El personaje
"El alcoholismo me llevó a las calles"
Los portales y calles de Guayaquil fueron durante 30 años el lugar de residencia de Bolívar Mendoza.
Este colombiano, de 56 años, llegó a Ecuador en los brazos de su madre, quien decidió cambiar de vida al abandonar los insultos de su progenitor. Estos recuerdos son escasos y difíciles para el vendedor de helados del mercado municipal de Sauces 9, norte de la ciudad.
Su adicción al alcohol tuvo sus consecuencias. El primer amor de su vida lo abandonó y junto con ella se marcharon sus tres hijos.
Los años lo llevaron de vuelta a su tierra natal para buscar a sus padres, pero solo encontró dos lápidas blancas y descuidadas.
Con medio hermanos conocidos decidió buscar a su único hermano de sangre de padre y madre, Isaac. Esto fue un paso para olvidar -menciona ingratamente- al referirse sobre su único hermano, a quien lo describió como una persona inclinada a la crueldad y los robos.
Bolívar asegura provenir de una familia de alcohólicos, lo que sí influyó en él pero eso no le impidió encontrar su segunda oportunidad al alejarse del gusto de las botellas por las letras de una Biblia que llegó casi de manera casual.
El hombre recuerda a un viejo amigo, Fausto Valdiviezo (+), quien le ayudó a progresar y ver que su futuro sería con su segunda esposa; con ella procreó un cuarto hijo y adoptó como suyo al vástago de su nueva amada.
El trabajo no le ha faltado, ha sido vulcanizador por muchos años, pero desde hace un tiempo es conocido y muy concurrido vendedor de helados artesanales. Su equipo diario de labores es un triciclo celeste y una camiseta de cuello del mismo color combinado y dando un estilo propio al hombre de fe.
Ahora Bolívar está rehabilitado y no le interesa volver a su pasado, sino caminar al futuro de su ideal: servir de ejemplo y de apoyo para aquellos borrachos de la vida nocturna. (I)