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El Telégrafo
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La escasez del producto beneficia a los comerciantes

El cangrejo impone el ritmo nocturno en el mercado Caraguay

En la mañana comienza el negocio del cangrejo en el Mercado Caraguay. A las 21:00 se cierra la puerta por donde ingresa el producto y quienes no alcanzan a entrar en ese horario deben esperar hasta las 04:00 del día siguiente. Eduardo Escobar | El Telé
En la mañana comienza el negocio del cangrejo en el Mercado Caraguay. A las 21:00 se cierra la puerta por donde ingresa el producto y quienes no alcanzan a entrar en ese horario deben esperar hasta las 04:00 del día siguiente. Eduardo Escobar | El Telé
08 de junio de 2014 - 00:00 - Karem Rodríguez, estudiante de Comunicación Social de la Escuela Superior Politécnica del Litoral

Con la piel quemada por el sol, el rostro cansado y olor a manglar llega hasta el muelle del mercado Caraguay (en el extremo sur de Guayaquil) la tripulación de Vicente Escalante.   

Con los zapatos enlodados bajan de su precaria embarcación a motor y se alistan a descargar sus productos. Impacientes, los cinco hombres esperan a que el guardia abra la puerta de acceso al centro de comercio.   

Han pasado 12 horas desde que Escalante inició su recorrido por varios pueblos costeños en busca del apetecido cangrejo. A las 07:45, el apremio le gana al comerciante que ingresa presuroso a desembarcar las 28 planchas del crustáceo que recolectó.

Mientras sortea el vaivén de la corriente del Guayas y el lento movimiento de los cangrejos, con una agilidad que impresiona Escalante  sube al muelle confiando en que la escasez hará que el producto se venda más caro.       

Esa premisa es confirmada, luego, por las decenas de personas que rodean la pila de cangrejos asentados en el piso. Algunos compradores reaccionan desconcertados por el alza irregular de los costos. Entre la multitud de comerciantes que esperan en el muelle se abre paso Mariela. Esta manabita, de 43 años de edad,  visita todos los puestos en busca del mejor precio. No está segura desde que año empezó a comprar cangrejos al por mayor, pero cuando escucha que el crustáceo está escaso no tiene dudas en que le toca ‘aflojar más billete’. Resignada paga $ 55 por cada plancha de las 10 que llevará a Quito esa misma noche.   

La intendenta de Policía del Guayas, Consuelo Castro, y representantes de asociaciones de cangrejeros fijaron el precio de la plancha de 48 cangrejos en $ 60.

La medida resuelta por las autoridades el pasado 7 de mayo, y que expiró el 16 del mismo mes, poco importa a los comerciantes del lugar, expresa Pablo Evangelista. Este recolector artesanal afirma que desde la construcción del mercado Caraguay, la oferta y la demanda es la única ley que se respeta en el comercio del producto.  

Evangelista es uno de los 5.000 recolectores de la Asociación de Cangrejeros del Guayas. Tiene 25 años de edad, pero la aspereza de su rostro refleja los 14 años que lleva en esta dura labor. Una noche, luego de 10 horas de faena, ingresa al mercado con las escasas 12 planchas que consiguió reunir en la isla Puná (Guayas).       

Su trabajo apenas empieza, ahora tendrá que vender lo recolectado. En medio de los demás gritos, el de un comprador se destaca. “¡Ya, déjame en $ 35 (la plancha)!”, le reclama un cliente que le regatea a  Evangelista, quien le pide $ 50. “¡Toma, toma! Si te gusta te lo metes al bolsillo, si no me los devuelves”, le dice el cliente, quien le coloca dos billetes de $ 20 en la mano y se lleva presuroso los cangrejos antes de que el comerciante se arrepienta.

La venta se realiza con un sabor agridulce para Pablo Evangelista. Él esperaba vender las planchas al precio que establece la Intendencia. “A nosotros nos hacen problema los mayoristas. Ellos, como están en el mercado, no corren mucho peligro, andan perfumaditos y nosotros (estamos) con un ‘tufo’ a lodo”, cuenta con enfado el comerciante, pero casi murmurando para no espantar a los clientes.

De su lado, Juan Cruz sube las húmedas escaleras del muelle con dos planchas a cuestas. Corre para introducirlas al mercado antes de que se cierre la puerta de ingreso. Con 25 años de experiencia en el oficio, conoce los peligros a los que se exponen los recolectores artesanales del crustáceo. “Uno tiene que estar siempre precavido, porque a veces en el camino nos ‘tasan’ (los delincuentes) y se nos llevan hasta los motores”, asegura Cruz.  

En varias ocasiones ha sido víctima de ataques de los ‘piratas’. Aunque no utilizan patas de palo ni garfios, la misión de estos asaltantes marítimos no ha cambiado con el pasar de los siglos. Aún se dedican a amotinar embarcaciones, robar sus mercancías y, si el caso lo amerita, arrebatarles la vida a los tripulantes.    

A las 21:00 se cierra la puerta de ingreso al mercado. Quienes no desembarcaron podrán hacerlo a las 04:00 del día siguiente. Hasta entonces, los trabajadores esperan en la oscuridad de la noche, recostados en sus canoas y envueltos por el penetrante aroma de cangrejos enlodados. En unas horas estarán listos para volver a lidiar con el ‘regateo’ de compradores que no dejan de llegar a un mercado que nunca duerme en el sur de Guayaquil.

DATOS

El pasado mes, la Intendencia de Policía se reunió con comerciantes y representantes de distintas asociaciones de cangrejeros para fijar el precio del crustáceo.

La plancha de 48 cangrejos se estipuló en $60; la de 88, en $ 110.

En un comunicado oficial de la Intendencia y de la Gobernación del Guayas se informó que dichos precios serían respetados tras un acuerdo alcanzado “a través de un acta de compromiso firmada entre las autoridades y el gremio”.

El atado de 12 crustáceos puede costar entre $8 y $15 en el mercado.

La prohibición para capturar, comercializar y consumir cangrejo rojo fue establecida en el presente año desde el 1 hasta el 31 de marzo. Pero la veda del cangrejo azul se mantuvo desde el 15 de enero hasta el 15 de febrero. 

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