reyes, pero el compañerismo, la técnica y los fundamentos no se pueden perder”, expresa esta exgloria azul.
Un típico joven pelotero de un barrio guayaquileño pasó a ser parte de la familia del equipo millonario. A los 20 años, Enrique Raymondi saboreó la victoria del campeonato local en el año 1962; luego, en 1965, también participó del festejo de campeones nacionales. “Emelec le dio un empujón a mi vida, soy un hombre reconocido en el deporte, si no hubiese jugado en Emelec nadie me conociera”, asegura.
Raymondi reconoce el valor de los jugadores en el equipo para sobresalir entre los demás. Los frutos del sacrificio son los que marcan la diferencia. “Los segundos no llegan, solo se recuerda a los primeros, por eso somos campeones”, afirma.
Los astros que en su momento abrazaron las grandezas y lloraron las derrotas, ahora intentan propagar su legado a los miles de chicos que con ilusión llegan a entrenar fieles a su equipo. Ese es el caso de Tony Estupiñán, exjugador de Emelec, quien también imparte sus conocimientos y experiencia sobre el deporte rey en las divisiones inferiores. “Soy hincha azul desde que nací, creo que mi padre antes de llevarme al Registro Civil me hizo hincha de Emelec”, confiesa sonriendo.
Estupiñán hace hincapié en la garra y la convicción de los jugadores del club. El exfutbolista tuvo la oportunidad de entrenar a Jaime Iván Kaviedes, quien en Emelec se convirtió en goleador mundial en 1998. “Siempre fue un hombre que soñó. ¡Profe! Yo quiero ser goleador, voy a jugar en Europa y en la selección…todo lo que se propuso lo logró”, recuerda.
Resalta que trabajar en las divisiones inferiores es en la actualidad el capital más grande del club para seguir cosechando jugadores potentes, veloces y flexibles; líderes dispuestos a sacrificarse por la camiseta. Es necesario tener jugadores que sean hinchas del equipo”.
Con el corazón ceñido a la camiseta
“El amor, el sentimiento por la institución a la cual respetamos, queremos; estamos junto al equipo en todo momento y somos pioneros originales, 34 años en el tablón”, fueron las palabras de Giuseppe Cavanna, líder de la barra ‘La Boca Del Pozo’ para diferenciar al hincha emelecista.
El 25 de julio de 1980, un grupo de amigos decidió formar una agrupación que aliente a Emelec en todo momento. En las calles Julián Coronel y Rocafuerte se unieron seguidores de los sectores aledaños como el Cerro del Carmen, Cerro Santa Ana y Las Peñas, para formar lo que se conoce como la barra Boca del Pozo.
El sector general del Estadio Modelo, debajo del marco central, tiene grabado el sello de las primeras reuniones. “Comenzamos unas 30 personas, luego cuando nos trasladamos a los primeros partidos llegamos de 100 a 150 personas y domingo a domingo, cuando Emelec tenía sus partidos en el Modelo, iba creciendo el número y llegamos a ser unas 5.000 personas. Siempre yo junto a Guillo, ‘Pocho’, Zaragoza, Narváez , los Endara, Hurel, los Flor, Carlos Romero, los Del Salto, los Cano, los Gonzales y muchos más. Comenzamos a comprar banderas, pintamos el sector de las gradas con el color de Emelec”, recuerda con mucha emoción Cavanna.
Para él la hinchada de Emelec, en especial la de la ‘Boca Del Pozo’, tiene la identidad de estar junto a su equipo toda la vida y en donde tenga que jugar. alentándolo de principio a fin con mucha pasión, lo que ha sido objeto de elogios. “Por esto es que los demás equipos han tomado como ejemplo lo que hacemos, pero es imposible igualarlo”, reitera. Emelec seguirá llenando secciones en los diarios, será partícipe de conversaciones entre amigos jugará semana a semana, pero principalmente unirá palpitaciones de sus fieles seguidores que anhelan ver a su equipo en la más alta cumbre del fútbol ecuatoriano, tal como lo dice su barra: “Que Emelec no se vaya de mi mente, que la Boca del Pozo esté presente, y que sepa que lo quiero hasta la muerte”.