El mentor del movimiento religioso en el país fue Alberto Montaño, quien al anotar un gol para la selección, en junio de 1996, alzó su camiseta y mostró un texto bíblico.
Esa imagen, que la vieron miles de ecuatorianos en el estadio Olímpico Atahualpa, dio la vuelta al mundo. Aquel día la selección le ganó por primera vez a su par de Argentina.

Luego, varios jugadores del fútbol ecuatoriano buscaron el camino de Dios. Narciso Mina, Wilson George y Lizandro Torres formaron parte de la congregación denominada ‘Atletas de Cristo’. Una agrupación de deportistas, en su mayoría, futbolistas que habían decidido cambiar sus estilos de vida.

Aquello lo hicieron como una manera de expresar su agradecimiento al Creador por el buen momento que atravesaban en su carrera. Énner Valencia, Pedro Quiñónez, John Narváez y Gabriel Achilier también impusieron la moda de arrodillarse en el campo de juego antes de cada partido. Este último, quien juega como defensa central o lateral derecho del Club Sport Emelec, le atribuye todos sus triunfos a Dios. En 2008 Achilier sintió ese llamado, jugando en el club Azogues se inclinó por los caminos del Señor, que lo ha alejado de muchas cosas negativas y le ha cambiado plenamente su vida. Un año después, al ser contratado por el club sport Emelec, coincidió que fue parte del  Ministerio Internacional Sembradores de Vida, en donde formó una  familia estable, sólida y al servicio de Dios.

Ha sido tan pleno su acercamiento a la espiritualidad que buscó motivar a sus compañeros de juego en Emelec.

Él propuso al obispo Héctor Zapata (pastor de su iglesia) para que impartiera charlas de motivación y la idea fue aceptada; entonces, los jugadores comenzaron a reunirse  y dialogar sobre sus preocupaciones y expectativas. El pastor, al escuchar sus ansias de victoria, les indicó que si Dios les permitía ganar, utilizarían camisetas con la frase ‘La Gloria es de Cristo’, que en la actualidad es utilizada por varios equipos del fútbol nacional y la propia selección. Es una forma de agradecer a Dios por el bienestar que otorga a los jugadores.

¿Cómo fue el proceso para llegar a ser lo que eres ahora: un hombre entregado a Dios?

Los cambios son provocados por el Señor Jesús en nuestro interior, muchas veces el ser humano intenta cambiar por sus fuerzas, pero eso se hace imposible, a menos que podamos estar en Cristo. En mi experiencia, Cristo es quien provoca un cambio genuino cuando hay arrepentimiento, ganas de cambio; así fue el proceso que Dios hizo en mi vida.

¿Cómo transmite el mensaje a sus compañeros?

A través de la relación de amistad que tengo con cada uno de ellos, siempre respetando porque en el club no todos son cristianos; pero no trato de predicar una religión, sino una relación con Jesús, ese mismo Cristo que transforma el corazón. Nos reunimos una noche antes de cada partido y se lo ofrecemos a Dios, sea que ganemos o perdamos, con la convicción de que siempre la gloria es de Cristo.

¿Crees que el paso más grande que diste fue predicar y dar tu testimonio?

El testimonio es importante porque a veces la gente tiene que ver tu cambio. Fue un honor haber predicado, tener el privilegio de poder transmitir mi experiencia de lo que he vivido y dar a conocer que todos necesitamos de Dios. Sé que  marqué  corazones y que puedo cambiar sus destinos. Esto recién empieza.

¿Te gustaría que tus compañeros sigan el camino de Dios?

Me gustaría que mis compañeros  puedan comprender que sin Cristo la existencia es vacía, que con Él hay plenitud de vida y tendremos vida eterna. Más que seguir una religión, es recibir los que ellos necesitan y entender la visión del Evangelio. (I)