En dos galpones acondicionados en el patio de transporte público de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE), dentro de la Terminal Terrestre de Guayaquil, decenas de conductores hicieron filas para, por primera vez en el cantón, someterse a las pruebas de alcoholemia antes de viajar de la ciudad hacia otras provincias o cantones del país.

La medida es parte de un plan nacional de las autoridades de tránsito que buscan reducir los índices de accidentes en las carreteras. Francisco Medina, uno de los conductores que ayer se acercó a la citada estación, usó  la máquina digital, parecida a un cajero automático, para introducir sus datos personales, huella digital y destino final hacia el que manejaría. 

Sin embargo, tuvo que ser asistido por uno de sus colegas que estaba cerca para manipular adecuadamente la máquina denominada alcoholímetro. “¿Qué hago con esto?, ¿dónde pongo la licencia?... La máquina se quedó parada”, preguntaba Medina a un asistente de la Terminal Terrestre estaba destinado para atender este tipo de inconvenientes.

Uno de los problemas que tuvieron ayer los conductores fue la falta de dominio de la máquina para que este emita el tiquete que avala a los choferes como profesionales que están en buen estado.

Así, se observó casos de choferes que, luego de completar los formularios digitales, soplaron directamente en un agujero de la parte superior de la máquina sin colocar una boquilla (un tubo plástico) para usar el dispositivo. “No sale el tiquete”, se quejó uno de los transportistas públicos, que no se dio cuenta de su error.

También, hubo otros conductores que olvidaron el tubo, el cual se entrega de manera gratuita por una ocasión en la terminal. Estos choferes esperaban que otros de sus compañeros se los prestaran para someterse a la prueba. “No se presten eso, que es de uso personal, deben llevarlo todo el tiempo. Nosotros se los regalamos una vez.

Además, es antihigiénico prestárselo, porque no saben si la otra persona es portadora de alguna enfermedad que los puede contagiar”, los corrigió uno de los orientadores que estuvieron en los galpones para ayudar a  los transportistas.

Asimismo, hubo casos como el de Héctor Zambrano, de Ruta Portovense, quien preguntó si por tomar jugo de uva o manzana le saldría positivo en la prueba. “No”, le respondió un empadronador. 

En total, 20 cooperativas de transporte cantonal e interprovincial comenzaron a trabajar con este método. Mañana se incorporarán al sistema 23 agrupaciones más, el lunes 21 y continuará hasta que se complete la totalidad de rutas que operan en la estación porteña.

Desde hace un mes y medio, según Klider Campos, director de operaciones y de seguridad de la terminal, se han realizado  capacitaciones a conductores con el objetivo de que manipulen adecuadamente los alcoholímetros. “Seguiremos instruyendo a más”.

Además, explicó el funcionario, los conductores antes de incorporarse a los controles tienen que registrarse en el sistema (dura 3 minutos) y de allí ya pueden hacerse la prueba en el alcoholímetro. “En caso de que la prueba le salga positiva, el conductor no puede  dejar la estación, será detenido por vigilantes a la salida de la estación  y se arriesga a que lo sancionen”.

Conductores como César Zambrano, de Reina del Camino, comentó que está de acuerdo con los controles, pero considera que los accidentes se dan más por choferes inexpertos que manejan a alta velocidad. “El alcohol es la segunda causa de los accidentes”. Hasta la mañana de ayer no hubo detenidos.