Tragedia argentina en 3 actos
Primer acto: 10 de octubre del 2017, estadio Atahualpa. Tras haber empatado con Perú, como local, en el penúltimo partido del premundial sudamericano, en el cierre del torneo Argentina debe ganar en Quito para asegurar su clasificación a Rusia 2018.
Al frente tiene a la altura, donde juega un rival disminuido, acaso en su peor versión de los últimos 30 años. No queda otra.
Ecuador se pone en ventaja apenas empieza el partido, se vienen los peores augurios. Sin embargo, Lionel Messi demuestra por qué es uno de los mejores jugadores del mundo.
Bajo su tutela en la cancha, el equipo de Jorge Sampaoli da vuelta al marcador y gana 3-1. No hay necesidad de pasar por la repesca, Argentina clasifica al Mundial.
En la banca, el Brujo Manuel, un manosanta adscrito a la delegación por encargo del propio presidente de la AFA, Claudio Tapia, se lleva parte del crédito.
Segundo acto: La preparación argentina al Mundial es accidentada. Incluye un inclemente 1-6 con España. Pero el medio tiende a creer mucho en las cábalas, en acomodar realidades pasadas exitosas para decir que "todo bien" hoy. Recuerdan que el equipo que ganó el título de 1986 también había tenido una clasificación accidentada y una etapa de preparación para el olvido.
A eso se aferran, incluso cuando hay la necesidad de hacer cambios en el equipo por la salida del golero Sergio Romero, lesionado según el parte oficial. Sin embargo, su esposa niega tal versión y da a entender malos manejos del técnico.
Se lesiona también Manuel Lanzini y lo reemplaza Enzo Pérez, un jugador que no había sido tomado en cuenta durante el ciclo y que en el Mundial se hizo titular, por encima de Giovani Lo Celso.
Plantan al Papa en El Vaticano y suspenden un partido frente a Israel, en Jerusalén, luego de la amenaza de violencia por parte de extremistas palestinos.
Ya en Rusia, frente a Islandia, Messi falla un penal y el equipo acaba empatando 1-1 penosamente con un debutante absoluto en el Mundial. Frente a Croacia, en Nizhny, sufren un baile y pierden 0-3.
Hay que ganarle a Nigeria, no queda otra. Y aparece, obvio, Messi para rescatar un partido casi perdido. Triunfo 2-1 y a jugar octavos ante Francia.
Los galos, con un Mbappé superlativo, los derrotan 4-3. El marcador pudo ser peor y el Brujo Manuel no fue adscrito a la delegación mundialista.
Tercer acto: La derrota se ventila en los programas deportivos, en los políticos, en los de farándula. ¿Qué hacer? Los dardos apuntan a Messi, al que otra vez acusan de dar todo a su club y nada a su selección.
Sampaoli, un cultor de la ignorancia y la improvisación ("leo dos páginas de un libro y me aburro", ha llegado a decir) se niega a renunciar. Detrás suyo hay una cláusula de $ 20 millones, obvio que no se irá.
Javier Mascherano se retira de la Selección, señalado por sus errores y su desgaste. Mientras, el medio se plantea pocas salidas.
Alejandro Casar, periodista de La Nación, apunta una de ellas: "archivemos frases como 'del segundo nadie se acuerda' y 'el fútbol es para vivos'. No las usemos más, nos hicieron mucho daño".
El exitismo y la ventaja extradeportiva son una pesada losa que carga el fútbol del Río de la Plata y que han terminado volviéndose en su contra cual bumeran.
Hace cuatro años, en Brasil, el equipo que llegó a jugar la final con Alemania fue visto con desdén, hoy esa posición se extraña. La dirigencia, más allá de las soluciones mágicas y las cábalas, no prende luces. (O)