A las 17:35 del miércoles aterrizó la primera avioneta con pasajeros en el Nuevo Aeropuerto Internacional de Quito, que se construye en Tababela. Se trató de una nave laboratorio de la Dirección General de Aviación Civil (DGAC), que llevaba en su interior al alcalde capitalino Augusto Barrera; al director del Departamento de Aviación Civil, Fernando Guerrero; al gerente de la empresa aeroportuaria, Freddy Egüez; y al subsecretario de Transporte, Carlos Jácome.

Ocho minutos duró el viaje desde el actual aeropuerto Mariscal Sucre hasta la nueva terminal aérea, mientras que por vía terrestre el tiempo de recorrido desde la capital oscila entre 60 y 90 minutos. 

La construcción del aeropuerto está en su fase final, cuenta con más del 90% de avance. Al momento se encuentran trabajando 3 mil personas en el lugar. Desde el inicio de la obra se ha utilizado la mano de obra de 7 mil personas, que en horas de trabajo se transforma en 20 millones de horas por hombre.

Según Philip Baril, director general de Quiport, la obra civil  concluyó y los trabajos que faltan son de instalación de pisos y paredes. “Faltan el cielo raso en el área de embarque y seguridad, el tendido eléctrico en el sistema de equipaje, y la fase final de los sistemas de ventilación”, dijo.

Los otros trabajos que se realizan son la construcción del drenaje, piscina de manejo de aguas y la terminal de carga. Asimismo se trabaja en la construcción de la vía de acceso a la terminal aérea -la ruta Collas- que finalizará un año después de la inauguración del aeropuerto.

El alcalde Barrera explicó que el aeropuerto empezará a operar desde el 12 de octubre próximo y dará a la ciudad un ingreso aproximado de 200 millones de dólares anuales. Además, aseguró que “hemos resuelto todos los problemas que teníamos”.

Para cuando el actual aeropuerto cese sus operaciones se realizará una gigantesca mudanza de equipos y materiales, desde allí hacia la nueva terminal, lo que tomará unas 16 horas y se utilizarán 4.000 camiones para el traslado.

Dentro del marco de pruebas de operación, el burgomaestre, desde la torre de control, dio la orden de encender  el sistema de iluminación de la pista. Al instante se observó cómo luces blancas, azules y rojas iluminaban los 4.100 metros de longitud.

Las luces rojas  indican dónde el avión tocará el pavimento, y las azules si la nave está volando muy alto o muy bajo, explicó un técnico.

En la torre de control se instaló el cuarto eléctrico, que contiene cuatro alimentadores, dos adentro y dos afuera, para la seguridad. La energía eléctrica la suministra la  subestación de Tababela y la red nacional, desde Nayón.

Guerrero señaló que tres meses antes de empezar a operar se realizarán pruebas con los aviones de las  aerolíneas. Además, aseguró que el aeropuerto cuenta con todas las medidas de seguridad.

El nuevo aeropuerto de Quito se asienta en 1.610 hectáreas -10 veces más grande que el actual-, de las cuales 65 hectáreas ocuparán las Fuerzas Armadas. Además, 18 entidades públicas también tendrán su espacio en la terminal.

La altitud sobre el nivel del mar es menor frente al actual aeropuerto, lo que según los expertos permitirá -al cumplir normas técnicas internacionales- que aviones de gran capacidad puedan despegar sin escala a destinos como España y Holanda.