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El Telégrafo
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Para los equipos de emergencia, el terremoto del 16 de abril puso a prueba todo su conocimiento y formación en rescate

La Asamblea condecoró a los rescatistas

Los rescatistas, que llegaron de todo el país, recibieron un homenaje en la Asamblea Nacional.
Los rescatistas, que llegaron de todo el país, recibieron un homenaje en la Asamblea Nacional.
Foto: Mario Egas / El Telégrafo
06 de mayo de 2016 - 00:00 - Redacción Actualidad

Simón (4 años) no pasa desapercibido en la Asamblea Nacional. Al caminar, moviendo incesantemente su cola, arranca más de una expresión de ternura. Todos quieren acariciarlo y al perro labrador aquello le encanta. Recibe la primera caricia sobre su cabeza y enseguida no duda en echarse al piso, poner sus patas hacia arriba y esperar más mimos. “Es un consentido”, cuenta Miguel Santacruz, cuidador del can.

Simón pertenece al Cuerpo de Bomberos de Ibarra, que junto a Danko y Daykon (perro que falleció luego de rescatar a 7 personas) apoyaron en las labores de rescate y búsqueda de víctimas luego del terremoto del 16 de abril, que afectó las zonas de Manabí y Esmeraldas.

Ayer la Asamblea Nacional entregó el reconocimiento al mérito Vicente Rocafuerte a militares, bomberos, policías, voluntarios nacionales y extranjeros, así como a los representantes del cuerpo diplomático de los países que apoyaron a Ecuador luego de la tragedia que dejó -hasta el momento- 660 personas fallecidas. Ahí estuvieron también los ‘rescatistas de cuatro patas’, entre ellos Simón y Danko, a quienes les sorprendió mirar ayer a tanta gente a su alrededor.

En el Cuerpo de Bomberos de Ibarra, el recuerdo de Daykon -que estuvo 4 años y medio en la institución- sigue presente. Santacruz recuerda que el can era el más inquieto de todos y que siempre  se les escapaba por las rendijas de la estación. “Era un compañero más de la brigada, se siente el espacio vacío, era un compañero ideal”, contó, a la vez que relató que un escultor de San Antonio de Ibarra esculpió al perro junto a su cuidador.

Todavía esa obra no se termina, cuando esté, esperan colocarla en la parte de afuera de la institución. De esta entidad estuvieron 17 rescatistas durante 5 días. Santacruz, quien es bombero de Imbabura, contó que trabajaron en Pedernales. Señaló que en su cabeza conserva el recuerdo de una pareja que encontraron sin vida entre los escombros, cuyos cuerpos permanecieron abrazados.

Jorge Ortega, encargado de la Unidad Canina del Cuerpo de Bomberos de Ibarra, cree que en el terremoto puso a prueba los conocimientos y preparación. “Ayudamos a quienes más lo necesitan”.

La técnica de la llamada y escucha

En las labores de rescate, estos canes no fueron los únicos que apoyaron en la búsqueda. También estuvo Kratos (3 años), que es parte del Cuerpo de Bomberos de Quito. El entrenador David Durango explicó que estuvieron en la parroquia Tarqui y apoyaron en las labores en el centro comercial Felipe Navarrete. Contó que 130 bomberos de la capital rescataron con vida a 8 personas (3 de ellas gracias a Kratos) y recuperaron 92 cadáveres.

Durango señaló que el momento más feliz de las tareas que realizaron en el lugar fue cuando lograron sacar, en medio de las toneladas de escombros, a Segundo Pin, su esposa Vanesa y Viviana. Los rescataron dos días y medio después del terremoto. “Cuando los encontramos, aplaudimos, y les dijimos: Bienvenidos a la vida”.
“Cumplimos nuestra misión que es salvar vidas”, dijo Durango. Por más de una ocasión, el bombero contuvo las lágrimas. Contó que lo más difícil fue observar hogares destruidos, muertos y dolor.

Para rescatar a las personas usaron la técnica de la llamada y escucha, que consiste en hacer el máximo de silencio y gritar, que si alguien les escucha haga algún sonido. Recuerda que Segundo Pin emitió un sonido muy tenue, pero para ellos fue suficiente. Con  mototrozadores, martillos de impacto y taladros rompieron una pared de 50 centímetros y lograron sacarlos. “Nuestra capacitación de tantos años dio frutos, no quisiéramos tener que volver a rescatar a más personas, no porque no estemos preparados, sino por el dolor que aquello ocasiona a las personas”, dijo.

Gabriel Apolinario, policía metropolitano de Quito, también participó en las labores de rescate, junto a Congo (labrador de 2 años y medio). Estuvo en Pedernales, Jama, El Matal y Canoa. En Pedernales rescataron una persona con vida. Dijo que los canes marcan el sitio en donde se encuentran las personas con vida y son los rescatistas quienes las sacan. Manifestó que el entrenamiento de los canes dura un año y medio, en donde trabajan con base al juego.

Ahí les enseñan a marcar territorio con base al ladrido. También -indicó- trabajan con aromas sintéticos de cadáveres, personas tensas, ahogados, para que los perros vayan conociendo ese olor y trabajen en las situaciones de emergencia. Indicó que al encontrar una persona, el perro clava su cabeza en el piso y comienza a ladrar. Más de 60 ladridos es la señal de vida. “Esta fue la primera experiencia y vimos el fruto de nuestro esfuerzo”, dijo.

Jorge Pastuña, de la brigada de Fuerzas Especiales 9 Patria, de Latacunga, estuvo en Pedernales y Portoviejo, junto a su can Estrellita, de raza jack russell terrier. Ellos determinaron que no se encontraban personas vivas para empezar a realizar la remoción de escombros. “Fue muy duro lo que vimos, pero sabemos que cumplimos con nuestro trabajo de ayudar a quienes más necesitaban y eso reconforta”, dijo. (I)

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