Especial coronavirus
Con el cambio de semáforo se debe repensar en nuevos valores sociales
Son las 09:00 y en la urbe guayaquileña el movimiento vehicular y peatonal se activa a paso lento. Hay cambios: ya no es común el paso vertiginoso de los transeúntes, el flujo vehicular tampoco es intenso y los dueños de negocios abren sus locales con alguna parsimonia.
Esto es a primera vista lo que se observa en el bulevar 9 de Octubre, mientras que en el conocido sector de La Bahía, el comercio parece aún aletargado; a medida que pasan las horas la fluidez peatonal y vehicular va en aumento. Pero con un detalle que se ha hecho habitual: el uso de la mascarilla es parte de la indumentaria.
De igual forma, se observa otra conducta: en los espacios públicos y entidades de atención al cliente hay un relativo respeto al distanciamiento entre personas, aunque esto no siempre se cumple en el transporte urbano.
Son cambios visibles en el comportamiento de las personas, una vez que las autoridades determinaron la modificación del semáforo rojo (aislamiento) al amarillo (circulación con restricciones). Sin embargo, esa dinámica, por momentos se quebranta con el paso de las horas y por la tarde la ciudad parece que impera nuevamente el frenesí del comercio y se presentan focos de aglomeraciones.
Guayaquil y gran parte de la provincia del Guayas tratan de habituarse a la nueva realidad de convivencia, pero a muchos ciudadanos les cuesta someterse a esa disciplina, que puede modificarse según lo determinen las autoridades del COE cantonal, que sigue atenta en caso de un eventual rebrote del covid-19.
Carlos Tutivén, sociólogo y docente de la Universidad Casa Grande, es algo escéptico a creer que esos cambios de conducta sean permanentes. “No creo que la sociedad se haya preparado para el distanciamiento social, porque no ha habido un entrenamiento previo”.
Considera que como sociedad, al no haber tenido una experiencia similar a esta pandemia y al tener como característica una falta de disciplina racional como sociedad, la probabilidad de un rebrote a corto plazo está latente, porque no hemos pasado procesos históricos emergentes”.
Lo que existe, a su criterio, es una mezcla de advertencia de los mandatos que provienen de las autoridades y de la racionalidad médica y científica y lo que la ciudadanía hace es improvisar sus cuidados, con toda la idiosincracia que le caracteriza, por momentos se respetan las medidas y por ratos estas se olvidan.
Para César Garcés, sociólogo de la Universidad de Guayaquil, el tema está dado por el nivel de conciencia acerca de la pandemia, pero también subyugado a la necesidad económica.
Como ejemplo, anota que la gente se aglomera por las necesidades económicas, lo que hace presumir que falta una mayor conciencia sobre la magnitud de la pandemia. “Es aquí donde se presenta el desafío de los imaginarios sociales, qué estrategias aplicar para una adecuada convivencia e incluso en repensar en un nuevo esquema de valores en la sociedad, para desarrollar una nueva lógica en un mundo ahora distinto.
De su parte, el sicólogo clínico y organizacional Samuel Merlano recomienda que como sociedad no se puede vivir con miedos. “No podemos retroceder, ni escondernos, ni huir del virus, sino que a mayor libertad debe haber mayor responsabilidad”.
Para él es importante seguir trabajando en el cuidado de la higiene y evitar el contacto masivo, mientras que quienes han perdido algún familiar o allegado deben saber superar las etapas propias del duelo: negación, depresión, ira, resignación y aceptación de esa realidad. “Eso les permite lograr la consolación y la paz”.
A mantener las normas
El cambio de semáforo no implica un retorno a la cotidianidad, es más bien un paso en el aprendizaje hacia una nueva convivencia, que implica mayor precaución y cuidado. Así lo manifiesta el epidemiólogo Francisco Andino cuando se refiere a la decisión de los COE cantonales de cambiar las medidas de aislamiento, por el distanciamiento, medida que ya se aplica en varios cantones del país.
Enfatiza que a más de las normas ya conocidas, como el uso de la mascarilla, el lavado de manos y la desinfección corporal, se deben aplicar nuevos esquemas de limpieza en las superficies y objetos que las personas manipulan. “Es importante tener siempre a la mano el alcohol, usar el cloro y el amonio cuaternario, en lo personal me inclino por este último”, recalca.
A esto se suma, dice, un cambio en la alimentación. Las personas deben informarse bien sobre las guías de inmunonutrición, que permiten soportar mejor los embates del covid-19. Además hace un llamado a la ciudadanía a estar alertas sobre la enfermedad de kawasaki, que afecta a los niños, ya que están más expuestos.
La fiebre, dolor de cabeza y sarpullido son los síntomas más frecuentes, si el niño presenta cualquiera de estos cuadros debe ser llevado al pediatra.
Finalmente, Andino recuerda que en el foro permanente de la salud, se insiste en un cambio en el modelo sanitario, para lo cual es importante el marketing en esta área. (I)