Este modelo económico trajo consigo cambios en la estructura social
El siglo del cacao guayaquileño
En las primeras décadas del siglo XIX, el naciente Ecuador vivía un ciclo económico ascendente por las exportaciones del cacao guayaquileño, proceso que se interrumpió entre 1842 y 1870, por la epidemia de fiebre amarilla que asoló Guayaquil (1842-1843), el fortalecimiento de la flota naviera inglesa y la consiguiente presencia británica en ultramar.
No obstante, el destino final del cacao “de arriba” que salía del puerto de Guayaquil era Europa, pues de allí provenía la demanda real del cacao ecuatoriano, especialmente de Inglaterra, que había impuesto una hegemonía económica que ya duraba un siglo, como consecuencia de la Revolución Industrial.
Durante las administraciones de Gabriel García Moreno y su etapa de influencia en el poder (1860-1875), existe un esfuerzo por racionalizar el espacio nacional, dentro de un proyecto de modernización conservadora.
Sin embargo, las estructuras sociales y económicas no cambiaron con la Independencia, pues solo se afectó el curso de la política.
A pesar de que su gestión en la presidencia fue percibida como autoritaria, él era consciente de que el país debía responder a las necesidades de la demanda externa, ante lo cual dictó medidas para que el Estado, por primera vez, sea el ente encargado de controlar el rumbo de la economía.
Una de las medidas que tomó García Moreno fue la creación de bancos (década de 1860), para lo cual canalizó fortunas familiares, contribuyendo así a sentar las bases para la generación del capital bancario y crédito a nivel nacional.
En 1869 las exportaciones totales del Ecuador ascendieron a 3’706.000 pesos y el cacao equivalió al 49%. Es decir, observamos la tendencia hacia el desarrollo del monocultivo, lo que será la principal característica del segundo “boom” cacaotero (1880-1920).
El XIX fue, entonces, el siglo del cacao guayaquileño, al imponerse el modelo primario agroexportador en el trasfondo del predominio de las economías regionales (Costa y Sierra), iniciándose así un franco proceso de extroversión económica, con la conformación de una economía volcada “hacia afuera”.
Cuando se produjo la crisis del cacao, hacia 1920, una de las principales razones por las que el modelo agroexportador se hundió fue el peso excesivo que se le dio a un solo producto, revelándose la preeminencia del monocultivo, lo que no permitió la diversificación del sector primario y el consiguiente desarrollo hacia una aspirada industrialización.
Un desarrollo capitalista
Este modelo económico trajo consigo cambios en la estructura social, de forma que surgió una burguesía comercial y sectores oligárquicos que fueron sustentados por el predominio del capital comercial, por encima de la renta del suelo (sector terrateniente), e incluso del recientemente creado capital bancario.
Esta modalidad de acceso al poder económico está relacionada con la llamada “vía junker”, cuya característica principal consiste en que el desarrollo capitalista no puede liquidar formas anteriores del capital; es decir, relaciones pre capitalistas, por lo cual, permanece aún el predominio del capital comercial y no se logran establecer condiciones para generar capital industrial.
En conclusión, el destino del capitalismo a lo largo del siglo XIX fue hacerse “nacional”, dado que la racionalización económica se creó a través del Estado central, el que a su vez estableció las instituciones que hicieron posible el control y funcionamiento del sistema económico interno.
El capitalismo, entonces, necesitó del Estado-nación para implantarse, más allá de los límites de las economías regionalizadas, lo cual acarreó un consecuente proceso de desregionalización que finalmente se impone.
El proceso anteriormente descrito no impide que el capitalismo como sistema triunfante destierre ciertos tipos de relaciones precapitalistas, provenientes de relaciones productivas semiasalariadas que sirvieron a la dinámica de formación del capitalismo, mediante el proceso de subordinación del capital comercial.
El auge cacaotero marcó la entrada del Ecuador al mercado mundial, especialmente a partir del período conocido como el Progresismo (1884-1895) y obviamente con la Revolución Liberal, estimulando así el desarrollo del capital comercial.
Esto se produjo, básicamente, por el incremento de la demanda externa de los países industrializados, lo que generó el denominado “boom” cacaotero de la segunda mitad del siglo XIX e inicios del siglo XX, lo que condicionó la extroversión de la economía agroexportadora ecuatoriana, rasgo que predominó hasta la segunda década del siglo XX. (I)