"Si escuchamos un crujido, eso significa que hay vida"
12.492 heridos atendidos, 602 muertos, 130 desaparecidos, entre ellos colombianos de los que no se conoce su paradero, 26.091 personas albergadas, 113 rescatadas con vida y más de 4.500 policías desplegados, según datos de la Secretaría de Gestión de Riesgos. Estas son solo cifras frías de la tragedia más grande que Ecuador ha sufrido desde hace 70 años.
El terremoto de 7,8 en la escala de Richter golpeó no solo viviendas sino la vida de miles de personas que vivían en Pedernales, Portoviejo, Manta, Canoa o Jama, por solo nombrar algunos puntos de Manabí. Al margen de las estadísticas proporcionadas por los organismos oficiales, hay historias humanas que simbolizan la fe y la esperanza de los ecuatorianos y extranjeros.
Freddy Arca, capitán de los bomberos de la ciudad de Portovelo, por ejemplo llegó a Pedernales el lunes de madrugada junto a 15 voluntarios. Arribó un día después del sismo más fuerte. “¡Si alguien me escucha que grite o haga ruido!...Si escuchamos un crujido, eso significa que hay vida”, contó el hombre a los medios internacionales mientras trataba de rescatar a una pareja entre lo que quedaba de un hotel.
Hasta Pedernales y Manta llegaron cientos de rescatistas. Seis de ellos eran de Cadena, una ONG especializada de México. Su perro Enzo, un pastor belga, los ayudó. El animal husmeaba entre los escombros, pero siempre regresaba a los alrededores de la abertura cavada por los bomberos.
Además de la ayuda internacional llegaron los mensajes de apoyo. El más reciente fue el del Papa Francisco, quien desde el Vaticano les dio ánimo por segunda ocasión a los familiares, brigadistas y autoridades. “En este idioma que nos une (...) quiero expresar a nuestros hermanos de Ecuador nuestra cercanía y oración en este momento de dolor”, dijo dirigiéndose en español a los fieles que asistían a la audiencia general del miércoles pasado en la Plaza de San Pedro.
Además del Papa, mandatarios de todo el mundo se solidarizaron con Ecuador. Al momento que siguen las réplicas aumentan las vidas recuperadas y aparecen más personas que salieron con tiempo de sus hogares. Hoy cuentan que perdieron casi todo en el aspecto material, pero conservan lo más preciado: a su familia y la vida. (I)