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El Telégrafo
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El terremoto del 16 de abril afectó a unos 30 hogares de la parroquia zapallo donde no se registraron muertos

Las viviendas de madera resistieron mejor el movimiento telúrico en Manabí

La resistencia de la madera como material de construcción quedó demostrada en la parroquia Zapallo.
La resistencia de la madera como material de construcción quedó demostrada en la parroquia Zapallo.
Daniel Molineros / El Telégrafo
25 de abril de 2016 - 00:00 - Javier Tamba

El miedo a los temblores prevalece en Zapallo, parroquia rural del cantón Flavio Alfaro, donde 30 casas resultaron destruidas a causa del terremoto ocurrido en el país la noche del 16 de abril.
Sobre todo luego de las fuertes réplicas del sismo principal que fueron sentidas durante la noche del pasado jueves.

A pesar de ello, la unidad entre familiares y vecinos hizo innecesaria la utilización de los albergues. Orlando Rodríguez, presidente de la Junta Parroquial, precisó que tras evaluar los daños ocasionados por el movimiento telúrico y conocer la cantidad total de damnificados (150 ciudadanos), se autorizó que el coliseo y la casa comunal fueran habilitados como albergues temporales para esas personas.

No obstante, al contar con familiares y allegados en el sector, los perjudicados no requirieron los refugios. “Acá es muy común que los hermanos, los padres y demás parientes vivan en la misma zona. Así que los damnificados están en la casa de alguno de ellos”, detalló la autoridad parroquial.

La vivienda de Ramón Bravo Solórzano, de 39 años, sufrió la caída de 2 paredes de ladrillo y con ellas de los barrotes metálicos y vidrios de las ventanas, la antena del servicio de televisión por cable, etc. Por fortuna, ni él, ni su esposa ni sus 3 hijos resultaron heridos.

Los miembros de esta familia se trasladaron provisionalmente a la casa de un vecino y mientras dure la situación cuidarán las pertenencias que quedan en la vivienda dañada. Suerte distinta fue la que corrió Richard Vera, de 35 años, quien se recupera de varios cortes en la cara luego de recibir el impacto de algunos ladrillos; “gracias a Dios” -expresó- pudo moverse a tiempo y evitar que uno de los 3 muros de su casa le cayera de lleno.

Él forma parte de una familia de 21 personas que habitan en una finca. Hasta que la situación se estabilice y esté en condiciones de arreglar su hogar, se guarecerá junto a su familia cercana en el establo, que recibió varias adecuaciones.

Rodríguez especificó que los campesinos de la zona se dedican, en su mayoría, a la agricultura y la ganadería y levantan sus casas de manera mixta; es decir, con madera y ladrillos. Tras el movimiento telúrico de 7,8 grados, las que menos soportaron fueron las paredes de ladrillo. Mientras que las viviendas que se estructuran íntegramente con madera están prácticamente ilesas.

Siete mil kit de alimentos

A media semana, los damnificados de Flavio Alfaro se quejaban por la poca ayuda que llegaba al cantón; por eso, el viernes anterior celebraron que funcionarios de una multinacional de gaseosas, a cuyo grupo pertenecen también fábricas procesadoras de lácteos y snacks, los hayan visitado para donarles 7.000 kits de alimentos y bebidas.

Kelvin Bolaños, uno de los 5 concejales de Flavio Alfaro, comentó que en los 2 primeros días posteriores al desastre se priorizó la remoción de escombros y la limpieza de vías, ya que las principales carreteras de acceso al lugar estaban colapsadas. En esta tarea trabajaron el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, del Municipio de El Carmen y de las prefecturas de Manabí y Santo Domingo de los Tsáchilas.

Las vituallas comenzaron a llegar el martes 19 y se las recibe en la parte posterior de la iglesia principal. Según Bolaños, el agua no es la principal necesidad, sino la comida; solicitó alimentos no perecibles, incluidos arroz y granos. Un producto que se ha repartido en gran magnitud es el plátano verde, proveniente de la zona y de El Carmen. La multinacional que arribó con ayuda hizo las primeras entregas en el área urbana y en la Unidad de Policía Comunitaria (UPC). (I)

Algunos vecinos emigraron

La electricidad devolvió la calma a Flavio Alfaro

Flavio Alfaro llevaba 4 noches en la oscuridad cuando la electricidad retornó. El miércoles los focos encendieron una esperanza postergada desde el terremoto. La maquinaria de remoción y retiro de escombros había llegado a Flavio Alfaro esa tarde y las casas con mayor deterioro externo ya empezaban a derrumbarse. Otras, que aparentan estar en mejores condiciones, tienen daños ocultos. “Hay casas que tienen guindadas (colgadas) las paredes o están llenas de fisuras. En el 90% (la cifra oficial es del 45%) de Flavio Alfaro hay daños que no se ven; por ejemplo: esa casa parece que está bien, pero por dentro no tiene muros”, dice Ángel Vargas –empleado del hospital San Andrés, que volvió a funcionar el jueves– mientras señala una construcción de 2 plantas, con vidrios oscuros y cubreventanas de color grisáceo por el polvo de los escombros.

El lunes de la semana pasada, la tercera noche de oscuridad del cantón Flavio Alfaro fue levemente interrumpida por un convoy del Ejército y la Policía que llegó con vituallas para la comunidad. “Aquí necesitamos un motor a gasolina para sacar agua de los pozos”, dice Vargas tras su bigote menudo. El miércoles, un par de tanqueros llegó de Santo Domingo de los Tsáchilas, pero eso no logra abastecer a la comunidad.

La cosa se complicó el jueves y viernes pasados, cuando el ansiado líquido llegó, pero proveniente del cielo, lo que terminó de amargar a los flavioalfarenses. Entre tanto, las historias sobre el terremoto se repiten. Los vecinos cuentan que la noche del sismo abundaban las personas con fracturas expuestas, niños que gritaban, campesinos que volvían corriendo a sus hogares.

En esas circunstancias, Luz Marina Andrade quedó atrapada entre dos losas hasta que su esposo y hermanos la rescataron con ayuda de sus vecinos. Un anaquel y una refrigeradora evitaron que muriera aplastada. Su hermana y sobrina sufrieron fracturas y viajaron al hospital de Portoviejo.

Algunos moradores han dejado la población dadas las condiciones que impuso el movimiento telúrico. La noche del jueves, las réplicas más fuertes del sismo mayor volvieron al lugar que ha sido asistido por manos privadas y en donde la remoción de escombros arrancó desde el domingo gracias a la cooperación entre vecinos. “Aquí ya sobrepasamos los 5 muertos”, dice Vargas, quien añade: “La gente cree que el mundo se va a acabar, pero la Biblia dice que Dios es nuestro refugio”. El enfermero y evangelista albergó en su casa a 7 familias, hasta el jueves, cuando 4 emigraron por temor a un nuevo terremoto. (I)

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