Los trabajadores piden al alcalde Nebot que genere espacios para laborar
El control a los vendedores informales se redobló en Malecón
La avenida Malecón ayer lució diferente. En cada esquina de esa calle céntrica de Guayaquil han sido distribuidos integrantes de la Policía Metropolitana. Los elementos están al pie del Malecón Simón Bolívar. ¿El objetivo? Evitar que los vendedores informales comercien sus productos en la zona regenerada.
Los hombres uniformados de azul oscuro portan un tolete en el cinto. Están parados a lo largo de la citada avenida, cuya concurrencia es alta. Manuel Carabalí fue el único vendedor que en la mañana de ayer se arriesgó a salir por la zona. Cada vez que el tráfico de vehículos se detenía, por el cambio de luz de los semáforos, él ofrecía botellas de agua, detrás de una de las paredes.
Cambiaba la luz y nuevamente se ocultaba detrás de una de las edificaciones cercanas al Palacio Municipal.
Manuel, quien lleva 22 años como informal, miraba hacia todos los lados y evitaba ser descubierto cometiendo la “infracción” de trabajar en la calle. Tampoco quería ser golpeado como tiempo atrás. “Hace dos años los metropolitanos me rompieron la cabeza con un tolete. Pero yo los denuncié en la Fiscalía”, recuerda.
Justamente, el fin de semana se registró otro incidente con la fuerza del orden municipal.
La ciudadana Isabel Peñaherrera -según reporta un medio local- resultó herida en la cabeza, tras un intento de decomiso de su mercancía. Ella vendía ‘cachitos’ en el casco comercial, en la noche del sábado.
Desde aquel día se observa mayor presencia de los municipales a lo largo del Malecón 2000.
Carabalí expresa que luego de la agresión que se cometió contra él, el Alcalde (Jaime Nebot Saadi) “se lavó las manos”. Aunque, comenta, ya no volvió a ver por la calle al hombre que lo golpeó.
Los trabajadores autónomos ayer se mostraron sorprendidos por la cantidad de metropolitanos en la vía pública. Los ambulantes consultados coinciden en que alguna vez han sido víctima de decomisos de sus mercancías.
Héctor Paredes, de 78 años de edad, es vendedor de vasos de gaseosa. A $0,20 cada uno. Él camina por el casco comercial con la botella en una mano. El año pasado -cuenta- cuando transitaba por Chile y Olmedo, un metropolitano le arranchó el envase plástico. “Se me llevó la cola y se fue caminando como si nada. Por suerte, ya había vendido la mitad”.
La calle también es el sitio de trabajo de Irma Gómez. Ella es una artesana que por necesidad se ha visto obligada a expender agua helada en la calle Olmedo.
Su jornada de trabajo arranca a las 08:00 y termina a las 22:00. “Es difícil vender agua”, explica mirando inquieta hacia todos lados. Forma parte de los perjudicados por las retenciones del Cabildo.
Los 3 vendedores coinciden en que la solución al problema no es que el Ayuntamiento frene el trabajo, sino que genere pequeños puestos para ellos.
En 2015, según la Policía Metropolitana, fueron cesados de sus cargos alrededor de 400 municipales por actuar “al margen de la ley”.
El año pasado tres fueron acusados en la Fiscalía por romper la cabeza a un heladero. (I)