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Ecuador, 24 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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“De mi pueblo nadie ni nada me saca” dicen afectados, como Mateo Macías, quienes confían en el Gobierno para la reconstrucción.

En Pedernales 300 militares y 100 civiles se turnan para despachar la ayuda

Militares repartieron kits de ayuda, también cocinetas y tanques de gas, entre los afectados de los sectores rural y urbano del cantón Pedernales, en Manabí.
Militares repartieron kits de ayuda, también cocinetas y tanques de gas, entre los afectados de los sectores rural y urbano del cantón Pedernales, en Manabí.
Foto: Álvaro Pérez/El Telégrafo
30 de abril de 2016 - 00:00 - Luis Almeida

Unos 20 kilómetros antes del ingreso a Pedernales (Manabí), una sábana blanca colgada de una puerta anuncia la llegada al albergue Vera-Robles. Es un predio familiar concebido como complejo deportivo que tras el terremoto del 16 de abril acogió a unos 60 núcleos familiares emparentados cuyas viviendas resultaron destruidas.

Lucrecia Cheme Vera cuenta que fue una de las primeras en llegar luego de ser rescatada por uno de sus hijos, de entre los escombros de lo que fue su cocina. La mujer agradece haber sobrevivido al desastre; solo resultó con golpes. Entre sus allegados murieron 3 personas, incluida una de sus nueras.

Las familias ocupan pequeñas viviendas construidas hace unos años, otros acoplaron espacios temporales con madera y algunos más lo han hecho con carpas.

En los primeros días -narra Lucrecia- cocinaban de manera conjunta para todos los presentes en el albergue, en base de lo que rescataron de sus hogares y de la ayuda que recibieron de personas particulares. Ahora están organizados de otra forma: cierto número de familias cocina para sus miembros.

Cuenta que entre el segundo y el tercer día, luego del movimiento telúrico, la entrega de ayuda se regularizó desde el Estado. Ahora reciben raciones cada 2 o 3 días de manos del personal militar, a lo que se suman las provisiones que llegan a cargo de instituciones privadas y de personas voluntarias.

El coronel Álex Navarrete, segundo oficial al mando del centro de acopio de vituallas y alimentos establecido en Pedernales, señala que actualmente reparten unos 1.200 kits de ayuda a diario en las áreas urbana y rural del cantón.

Según Navarrete, los kits contienen alimentos como arroz, azúcar, fideo, atún y artículos de aseo (papel  higiénico, pasta de dientes, cepillo dental, jabón).

El militar asegura que las raciones que se entregan están calculadas para abastecer a una familia de 5 miembros durante 4 días. Esto permite que la red estatal de distribución de socorro cubra de forma más amplia las necesidades de la población de Pedernales. “Hemos terminado un mapeo de la zona que nos permite saber cuántas raciones debemos dejar en cada punto”, dice Navarrete. Hasta el momento han visitado al menos una vez cada punto del cantón manabita y están por empezar la segunda vuelta.

Unos 300 militares y 100 civiles, entre funcionarios y voluntarios, trabajan actualmente por turnos las 24 horas del día en el centro de acopio, que funciona en la unidad educativa del milenio construida en el balneario manabita.

La repartición de ayuda, en cambio, inicia a las 07:00 y se extiende durante todo el día. Además de los 4 albergues oficiales instalados en el cantón, la red de socorro estatal distribuye las raciones en los albergues improvisados instalados a los costados de las vías de acceso al cantón.

Ese es el caso del grupo familiar Sistizabal-Macías, cuyos 30 integrantes ocupan más de una semana un terreno cercano a una iglesia pentecostal, por temor de que caiga sobre sus miembros alguna de las edificaciones que el terremoto dejó endebles o algún poste de alumbrado eléctrico.

Mateo Macías dice que solo espera información oficial sobre cómo se realizará la reconstrucción de Pedernales. “De mi pueblo nadie, ni nada me saca”, expresa el hombre, a quien la destrucción de su hogar no amilana. Ello, a pesar de que el sismo no solo destruyó su casa, sino también su local de cevichería.

El sentimiento de arraigo se repite en la zona, pues aunque muchos emigraron por la destrucción y la falta de empleo que se vive, hay quienes empezaron las tareas de reconstrucción por su cuenta. Ese es el caso de los Ramírez-Proaño que recibieron en su predio, ubicado en la zona entre Jama y Canoa, a 21 grupos familiares, entre parientes y amigos. Desde ayer, uno de los hermanos empezó la tarea de edificar una vivienda en el área contigua al sitio que sirve de albergue.

Al igual que se lo hace en estos días en la parte norte de la provincia de Manabí, los afectados de esta zona preparan los alimentos en una cocina común. El jueves pasado, además de las raciones y kits de ayuda, los damnificados recibieron cocinetas y tanques de gas. El primer paso del grupo encargado de la entrega fue consolidar la información sobre el número de albergados en los puntos. En cada sitio se refugian más de 20 personas por lo general, por lo que se dejaron 3 equipos de cocción (cocineta y tanque de gas) en promedio e igual número de kits de ayuda. (I)

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Informe técnico determinó los daños

El 70% de la infraestructura será demolida

Maquinaria del Cuerpo de Ingenieros del Ejército comenzó la demolición de edificios y viviendas del cantón Pedernales, que resultaron afectados por el terremoto del pasado 16 de abril.

El Cuerpo de Ingenieros del Ejército indicó que las evaluaciones técnicas concluyeron que el 70% de la infraestructura debe ser demolido, proceso que poco a poco se inicia en Pedernales, donde algunos edificios también serán demolidos.

Esta actividad se inició con todas las medidas de seguridad para evitar que afecte a los habitantes.

El personal técnico del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, autoridades locales y técnicos extranjeros, recomendaron demoler estas edificaciones porque muestran graves daños en sus fachadas, áreas interiores y su estabilidad física está comprometida.

A través de un comunicado de prensa se indicó que los primeros informes técnicos permitieron calificar como una catástrofe que provocó la destrucción de la infraestructura pública, lo que obliga a una intervención inmediata para restablecer los servicios de salud, educación, policiales, judiciales y municipales, en las zonas más afectadas de las provincias de Manabí y Esmeraldas.

El trabajo de los ingenieros militares y su equipo de evaluadores consiste en realizar  inspecciones de las edificaciones,  consolidar la información, coordinar y planificar cada una de las actividades que serán parte de la fase de demolición. (I)

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El objetivo es obtener ingresos

El reciclaje de materiales es una alternativa

Buscan ‘alambres de luz’, pedazos de hierro, restos de plástico y más elementos que puedan ser reciclados. Son el último eslabón de una cadena que inicia en la destruida parte urbana de Pedernales, la ciudad manabita asolada por el terremoto de 7.8 grados de la escala Richter ocurrido hace 15 días.

Una buena parte proviene de la Sierra y de otros sectores del Litoral, pero vive al menos una década en el balneario costero y se dedica a la recolección de desechos reutilizables.

Otros, en cambio, son habitantes de la zona que tenían otras actividades, pero que por la situación generada por el sismo han buscado en el ‘minado’ de basura una oportunidad para obtener ingresos.

Está Claudia, por ejemplo, una maestra parvularia cuyo lugar de trabajo se destruyó y ahora busca cobre entre los restos de los hoteles, viviendas, unidades educativas, restaurantes y más edificaciones, que van llegando al kilómetro 2 de la vía Pedernales-Cojimíes, que se utiliza en estos días como escombrera.

Según los recicladores, anteriormente se utilizaba un espacio en la vía a Jama, pero este “ya se repletó”.

Son una veintena de personas que llegan desde las 07:00 al lugar y esperan el arribo de las volquetas del Gobierno Nacional, de los gobiernos locales y de las  instituciones privadas que acarrean los materiales.

Los vehículos pesados llegan en intervalos de 5 minutos aproximadamente y arrojan los desechos al filo de una pendiente, en cuyo fondo se forma una montaña de concreto, mampostería, varillas retorcidas y restos de las pertenencias que hasta antes de las 18:58 del 16 de abril pasado formaron parte de las vidas de los habitantes de Pedernales.

Cada vez que se produce una descarga, en medio de los elementos de construcción quedan a la vista colchones, pedazos de sillas plásticas, retazos de espaldares de camas, mochilas escolares infantiles, restos de ropa destruida, incluso uno que otro libro.

En el momento que uno de los volquetes se retira, las personas se acercan apresuradamente al cúmulo de escombros, en busca de objetos para reciclarlos. Se organizan de manera espontánea y evitan la disputa o estorbarse unos a otros, aunque busquen los mismos elementos.

Los más precavidos emplean mascarillas y guantes para realizar el trabajo. La mayoría, sin embargo, labora con las manos y la cara sin protección, sin preocuparse de lo que respira, aunque extrema el cuidado para evitar tomar algo que pudiera tener vidrios. (I)

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