Voluntarios destacan capacidad de reacción de los ecuatorianos tras el terremoto
El cielo de Berlín no es igual al de Manabí, porque el de esta provincia ecuatoriana -como lo describe Franziska Lelanz- tiene un azul especial. Esta joven alemana no solo está cautivada con el firmamento y las playas de esta provincia, sino y sobre todo, con su gente.
Llegó hace más de un mes a esta provincia como turista y estuvo en Canoa cuando ocurrió el terremoto.
En lugar de regresar a Alemania, ella y su amiga Anna Ohlrogge permanecen en la parroquia de Coaque, donde participan en la construcción de un centro comunitario para esta localidad, un espacio que se levanta únicamente con la colaboración de voluntarios, ecuatorianos y extranjeros. La idea de construir un centro para la comunidad de Coaque fue una iniciativa de organizaciones no gubernamentales que, a su vez, convocaron a voluntarios para que apoyaran esta labor.
El trabajo, de hecho, se inició a los pocos días de ocurrido el terremoto: a las 18:58 del 16 de abril.
Aunque ya transcurrieron 30 días del movimiento telúrico, ellas dicen que la ayuda siempre será demandada porque la etapa de reconstrucción dura años. Aún no saben cuándo retornarán a Berlín, “porque aquí nos necesitan más”.
En Manabí también hay voluntarios que llegaron al otro día de registrado el terremoto, como es el caso de Marline Fayallek, una francesa que colabora en el albergue de la parroquia Canoa, en el cantón San Vicente. Recuerda que hace un mes todo era un caos, pero hoy las “cosas ya son diferentes”.
La joven gala se refiere, en especial, a la organización y dice que la capacidad de respuesta ante esta catástrofe ha sido “muy rápida”.
Con ella concuerda el nicaragüense Irvin Prado, quien dejó Uganda, un país situado en África oriental, para prestar su ayuda en Pedernales. Según él, la capacidad de reacción de Ecuador ante este desastre natural es un hecho destacable, porque en otros países, donde Irvin ha colaborado en desastres, entre ellos Haití, la respuesta fue muy tardía. Irvin permanecerá más de un mes en esta ciudad para evaluar la respuesta del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PNUD), que instaló en Pedernales un centro de apoyo.
El nicaragüense advierte que no es fácil adaptarse a vivir en zonas golpeadas por un desastre natural. “Realmente tienes que amar tu trabajo porque te encuentras con situaciones muy dolorosas que son difíciles de manejar”.
Irvin tiene una vasta experiencia en trabajar en situaciones de emergencia. Hace 6 años estuvo varios meses en Haití, precisamente tras el terremoto que devastó el país: el 12 de enero de 2010.
Después de Haití viajó a Pakistán, donde las inundaciones dejaron cientos de familias damnificadas.
En Guatemala también asistió a diferentes poblaciones golpeadas por los huracanes en Madagascar, por los ciclones, y en Sierra Leona, por el ébola.
Entre voluntarios se convocan para ayudar a los damnificados
En el albergue de Canoa hay un grupo de voluntarios que provienen de diferentes países, como lo explica la francesa Marline Fayallek, quien indica que en el momento que ocurrió el terremoto ella se encontraba en un hotel en Puerto López.
Desde allí viajó a Portoviejo para brindar su apoyo y finalmente arribó a Canoa. Sebastián Guerrero, gestor de proyectos del colectivo de voluntarios independientes ‘Comparte Ecuador’, es uno de los voluntarios más entusiastas. De hecho, Sebastián, un joven quiteño de rastas, es una de las personas que más admira el mayor del Ejército Ramiro Jadán, quien está a cargo de este albergue.
“Sebastián es increíble, va y viene ayudando a la gente. Parece que no se cansa, siempre está coordinando y pendiente de la gente que más necesita”, dice Jadán.
Aunque Sebastián estudió la carrera de Administración de Empresas, su vocación es la ayuda humanitaria. Ecuador no es el primer país donde brinda su apoyo, también ha tenido experiencias humanitarias en América Latina y Asia. Este joven refirió dejar un proyecto empresarial para dedicarse a asistir a los damnificados por 6 meses.
Explica que ‘Comparte Ecuador’ se creó la misma noche del sismo. “Decenas de personas con experiencia en voluntariado acordaron reunirse y comenzó a fluir el apoyo de los voluntarios”, indicó. (I)
'Las réplicas podrán continuar por meses y años'
Al cumplirse un mes del terremoto registrado en las costas de Manabí y Esmeraldas, el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional informó que, hasta ayer, se han producido 1.450 réplicas desde el 16 de abril pasado.
En las últimas horas se han registrado 10 réplicas, la más fuerte de magnitud 3,7, cuyo epicentro se localizó en el mar y a 10 kilómetros de profundidad, frente a la ciudad de Bahía de Caráquez (Manabí), una de las más golpeadas por el sismo, informó el Instituto Geofísico.
Según Alexandra Alvarado, jefa del Área de Sismología del Instituto Geofísico, estas réplicas son normales porque se trata de tasas de liberación de energía postsísmica. Estos sismos -de acuerdo a la experta- se producen principalmente de Manabí hacia el sur, porque fue esta zona la que se fracturó por el contacto entre las placas Continental y Sudamericana.
“Las réplicas seguirán ocurriendo, pero nunca serán mayores que el terremoto principal, porque entonces estaríamos hablando de otro sismo y la posibilidad de que eso ocurra es casi nula”, resaltó.
Según Alvarado, las réplicas se sentirán, especialmente, entre Pedernales y Cabo Pasado. Precisa, además, que una réplica de 5,5 grados sí puede dañar aún más las viviendas que ya fueron golpeadas por el terremoto. “Es factible que las casas más débiles se vengan abajo con las réplicas”. Desde que ocurrió este movimiento telúrico, el equipo de técnicos del Instituto Geofísico emite informes todos los días, uno a las 06:00 y otro a las 18:00. A esta información, disponible en la página web de este organismo, puede acceder la ciudadanía sin restricción.
La Jefa de Sismología añade que es difícil pronosticar cuánto tiempo más durarán las réplicas, pero considera que “estas pueden continuar por meses e incluso años”, como ha ocurrido en otros países afectados también por movimientos telúricos de gran magnitud.
Lo importante -precisa la especialista- es que los sismos son cada vez más pequeños y, en algunas ocasiones, incluso imperceptibles. (I)