Una presidencia marcada por los escándalos
Joseph Blatter anunció finalmente hoy su dimisión como presidente de la FIFA tras los escándalos por corrupción que sacuden al organismo.
El suizo, de 79 años y en el cargo desde 1998, había sido reelegido para un quinto mandato el pasado viernes en Zürich en un congreso marcado por la detención de varios dirigentes acusados de corrupción.
Cuarenta años en la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), 17 de ellos como presidente y que hubiesen sido 21 tras ser reelegido el viernes para un nuevo mandato hasta 2019, hacen de Joseph Blatter un hombre curtido en mil batallas.
El hombre que se pasea por medio mundo con honores casi de jefe de Estado, que es recibido de tú a tú por los más altos dignatarios es, por encima de todo, un hombre de negocios que convirtió la FIFA en una máquina de hacer dinero.
Pero su presidencia ha estado marcada casi desde el día uno por escándalos y guerras internas. Fue elegido en 1998 como reemplazo de su mentor, Joao Havelange, y desde entonces tuvo que luchar por imponerse como autoridad en una organización acostumbrada a veinticuatro años de liderazgo del brasileño.
Sobre aquel proceso de 1998, el británico David Yallop escribió el libro Cómo han amañado el partido, acusando al equipo de Blatter de prácticas corruptas para asegurarse la victoria sobre el otro candidato, el sueco Lennart Johansson, entonces presidente de la UEFA.
Tuvo un duro reto en 2002 para conseguir la primera reelección, al encontrarse con ataques de varios miembros de su Comité Ejecutivo y del entonces secretario general, Michel Zen-Ruffinen, que hablaron de manipulación de las cuentas del organismo e irregularidades financieras.
Ganó sin problemas (139 votos contra 56) a su rival de aquella elección en Seúl, el camerunés Issa Hayatou, presidente de la Confederación Africana de fútbol (CAF).
En 2006, otro libro procedente de Inglaterra, de Andrew Jennings con el título Tarjeta roja, abordaba de nuevo la corrupción de la era Blatter y su publicación incluso llegó a ser prohibida en Suiza judicialmente.
Nadie impidió la reelección en 2007, donde fue candidato único, pero hace cuatro años, en el 61º Congreso en 2011, la corrupción fue tema de pasillos y debates antes de la reelección del suizo.
El que iba a ser su rival, el catarí Mohammed Bin Hamman, se vio forzado a retirarse unos días antes de la votación, después de un caso de corrupción por pago de sobornos.
Un capitán en la tormenta
Blatter concurrió en solitario a las elecciones y se autoproclamó "capitán en la tormenta".
"¿Crisis? ¿Qué crisis?", dijo entonces, en una de sus frases más recordadas, que bien podría repetir en esta ocasión, donde la corrupción ha vuelto a marcar el desarrollo del Congreso y ha hecho que éste tenga lugar en un momento muy complicado.
En los últimos años las sospechas por corrupción en la atribución de sedes de los Mundiales de Rusia-2018 y Catar-2022 ha sido uno de sus grandes quebraderos de cabeza.
El autor del informe encargado para evaluar la limpieza del proceso, el estadounidense Michael Garcia, llegó a dimitir el pasado mes de diciembre en desacuerdo con las conclusiones efectuadas de su estudio por la propia FIFA.
"No tenía el apoyo de todos"
En el nuevo mandato, Blatter hubiese tenido una ardua tarea para mejorar la imagen de una organización a la que este exdirectivo de la Federación Suiza de Hockey de Hielo entró en 1975, cuando era director de Relaciones Públicas y Deportes de la marca de relojes Longines.
Desde 1975 está en la FIFA, primero como director técnico hasta 1981 y luego como secretario general hasta 1998, cuando ascendió a la presidencia.
Hoy, el dirigente suizo justificó su decisión de no continuar al frente de la FIFA, al argumentar que la organización "necesita una profunda renovación frente a los desafíos que no se detienen".
"Aunque fui reelegido, no tenía el apoyo de todo el mundo del fútbol", añadió Blatter en referencia sobre todo a la oposición de la confederación europea (UEFA) a su reelección. (I)