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Eloy Alfaro Delgado impulsó la organización popular de estos sectores

El Barrio Obrero, un proyecto inconcluso (II)

El Barrio Obrero, un proyecto inconcluso (II)
11 de enero de 2015 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

La idea del Barrio Obrero que se barajó a inicios del siglo XX respondió, según mi lectura, a la presión social de los sectores obreros y artesanales que se fortalecieron en el contexto de la Revolución Liberal de 1895-1912. Recordemos que el general Eloy Alfaro Delgado impulsó la organización popular de estos sectores, con la creación de la Sociedad Hijos del Trabajo (1896) y la Confederación Obrera del Guayas (1905), que fueron resultado del activismo político del anarquista y radical cubano Miguel Albuquerque Vives, su amigo personal.  

Pero también hay que entender que la ‘cuestión obrera’ era un problema que se ventilaba desde finales del siglo XIX, lo mismo en los sectores políticos conservadores que en los liberales ‘progresistas’.

A inicios del siglo XX, sectores del liberalismo oficial pedían insistentemente la atención de los obreros, desde el ámbito de la educación hasta el establecimiento de jornadas laborales dignas. También se criticaba el abuso del Cabildo guayaquileño, lo que generaba malestar en la naciente clase obrera, tal como lo describe el liberal radical J.M. Vela Jaramillo: “Una especie de espíritu revolucionario se extiende entre la masa obrera, por el despotismo o tiranía del Concejo de esta ciudad. Ya no hay LIBERTAD DE TRABAJO ni hay LIBERTAD DE ACCIÓN para los dueños de casa, el Concejo y sus empleados les ha privado de este derecho inalienable […] Y lo que más indignación y furor causa es que, a pesar de tantas hostilidades tiránicas, NO EXISTE tal ornato en la ciudad. De todos los adefesios y desaciertos a la vista u ocultos, la única culpable es la Municipalidad por su modo singular de proceder, falto de estética y de imparcialidad. Cuántos casos podríamos citar de sus disparates o imprevisiones, desde la irregularidad de las calles y plazas, altura de los edificios, haciéndolos subir o bajar conforme a la idiosincrasia de sus consejeros, hasta la extensión de los solares, muchos de ellos de 3 metros de frente y sin patio casi la totalidad de ellos; faltos de luz y aire, y sin recreo para los niños que se ven forzados a salir a la calle y caer en manos de los celadores… favoreciendo el paludismo, las epidemias y dando a la ciudad la fama horripilante de cementerio que la naturaleza no le dio”.1

Como vemos, la presión social que generaron los sectores obreros y artesanales, quienes demandaban mejores condiciones de vida en la ciudad, motivó que el Concejo guayaquileño plantee la construcción de un barrio obrero y un parque municipal, apartados, por supuesto, del ‘aristocrático’ centro.

El primer plano urbano donde se observa la proyección de esta obra es el de la Junta Patriótica del Centenario (1916). El proyecto fue inmediatamente aprobado por el Concejo Cantonal, disponiéndose “la construcción de obras de infraestructura física para el barrio para obreros en la parte occidental del Parque Municipal”.2 Como vemos en el plano, se destinaba un perímetro compuesto por 68 manzanas, junto a una enorme Plaza del Trabajo (con una superficie aproximada de 6 manzanas), en el extremo suroeste de la ciudad.

La idea de un barrio obrero estuvo presente en la imaginación de los cabildantes porteños durante, al menos, dos décadas. A inicios de la década del 30 se conformaría el Barrio Ayora3 -al parecer, el nombre se perdió en la memoria de sus actuales habitantes-, un poco más al sur del área proyectada para la edificación del Barrio Obrero, entre las calles José Mascote y Lizardo García, cinco cuadras al sur de Gómez Rendón.

El Parque Municipal, por su parte, originalmente se incluyó en el plano del agrimensor municipal Francisco Landín, de 1909. El parque se extendería desde el margen sur oeste de la urbe construida hasta el límite con la hacienda La Esperanza, de la familia Chambers Vivero (actual calle El Oro). Finalmente, en el plano municipal de 1928 permanecía el trazo del Parque, en un rectángulo comprendido entre las calles José Mascote, El Oro, Seis de Marzo y Gómez Rendón. El Barrio Obrero, en cambio, era reemplazado por un proyecto de canchas deportivas, hacia el oeste, a lo largo de Gómez Rendón entre José Mascote y Lizardo García4.

1. J. M. Vela Jaramillo, ‘La redención humana o el liberalismo futuro’, en Arturo Andrés Roig, edit., La utopía en el Ecuador, Quito, Banco Central del Ecuador/Corporación Editora Nacional, 1987, p. 454.

2. Milton Rojas y Gaitán Villavicencio, El proceso urbano de Guayaquil 1870-1980, Guayaquil, FES-ILDIS, 1988, p. 93.

3. Plano Municipal de Guayaquil (1934).

4. Marie S. Bock, Guayaquil: arquitectura, espacio y sociedad, 1900-1940, Quito, Corporación Editora Nacional/Instituto Francés de Estudios Andinos, 1992, p. 105.

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