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Aprendiendo el “don de mando” bajo la luz verde

Aprendiendo el “don de mando” bajo la luz verde
24 de abril de 2012 - 00:00

Se llama Janio Peñafiel y lleva,  desde hace   aproximadamente   dos meses,   un código alfanumérico sobre su camisa. “ASP. COD. 211 J. Peñafiel”, reza, sobre  la tela blanca, bordado con letras  azul marino.

“De esta forma nos identificamos dentro de la institución. Cada uno tiene uno diferente”, explica, serio.
Janio, de 19 años, es uno de los 450 aspirantes a agentes de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE) que, desde el pasado lunes, se encuentran en las diferentes calles e intersecciones del centro de la ciudad como parte de sus prácticas de direccionamiento, una de las asignaturas que deben aprobar durante su capacitación en la Escuela de Formación de Oficiales y Tropa   (EFOT).

Luz verde. Janio interrumpe la conversación y se dirige a una esquina de la calle Tungurahua. Se para derecho y con don de mando levanta su brazo   izquierdo de manera   firme, para hacer una señal que  indica a los vehículos que avancen. Al mismo tiempo pita -haciendo variaciones de sonidos como los vigilantes con experiencia- para alertar a los peatones que se encuentran en la otra vereda y que no pueden cruzar la calle hasta que el semáforo cambie a rojo.

“Me siento muy orgulloso de ser parte de esta institución, ahora como estudiante, pues nuestra misión es servir a la comunidad, a las personas de la ciudad”, recalca el joven, como repitiendo un libreto.

Al igual que todos, Janio utiliza una gorra y pantalón azul oscuro, chaleco reflectivo, camiseta blanca y  botas negras. Aunque este es su primer día en la calle como practicante de agente,  dice que no se siente   nervioso.
Lo contrario le sucede a Danny Jeréz, de 19 años, un joven  delgado que practica con los peatones en la avenida  José de Antepara, al sur de la ciudad.

“Sí, me siento un poco nervioso, porque no sé cómo terminará este día, pero estoy contento de aprender  el trabajo. Siempre quise ser vigilante”, sostiene, “desde chiquito, porque un tío mío era vigilante”.

Al igual que en otras zonas de la ciudad, en las que estos jóvenes estudiantes realizan sus prácticas de direccionamiento de tránsito, aquí también hay agentes que supervisan el trabajo de los chicos.

En una hoja sobre   un tablero, el instructor Jorge Almeida  evalúa el desempeño de cada uno y su actitud durante la práctica.

“Cada día tenemos en la calle un total de 150 estudiantes, en diferentes turnos. Esta semana estamos enfocados en los deberes y obligaciones del peatón y durante las otras semanas cambiaremos de temática para que   se vayan familiarizando más con este  trabajo y con el sentido de las vías”, dice el cabo Primero, Washington Castillo, uno de los 13 instructores asignados en la calle Gómez Rendón y las intersecciones.

Según él, en las próximas semanas abarcarán diferentes calles y avenidas del norte y sur del puerto, como las que se encuentran en los alrededores de los centros comerciales.

“El entrenamiento físico no se me ha hecho tan duro. Pero lo que más me ha gustado es aprender sobre disciplina, valores y sobre cómo tratar a las personas”, precisa  Danny.

Las Normas de Etiqueta, Introducción General al Derecho Constitucional, Salud y Nutrición y Ordenanzas Municipales Aplicadas al Tránsito y Transporte Terrestre  son algunas de las materias que se imparten en los cursos de la EFOT.

“La finalidad es que ellos se formen a nivel integral y con las prácticas vayan reconociendo el terreno en el que les tocará trabajar, así irán  perdiendo el miedo”, indica el director de la EFOT,  coronel Simón Arias.

En total hay alrededor de 600 aspirantes a convertirse en vigilantes de tránsito, de los cuales 183, que se encuentran  en Milagro,  salen a realizar su trabajo en las calles  en dos turnos diarios.

“Son 75 chicos en la mañana y 75 en la tarde, en turnos que van desde las 06:00 hasta las 17:00”, explica Arias, y agrega  que esta institución tiene más de 60 años formando nuevos vigilantes de tránsito y que en estos años su sistema de enseñanza, así como sus instalaciones,  han evolucionado.

“Esto no es ni coliseo ni hipódromo para andar dando látigo. Antes el entrenamiento físico era muy duro. Además, estábamos ubicados en una zona remota, en la vía a Daule, cuando eso era como un pantanal”, relata mientras recuerda sus primeras jornadas en la calle, tiempo en el que era  practicante... “En mi primer día me tocó ver un accidente...”.

Los tres primeros meses de formación,  los aspirantes permanecen internados en las instalaciones de la EFOT, ubicada  junto a la terminal terrestre. El curso dura  un año.

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