Una joven guayaquileña adaptó parte de su fábrica para acoger a 30 madres con sus hijos
Tras el sismo, la recuperación emocional de los niños tomará más tiempo
Maiza, Lissette y Rubí se columpian con ayuda de una rueda. “Más fuerte, más fuerte”, pide una de ellas al mecerse. No dejan de sonreír. ¿Dónde están sus madres? “Ellas están más abajo, nosotras subimos a jugar”, responde Maiza.
Detrás están los escombros de la escuela Luis Arturo, ubicada en una zona alta de la playa El Matal, en Jama. En la zona que pertenece a Manabí hay centenares de niños y recién nacidos que sobrevivieron al terremoto del sábado 16 de abril y que ahora afrontan necesidades junto a sus padres. En Jama y Canoa, dos de los puntos más devastados, la situación es la misma. Allí los juguetes han sido reemplazados por ramas de árboles y botellas vacías. ¿Cómo recuperar a estos pequeños después de lo que vivieron?
La psicóloga Rosa Elena Cepeda indica que, en estos momentos, todos los menores de edad pasan por un estado de shock emocional, que dura más o menos 15 días. “Los niños están desarrollando la comprensión de lenguaje. Hay que enseñarles a no sentirse mal por lo ocurrido y expresar emociones, como la ira, el dolor, la culpa”.
Carlos Orellana, director técnico del Instituto de Neurociencias de Guayaquil, explica que cuando una persona está en shock puede presentar mutismo, una reacción psicológica patológica ante un evento estresante. “El individuo se queda sin hablar o por el contrario tiene ansiedad. Cada ser tiene su personalidad y reacciona diferente”.
Reconoce que la recuperación en los menores de edad es una tarea muy delicada debido a que son más frágiles y la destrucción psíquica del niño es mayor a la del adulto. Las poblaciones más golpeadas son los niños y los adultos mayores. “Los pequeños quedan con traumas severos, para evitar esto hay que detectar los problemas a tiempo. Trabajar desde el inicio”.
Un voluntario juega con grupo de niños en uno de los albergues instalados por el #TerremotoEcuador pic.twitter.com/Pc74JYp6a1
— El Telégrafo Ecuador (@el_telegrafo) 24 de abril de 2016
Un equipo de psiquiatras del instituto ya fue enviado a las zonas más afectadas en Manabí. Han detectado casos de mutismo en niños. Para abordarlo, dice Orellana, se necesitan juguetes y que puedan comunicar sus emociones. El tratamiento de los niños huérfanos empieza por buscarles un hogar y luego darles terapias. Decenas de voluntarios también han llegado a las zonas afectadas, y se dedican a dar apoyo emocional, igual ocurre con técnicos del MIES, de Unicef e incluso las mascotas entrenadas de la Policía entretienen a los niños.
El termómetro del miedo
La Unicef estimó el sábado pasado que unos 250 mil niños estarían afectados tras el sismo, tanto a nivel material, porque perdieron sus hogares, como emocional. “Necesitamos que los suministros de ayuda lleguen a los niños lo antes posible”, indicó Grant Leaity, representante de la organización en Ecuador.
Por ello, la Unicef ha desplegado una campaña mundial de recaudación de $ 23 millones. Unos $ 14 millones se destinarán para la provisión de agua, saneamiento de los albergues, centros de salud y reconstrucción de escuelas. Lo restante cubrirá las necesidades de protección y salud de los menores de edad.
En medio de los llamados de solidaridad internacional, Fanny Alencastro, psicóloga de Veris, asegura que recuperar la parte afectiva y emocional va a tomar mucho más tiempo que rehabilitar las ciudades destruidas. Por eso surge la necesidad de sesiones especiales, como el termómetro del miedo, técnicas de respiración, de dibujo, la comunicación verbal y la escritura.
También es importante identificar reacciones que han tenido frente al desastre y lograr normalizar su comportamiento. Además, detectar los síntomas intrusivos. “Por ejemplo, cuando se acuestan a dormir y recuerdan el momento en que se está cayendo la casa. Allí es cuando debemos enseñarles cómo manejar esto”. Los psicólogos también analizarán las conductas de miedo o de negación en los niños. “Eso pasa cuando no quieren volver a estar en el lugar donde ocurrió el sismo”.
Para Cepeda, la intervención debe realizarse a través de cuentos, juegos, materiales con plastilina, dibujos de pintar. En los niños que quedaron huérfanos es preferible que pasen el menor tiempo posible institucionalizados. “Las personas que los acojan o los adopten deben conocer sobre estos procesos y deben ser evaluados en cuanto a su personalidad y las motivaciones”.
Según el psicólogo Omar Garay, responsable de la coordinación zonal del Ministerio de Salud, el trabajo con los niños huérfanos es bastante proactivo porque hay más adaptación a las terapias lúdicas. Estas actividades los ayudarán a mejorar su estado, a diferencia del adulto, que tardará más porque debe asimilar las pérdidas. “Con los niños tenemos un buen pronóstico de recuperación”. Alencastro asegura que, sin un buen manejo, los niños desarrollarán estrés, luego ira y resentimiento.
300 metros de solidaridad
Una fábrica de calzado en Guayaquil sirve como albergue para madres con niños que sobrevivieron al terremoto en Pedernales y otras zonas. Se trata de una iniciativa de la joven emprendedora Bertha Serrano, quien durante un mes acogerá a 30 personas. Para ello adaptó 300 metros de su fábrica con el fin de crear un hogar para los afectados.
Explica que su propuesta, a la que se unieron exestudiantes de los colegios San José la Salle y María Auxiliadora, tiene dos etapas. La primera es la readeacuación del lugar y la segunda consiste en capacitar a las madres para que se sientan eficientes y que no vean esto como si recibieran una limosna, sino enseñarles a que se puede salir adelante. Para eso se las capacitará en repostería y manualidades. “La idea es que ellas cuenten con ahorros para cuando regresen y puedan emprender algo en sus tierras”, manifestó Serrano. (I)