Los cuencanos no ven al tranvía como la solución a la movilidad
Uno de los mayores problemas que arrastra Cuenca hace 10 años es la movilidad. El tranvía que funcionará comercialmente desde mayo, no constituye la solución definitiva al problema, según expertos y ciudadanos consultados.
La circulación ciudadana es el punto débil de las administraciones, y para la que termina no ha sido la excepción. Son más de 95 mil vehículos matriculados en el último año en la capital azuaya y más de 115 mil carros que circulan por la ciudad diariamente. El excedente llega de distintas partes de la provincia, indican los datos de la Empresa de Movilidad de esta ciudad.
El ciclista Jaime López considera que las ciclovías no son, por ahora, una alternativa para que el conductor deje el vehículo en casa y descongestione la urbe.
Tampoco el tranvía será una solución al conflicto vehicular, señala el catedrático Carlos Rojas, quien opina que “se necesita mayor énfasis en este sentido para que Cuenca no se congestione más de lo que ya está”. Recalca que la solución tampoco es “aumentar tres buses o cambiar sus rutas, sino mostrar los ejes maestros de la ciudad en este sentido”.
A finales del año anterior, el Concejo Cantonal de Cuenca aprobó la reforma al presupuesto municipal, que pasó de los $ 244’000.000 a $ 266’000.000.
El principal rubro de este total está destinado al pago del crédito para las obras del tranvía.
Dentro de este presupuesto no se consideran los $ 29 millones por concepto de la venta del predio del cuartel Cayambe, cuyo monto también está destinado para los pagos del tranvía.
Del presupuesto anual, además, se retiró el rubro de cerca de $ 350.000 que antes se destinaba a fiestas, pero se incluyó un monto de $ 300.000 para publicidad. El alcalde Marcelo Cabrera señaló, en su momento, que debía priorizarse el tranvía.
En este sentido, el exdecano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Cuenca, Fernando Pauta, sostiene que la discusión general se ha centrado, en los últimos tiempos, en el tranvía pero considera que “aún hay incertidumbre en cuanto a la tarifa e integración con las demás líneas de transporte”.
Pauta pone como ejemplo el caso de la línea buses número 100, que une la parroquia Baños con Ricaurte, dos sectores extensos, que hace un recorrido paralelo a la línea del tranvía.
El académico recuerda también que las autoridades municipales se han olvidado del sector rural, donde más de 100 mil personas aún no tienen buena movilización.
“Hay un transporte rural muy precario, en el que inclusive opera el sistema informal”, recalca.
El conductor Marco Chérrez se queja no solo de lo complicado que es manejar en la zona rural, sino lo difícil que es cruzar la ciudad en horas pico. “Los agentes no son suficientes para controlar el desorden”, lamenta Chérrez, quien trataba de llegar al Centro Histórico, desde el sector del Vado.
Obras pendientes
El catedrático Carlos Rojas considera también que las administraciones municipales se han olvidado del futuro de la ciudad. “Es importante considerar cómo se va a planificar la nueva ciudad, ya que la actual tiene más de 400 mil habitantes”.
Rojas considera que otro de los temas que debe ser incluido en la planificación y los presupuestos de las próximas administraciones es el botadero de basura, que en dos años cumple su vida útil. El actual recibe 450 toneladas diarias de desechos en el sector de la parroquia El Valle y funciona ahí desde 2011.
Otras de las preocupaciones de los cuencanos son la terminal terrestre y un nuevo aeropuerto. “Llegar a la terminal de Cuenca en la noche da miedo. Es un lugar peligroso, porque en las afueras hay prostitución”, reprocha la ciudadana Raquel Galarza.
La mujer considera que los hostales que están alrededor de la terminal de buses no ofrecen ningún tipo de seguridad.
En cuanto a la terminal aérea, los ciudadanos piden a las autoridades que soliciten mayores frecuencias con Quito y Guayaquil, y que Cuenca no vuelva a quedar incomunicada, como ocurrió el año anterior por su cierre.
El académico Fernando Pauta pide que se visibilice también otro problema del Centro Histórico.
“Este espacio de la ciudad tiene un abandono paulatino de su población”. Él cree ya no hay barrios en el Centro Histórico como pasaba en la década de los 50 y hasta los noventa. Afirma que hay casas con dos pisos completos, sin ningún tipo de actividad humana y en deterioro.
Los mercados de la ciudad es otro de los temas que los ciudadanos consideran abandonado. “El mercado 27 de Febrero tiene que ser más atractivo para los comerciantes y las amas de casa”, comenta Carmen Rodas. Pese a que este sitio de abastos debía ser intervenido con una inversión de $ 2’029.500, la obra fue postergada. (I)