Al el mediodía de ayer, largas filas de hasta 600 personas se formaron en las boleterías de la terminal terrestre de Guayaquil.

Los boletos  más comprados  fueron aquellos que conducían a  Paján, Nobol, Santa Elena y Manabí. Los viajeros  evidenciaron cansancio y fatiga conforme las cuatro filas crecían.

También   desde Babahoyo  y Pueblo Viejo  llegaron cerca de 1.000 personas para votar en el puerto, según reportó la cooperativa de transporte Caluma.

En las instalaciones de las cooperativas 24 de Septiembre y 7 de Noviembre, que se dirigen a Paján y Pedro Carbo, los ciudadanos que deseaban trasladarse hasta sus ciudades natales protagonizaron enfrentamientos. Los problemas, que no pasaron de una discusión verbal y alguno que otro empujón, se suscitaron debido a que se habían formado dos columnas frente a una de las cooperativas, lo que originó  caos y  reclamos que luego fueron contenidos por los miembros de seguridad del lugar.  

No hubo desmanes pero sí largas filas frente a las boleterías de Coactur, Jipijapa y Reina del Camino. En estos sitios el personal de la terminal colocó rejas de seguridad para separar las diferentes columnas.     

Las formaciones  fueron tan largas que  se salían del espacio destinado para las boleterías de transporte. Las columnas llegaron hasta los pasillos de la terminal, donde funcionan los establecimientos comerciales.   

María Holguín, de 19 años y quien acudirá por segunda vez  a votar, fue una de las últimas personas en la interminable columna hacia Jipijapa. Ella desconocía que pudiese realizarse un trámite para cambiar el lugar de votación.

“Si hubiese sabido no habría hecho este viaje”, dijo la mujer quien estuvo con su hija de un año en brazos.        

Los pasillos de la estación se convirtieron para decenas de niños en sitios para acampar y esperar a sus padres. Los menores acompañarían a sus progenitores en el viaje.    

Todos los ciudadanos consultados viajaban por la misma razón: sufragar en sus lugares de nacimiento o donde aparecen registrados en el padrón electoral.

Con el pasar de las horas, las filas  y la humedad crecieron,  así como la impaciencia de ciudadanos como Carmen Rodríguez.

La joven, registrada para las votaciones en Nobol,  llevaba con ella a sus cuatro hijos, entre ellos a una menor con capacidades especiales.

Luego de dos  horas desistió de conseguir un pasaje en la terminal. “Voy a coger un taxi para avanzar lo que alcance hasta Nobol”, dijo la mujer que lució preocupada porque no podía comprar un pasaje.

Otros se mostraban contentos. Juan Acuña, mientras esperaba llegar a la boletería de la cooperativa Coactur, aseguró que  aprovechará esta elección para disfrutar el domingo con su madre y acudir a las votaciones el sábado.
Otros viajeros portaban cajas con ventiladores, fundas de arroz y elegantes bolsas decoradas con cintas.

Ellos se disponen a ejercer el derecho al sufragio y a festejar a sus madres, una vez concluida la espera en las boleterías.  

Dos horas antes, Víctor Sarmiento, quien trabaja para el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, cumplía con la jornada laboral dispuesta desde el Ejecutivo.

Él estaba angustiado  ya que debía viajar hasta Santa Elena, luego de salir de su trabajo a las 12:30.
La atención en las instituciones públicas transcurrió normalmente desde las 08:30.

En la planta baja del Ministerio Zonal, las funcionarias de la Secretaría del Migrante, revisaban las carpetas correspondientes a los procesos de repatriación de cadáveres.

En el Servicio de Rentas Internas se atendió hasta las 11:00 a 657 usuarios, que como Isabel Ramírez acudieron a la dependencia.

Ella solicitaba una clave para cancelar los impuestos. En otras dependencias también se cumplió con lo dispuesto.