El motociclista Pablo Mejía se queja del frío que le recorre los pies. Está convencido de que sus medias están mojadas y se quita los zapatos en una de las aceras del hotel Marriott para comprobar que están secas. El clima quiteño le ha hecho tener una sensación que en su natal Cali sería imposible. “Esto es una nevera, hermano”, dice, con la esperanza de conseguir una entrada para la final de la Copa Libertadores, que disputaron Independiente del Valle y Atlético Nacional de Medellín, la noche de ayer.

El hincha colombiano —que llegó en su moto un día antes del cotejo inédito en el mayor torneo continental interclubes— lanzó un pronóstico que resultó acertado: “Nacional saldrá a atacar, como siempre lo ha hecho. Y hay que marcar en zona a los de Independiente del Valle”.

Al norte de Quito, fuera del hotel donde se hospedó la delegación colombiana de ‘el verde’, como lo llaman sus hinchas, los líderes de la barra ‘Los del sur’ revendieron entradas al cuádruple de su valor. Mejía condujo sobre 2 ruedas por más de 12 horas, haciendo una sola parada en Pasto, para comer. En la capital ecuatoriana logró tomarse una fotografía con el futbolista retirado Juan Pablo Ángel, una figura de Nacional que ahora es parte de la dirigencia del conjunto que empató 1 a 1 en el estadio Olímpico Atahualpa.

Solo unas horas antes del encuentro, el calvo motociclista caleño compró un boleto revendido para alentar a su equipo desde la general nororiental, localidad que la hinchada verde desbordó incluso con aficionados residentes en el país.

Cerca de la entrada al hotel, Laura Duque, hincha de Club Atlético Nacional, esperaba ver a los jugadores colombianos sin saber que uno de ellos, el delantero Marlos Moreno   —quien también integra la Selección Colombia— le regalaría una entrada al enterarse de que llegó tarde a la fila que se formó el martes pasado.

De la intersección que forman las avenidas Francisco de Orellana con la Río Amazonas partieron centenares de hinchas hacia el estadio Olímpico Atahualpa, la tarde de ayer. Varios son de Antioquia pero también hubo hinchas de Pasto —reconocibles por su acento fronterizo—, bogotanos —a quienes les llaman ‘rolos’— y hasta caribes —con su tradicional sombrero ‘vueltiao’—.

El tiempo que toma venir por tierra desde Bogotá a Quito es de un día y medio, si es que el bus no se detiene, es decir, si es que dos conductores se relevan frente al volante. Una veintena de autobuses recorrió esa ruta esta semana y adentro de uno estaba Michael Camelo, quien dijo que “la hinchada de Nacional es de todo el país” pese a que ‘Los del sur’ suelen discriminar —a punta de golpes— a los rolos, por ejemplo.

Iván Delgado replicaba que “los hinchas de Millonarios no existen”, mientras empotraba una banderita de Japón en el asta de la gran tela verde y blanca que trajo desde la capital colombiana.

El domingo pasado, un par de hinchas, John y Sebastián, hicieron maletas en Marinilla, un municipio del oriente de Antioquia. Llegaron el martes, después de telefonear a un amigo peruano, hincha de Alianza Lima, que vive en el sur de Quito y quien los acogió. Ambos aficionados tiritaban en la tarde quiteña, mientras bebían una cerveza de una marca local. Argentina, Chile, Brasil, Paraguay y Uruguay estuvieron entre sus destinos a la hora de ver el fútbol copero de su equipo predilecto este año. “Esta es la mejor hinchada de Sudamérica”, suelta John, sin ánimo de presumir y remata: “en 2015 estuvimos acompañando al verde frente a Barcelona y Emelec, en Guayaquil. Hoy queremos batir el récord continental de la barra que ha llevado más hinchas visitantes a un partido internacional”.

A las 18:15 de ayer, los accesos 2 y 3 del Atahualpa, en la calle José Correa, no daban abasto para la hinchada colombiana, por lo que las puertas 13, 14 y 15 recibieron al tumulto ‘arriado’ por la policía montada. La barra verde superó el aforo de 4.000 personas dispuesto para los visitantes y muchos se quedaron fuera del estadio.

El ciclista Álex Gutiérrez salió desde La Pintada, en Antioquia, hacia Pasto sobre un bus en el que se sentó durante 11 horas. Llegó a las 06:00 del martes a la capital nariñense y se demoró una hora en desayunar, para tomar la bicicleta que lo llevó al Santuario de Las Lajas, a las 14:30 y, posteriormente, a Rumichaca, puente fronterizo que cruzó a las 17:00. La noche de ayer estaba nervioso, pero se logró colar por uno de los muros del estadio. Cruzar la puerta amarilla, hacia el graderío, solo fue cuestión de empeño luego de que sonó el pitazo inicial.

El 20 de julio es el Día de la Independencia en Colombia, había ambiente de fiesta y aunque el caleño Pablo Mejía y el antioqueño Álex Gutiérrez dudaron si podían entrar al Atahualpa, coincidieron en que “con el mero hecho de venir hasta acá (en dos ruedas), le cumplimos al equipo. Ahora que ‘el verde’ haga lo suyo”. (I)