Hace aproximadamente tres décadas, Yolanda Uquillas llegó hasta un lote ubicado en la ciudadela Martha de Roldós, al pie de la Av. Juan Tanca Marengo, para instalar un negocio de comida.

Era un lote baldío de propiedad del Banco de la Vivienda, afirma Uquillas. Inicialmente eran 20 las personas que se ubicaron en el sitio para el comercio. Hasta el presente año, la cifra de vendedores se duplicó.

Con el tiempo, la mayoría de ellos legalizó su situación ante el Municipio de Guayaquil. La actividad se desarrolló normalmente hasta que en septiembre pasado, el Cabildo procedió a desalojarlos.

“La decisión nos tomó por sorpresa”, manifestó doña Yolanda. La Alcaldía, según comerciantes consultados, no informó sobre la intención que existe sobre el terreno expropiado.

Los dueños de los negocios que contaban con permisos municipales consiguieron una indemnización aproximada de $ 6.000. Sin embargo, quienes no pudieron regularizar su situación, quedaron sin un sitio para ejercer sus actividades.

“Sería legal si no fuera porque ese grupo tuvo dificultades para obtener los permisos respectivos”, afirmó Carlos Merchán, quien reubicó su picantería casi al pie del lugar que lo acogió por casi dos décadas.

Aunque se siente tranquilo, no está conforme. La acción municipal, asegura, dejó en la indefensión a cerca de una docena de comerciantes. “¿Qué será de ellos ahora que no tienen un lugar seguro donde ganarse la vida”, reprocha Merchán.

El resto de desalojados encontró espacios en los alrededores del lote baldío, donde antes trabajaban. La incertidumbre se apodera de ellos porque no saben si las ganancias de sus ventas generarán los réditos suficientes para pagar los alquileres de sus nuevos locales.

Yolanda Uquillas afirma que hay el rumor de que el Cabildo proyecta un nuevo centro de abastos lejos de la Av. Juan Tanca Marengo. Los comerciantes se resisten porque no tienen la certeza de que hasta allá lleguen los clientes, ni tampoco saben si tendrán que pelear por un local con los informales.

De mercado a centro cultural

Estafados, es la palabra con la que un grupo de comerciantes del Mercado del Norte definen las acciones del Cabildo en torno a la remodelación de la infraestructura ubicada en las calles Baquerizo Moreno y Padre Aguirre.

Desde mediados de 2015, el Municipio anunció la intervención del lugar por el estado de vetustez de paredes y redes de agua potable, electricidad y alcantarillado.

No fue sino hasta mediados de 2017 cuando los comerciantes fueron notificados de un desalojo. “Prometieron que sería temporal, que solo harían reparaciones”, detalló Resurrección Chacaguazay, representante de los vendedores.

Con esa historia, casi un centenar de comerciantes fueron trasladados hasta un lote en Boyacá y Piedrahíta, donde transitar resulta una proeza por la estrechez de los pasillos, donde solo existe un baño pero sin redes adecuadas de alcantarillado y agua potable.

Para finales del año pasado, el Cabildo reveló que el Mercado Norte pasará a ser un centro cultural. “Será más que una simple galería”, adelantó el vocero municipal, Jorge Rodríguez, sin dar mayores detalles.

Los comerciantes protestaron y marcharon hacia la Municipalidad en marzo. Les prometieron un nuevo centro de abastos en Ximena y Piedrahíta...Nuevo cuestionamiento, el lugar forma parte de la ruta de la Aerovía. Los comerciantes mantienen la incertidumbre de si podrán laborar en condiciones confiables. (I)

Las obras de remodelación del Mercado del Norte, emprendidas por el Cabildo, comenzaron el año pasado. Foto: José Morán / El Telégrafo