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Especial

La caña guadua, un material que puede proteger vidas

La caña guadua, un material que puede proteger vidas
Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
01 de mayo de 2016 - 00:00 - Redacción Actualidad

Cerca de 750.000 personas han perdido la vida en los últimos 20 años o más. Todas han muerto a causa de un terremoto o tsunami, cuando sus casas -construidas de concreto en su gran mayoría- fueron arrasadas o destruidas por la naturaleza.

En el mundo, 3 mil millones de personas viven en zonas sísmicas, como el Cinturón de Fuego del Pacífico, donde se encuentra Ecuador. La concienciación y simulacros en los hogares debe ser una constante, dijo Robert Glasser, jefe de la Oficina de Reducción de Desastres de Naciones Unidas, quien añadió que los terremotos no matan gente, sino que derrumban edificios mal construidos, ya sea porque el material usado es el incorrecto para la zona o porque sus bases no están sólidas.

Los bloques de concreto y ladrillo son los materiales más utilizados en las viviendas de hoy, por ser un sinónimo de prosperidad, pero también son los más vulnerables ante un movimiento telúrico. En contraste, la paja, la madera o la caña surgen como materiales sustentables.

Hoy en Ecuador, luego de un sismo que afectó entre el 60% y 70% del sector inmobiliario de  cantones manabitas y de Muisne (Esmeraldas), se debate la necesidad de construir edificaciones con materiales resistentes a eventos telúricos. Solo para tener una idea de los daños, el 26% de los edificios en Tarqui tiene que ser demolido.

La caña ha sido estigmatizada

El uso de caña guadua tiene muchas ventajas. Según Verónica Rea Lozano, máster en innovación tecnológica de la edificación y docente de la Escuela Superior Politécnica del Ejército (ESPE), la principal es que se trata de una especie endémica en el país y una de las 512 variedades de bambú más resistentes que existen en todo el mundo.

Sus propiedades estructurales no solo superan a las de la mayoría de las maderas, sino que, además, pueden ser comparadas con las del acero y algunas fibras de alta tecnología. Por dichas características, a la caña guadua se la conoce también como ‘acero vegetal’.

Su flexibilidad la hace óptima para soportar movimientos telúricos. En cada nudo de la caña existe un tabique o septo transversal que le da rigidez y elasticidad al mismo tiempo.

La caña guadua también presenta ventajas a nivel medioambiental, ya que las emisiones con este sistema constructivo son casi nulas. Además, su aislamiento térmico hace que sea más ventajosa en las zonas costeras. “Las construcciones de caña guadua en nuestra zona costera son muy básicas y en muchos casos ni siquiera aprovechan las ventajas antisísmicas”, dice Rea.

¿Por qué si la caña es ideal para las construcciones de la Costa no es tan usada?

Según Rea, en Ecuador no saben trabajar con caña guadua. “El país está muy atrasado en el tema. Hay mucho por hacer a todo nivel: desde el arquitecto que proyecta, el ingeniero que calcula y la mano de obra que construye”.

Si se busca bibliografía sobre el material, en su mayoría se encuentran publicaciones de Colombia, México y Perú, pero no de Ecuador. Otro gran problema es la idiosincrasia del ecuatoriano. “Esto nos hace asociar la caña con la pobreza, cuando en realidad se trata de un material muy bello, apreciado en otras latitudes, como Europa y Asia. Si proponemos que la reconstrucción en las zonas afectadas sea con este material, seguro lo verán mal, porque creerán que se quiere algo básico, cuando no es así”.

Un hogar con paneles de bambú

Desde hace un mes, la familia de 6 integrantes de Juan Orellana y Maritza Quinto viven en una casa elaborada con paneles de bambú en la cooperativa 5 de Junio, en Durán. La vivienda no tiene nada que envidiarle a una de cemento, por eso Quinto siente que su casa es una bendición. “No teníamos una casa estable, sino unas paredes y nos cubríamos como podíamos”.

Ellos esperan que su vivienda dure entre 20 y 30 años. La casa está elaborada con paneles de bambú y reemplazan a la losa de cemento. Se trata de una aplicación funcional del bambú descubierta en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil. Esta técnica ya está patentada y existe un laboratorio y un centro de documentación que recoge la iniciativa de Jorge Morán Ubidia.

La familia tenía menos de un mes de habitar su nueva vivienda cuando sucedió el terremoto. “Aquí en la casa se sintió como un temblor fuerte, cuando escuchamos el alboroto, salimos; pero en la casa no pasó nada”, recordó Orellana.

La construcción fue parte de un proyecto universitario que estuvo a cargo del profesor Alejandro González. La Católica implementó un laboratorio para desarrollar los paneles como parte de un concurso de la Senescyt, el cual ganó.

Por el proyecto, que empezó en 2008, el equipo ha recibido  distinciones y hasta el momento cuentan con 9 patentes de elaboración. “Los terremotos traen desagracias, pero la naturaleza también nos da los remedios”, recalcó Morán, precursor de la técnica en el país. Él concuerda con Rea respecto a que uno de los problemas de la aplicación de la caña en la construcción es que es un material estigmatizado. “Dicen que es de pobres”.

Para él, todo está en el diseño y la técnica a la hora de construir. El modelo de un inmueble de lujo es el Centro de Documentación del Bambú de la Católica. Actualmente la universidad tiene un convenio con la Prefectura de Santo Domingo de los Tsáchilas para construir paneles que serán utilizados para levantar una escuela.

Otra limitante del taller de la Católica, ubicado en Durán, es que no hay una producción en masa. Ellos tienen el único lugar en el país en donde se hacen los paneles que son de 2,40 x 1,20.

Cris Lozada es investigadora en el laboratorio de Ecomateriales. Ella detalló que la caña la obtienen de proveedores de diferentes partes del país y la ventaja es que no hay provincia en Ecuador que no tenga bambú.

Los climas idóneos para su producción son los cálidos y lluviosos, como Santo Domingo. El material es también más liviano que el hormigón y por ende no colapsa. “Cuando hay un terremoto las ondas chocan contra los elementos, en este caso contra las construcciones, y por ser muy pesadas se multiplica la energía y el impacto aumenta. Pero si la construcción es liviana, la energía se disipa y no afecta a la vivienda”.

Exportaciones a la vista

Bambú Export se fundó en 2009. Sus principales compradores están en Holanda, que a su vez distribuye en Europa, Estados Unidos, Chile y Perú.

A estos mercados la empresa exporta aproximadamente 30 contenedores al año que incluyen hasta 1.200 unidades de caña. En Ecuador apenas venden el 2% de su producción. “Mis clientes son gente que hace construcciones para grandes empresas. Lastimosamente en Ecuador pocos arquitectos usan este material”, dijo Juan Pablo Manzano, gerente de Bambú Export.

Esta empresa también se encarga del tratamiento de la caña guadua, que dura 20 días.

Manzano explica que el proceso inicia con la introducción de la caña en una piscina (2 m de largo x 3 m de ancho x 1,5 m de alto) que contiene una solución de agua con ácido dórico y bórico.

Ahí permanecen 5 días con el objetivo de que la solución penetre en la fibra y vuelva la caña más resistente. Una vez que termina este ciclo, se ubica en unos tendederos por 15 días para que se escurra el líquido. Cuando está seca y se torna amarilla, la guardan en un galpón para luego cortarla de acuerdo a las especificaciones.

Una pieza de caña de 6 metros de largo por un diámetro de entre 10 y 12 centímetros la venden en el mercado local a $ 9 y a nivel internacional hasta $ 11. La materia prima se adquiere en Quevedo, Santo Domingo y Machala.

Según Manzano, en Ecuador existen cuatro plantas procesadoras. En cuanto a la construcción, el exportador señala que un metro cuadrado de construcción-mampostería, paredes y acabados- con caña guadua puede costar hasta $ 500. (I)

La parroquia Tarqui, el corazón comercial de Manta, tiene decenas de locales destruidos que serán demolidos. Las autoridades iniciaron un plan de reconstrucción
que otorgará créditos blandos a los afectados. Foto: William Orellana / El Telégrafo

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