Entrevista / Omar Bello / coordinador de la Unidad de Desarrollo Sostenible y Desastres de Cepal
"Un plan de reconstrucción no se hace de forma apurada"
Para planificar las acciones requeridas de rehabilitación y reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto del 16 de abril, el Gobierno contará con una evaluación de impactos desarrollada con el apoyo técnico de las instituciones de las Naciones Unidas.
Omar Bello, coordinador de la Unidad de Desarrollo Sustentable y Desastres de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), adelanta algunos detalles de las labores que se efectuarán.
¿Cuál será su rol en Ecuador?
Vendré como jefe de la misión que lidera la Cepal y que incluye diversas instituciones del Gobierno ecuatoriano y agencias del sistema de las Naciones Unidas. También esperamos contar con la presencia de bancos multilaterales.
¿Qué papel tendrá esa misión?
Evaluaremos el desastre. Esto implica expresar términos monetarios de los daños, las pérdidas y los costos adicionales. Los ‘daños’ se refieren a las afectaciones causadas en términos de acervo. Las ‘pérdidas’ refieren a la afectación en términos de flujo, pues dado que se destruyeron acervos habrá una cantidad de bienes y servicios que no se podrán producir y prestar. Por último, se cuantificarán los ‘costos adicionales’ que se refieren al esfuerzo fiscal y esfuerzo privado para reponer los bienes y servicios que se dejaron de producir.
¿Cuánto tiempo tomará el trabajo?
Realicé una visita previa para contactar a los equipos y organizar la llegada de la misión. Esperamos tener acá al equipo el 1 de mayo. Un trabajo de esta naturaleza implica, según el estándar internacional, entre 5 y 6 semanas.
Después de ese lapso, ¿Ecuador tendrá una cifra exacta?
Ecuador conocerá la mejor cifra posible con toda la información que recabemos, porque el equipo que viene es bastante profesional. Hasta el momento la interacción que mantuvimos con los organismos del Gobierno ecuatoriano muestra su alto profesionalismo. Por tanto confiamos que vamos a tener un buen diagnóstico de lo que pasó. Este diagnóstico se acompañará de políticas y estrategias para superar las consecuencias del evento a mediano plazo.
Para iniciar la evaluación, ¿se identificaron áreas prioritarias?
Al inicio de la evaluación los temas son tratados por igual. Por experiencias internacionales conocemos que, principalmente, las afectaciones de un terremoto suceden en vivienda, educación, salud y vialidad. Esas serán las primeras consideraciones que tendremos pero, obviamente, haremos una evaluación amplia y sin ningún tipo de prejuicio de las zonas afectadas.
¿Qué metodología aplicarán?
Se aplicará la metodología desarrollada por la Cepal y que fue publicada por primera vez en 1991. Aquella primera edición se nutrió de la experiencia institucional obtenida desde 1972 cuando este tipo de ejercicios se comenzó a aplicar. Desde ese entonces, a nivel de la región, la Cepal ha liderado más de 90 evaluaciones de desastres. Su metodología ha sido adoptada por otras instituciones, como el Banco Mundial y, también, ha sido aplicada en Asia y África.
Por tanto es el estándar que se usa a nivel internacional para una evaluación. Creo que es una muestra de credibilidad por parte del Gobierno ecuatoriano la búsqueda de un organismo internacional que realice una evaluación objetiva. Nosotros no tenemos conflictos de intereses con este país y proporcionaremos un criterio objetivo. La sociedad ecuatoriana puede sentirse tranquila de que se hará el mejor trabajo posible.
¿En qué consiste la metodología?
Fundamentalmente es basada en información sectorial. Dividimos la economía en tres sectores: el sector social que abarca la educación, vivienda y salud; el sector de infraestructura que incluye agua potable, saneamiento, vialidad, telecomunicaciones y electricidad; y el sector productivo que comprende el turismo, la agricultura, ganadería, comercio e industria.
Con expertos sectoriales y con los organismos nacionales, entre los cuales se encuentra el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), estableceremos las ‘líneas base’ (que antes había) y estimaremos lo que pasó después. Esto se efectuará con entrevistas a productores, empresarios, representantes gubernamentales y con otros expertos de instituciones multilaterales.
Después de recabar información, ¿cuál será el próximo paso?
Además de hacer una estimación, desarrollaremos medidas y sugerencias para el proceso de recuperación que, en concordancia con el estándar en la región, será de mediano plazo. Por ejemplo, en el caso del terremoto de 2010 en Chile, el Gobierno chileno se planteó un horizonte de reconstrucción de cuatro años.
Hay que tomar en cuenta que estos son eventos que no se pueden resolver en un año. No hay pócimas milagrosas para que los tiempos se reduzcan, porque dado el alto costo de los desastres habría que desembolsar sumas que no están a disposición por las restricciones presupuestarias. Incluso si un país pudiese disponer inmediatamente de dinero, la construcción tendría cuellos de botella que le impedirían reducir los tiempos.
Para hablar de una recuperación integral, un plan de reconstrucción no se hace de forma apurada. Nuestro diagnóstico será un insumo fundamental del que dispondrá el Gobierno para el proceso de recuperación.
¿Existen países que estén preparados financieramente para afrontar un desastre natural?
Este no es fundamentalmente un asunto financiero sino un tema general en el cual pueden existir distintos cuellos de botella en la economía, como la capacidad del sector de la construcción para acometer las obras necesarias. Estos no son procesos que se piensen a corto plazo. De manera inmediata lo que compete es atender la emergencia.
El Gobierno Nacional encargó a la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades) para liderar el diagnóstico y la reconstrucción. En cualquier país la fase de emergencia suele durar hasta cuatro semanas después de que ocurre el evento natural.
El Gobierno Nacional pone todos los esfuerzos en ese tema. Una muestra es la cantidad de horas que el Presidente de la República ha invertido para estar junto a las personas heridas, a aquellas que perdieron a sus seres queridos y a aquellas que esperan encontrar a los desaparecidos.
¿Cómo prepararse para un desastre natural?
Los países pueden hacer inversiones preventivas, por ejemplo, mejorar el sistema de alcantarillado. Pero, si se invierten recursos en alcantarillado se podría dejar de atender otras necesidades. En América Latina, los países están tomando conciencia de que se deben construir obras resilientes a desastres. Esto varía según el nivel de desarrollo. Por ello, en materia de prevención no sería justo comparar a Japón con Ecuador, Perú o Venezuela. (I)