Los doctores amputaron la pierna derecha de este quiteño
A Santiago el recuerdo de su madre le dio fuerzas entre los escombros
Una luz especial brilla en sus ojos, mientras sus labios sonríen con espontaneidad. En su habitación hospitalaria, del cuarto piso, un enorme panda de peluche congrega el cariño que sus familiares y amigos sienten por el quiteño Santiago Navarrete. Él es uno de los sobrevivientes del terremoto que estremeció las provincias de Manabí y Esmeraldas el 16 de abril pasado.
El joven de 27 años recuerda que viajó hasta la parroquia de Canoa porque hace 18 meses no visitaba la playa. Quería hacerlo antes de iniciar en su nuevo empleo en una concesionaria de autos.
Estuvo todo el día entre la arena y el sol reinante en esa localidad manabita. Solo pasadas las 18:00 abandonó la playa para irse al hotel de 5 pisos. Él ocupaba una de las habitaciones del segundo piso y se alistaba para tomar una ducha.
“Estaba sentado en la cama cuando comenzó a moverse todo. No tuve tiempo para nada. Apenas pude dar un paso con mi pie izquierdo y todo lo demás se vino encima hasta la puerta de entrada, quedé totalmente atrapado”, recordó Santiago, quien ayer recibió el alta del hospital Metropolitano de Quito, centronorte de la ciudad.
El joven solo tenía descubierto parte del lado izquierdo de su rostro para poder respirar y gritar. “Pasaron tres personas y me dijeron que no podían ayudarme, escarbaron, logré sacar la mano y me dieron un poco de agua; pero me decían que se sentían impotentes por no poder socorrerme. Luego llegaron unos rescatistas que para mí son ángeles, se comprometieron de tal forma y trabajaron toda la noche para liberar primero mi cabeza y luego se dieron cuenta de que mi pierna estaba aplastada por la columna, por lo que debieron romper la pared del otro lado para sacarme por completo”.
Santiago evoca con emoción la incesante voz de aliento que escuchaba, aunque algo distante de uno de los rescatistas, ‘Jorge’, quien le repetía: “Santiago, Dios te ama. Yo te voy a sacar, tranquilo”.
Fueron más de 12 horas las que el quiteño permaneció atrapado entre los escombros, pero siempre estuvo consciente, tanto que describe de forma minuciosa el espacio en el que se encontraba. “El hueco desde donde salí era un trecho bastante largo hasta el exterior, no sé cómo hicieron. Es un milagro realmente estar hoy con vida”.
Aunque por momentos pensó que no resistiría, solo recordar a su madre le dio las fuerzas para mantener el latido del corazón. “Tengo que respirar, porque si dejo de hacerlo, me muero, y mi madre no lo va a poder resistir”.
Enseguida le llevaron al hospital público de Bahía de Caráquez. Ahí le hicieron algunas curaciones y por la gravedad de su estado lo trasladaron en ambulancia aérea hasta el hospital universitario de Guayaquil. A la par su madre hacía llamadas telefónicas incesantes para conocer el estado de su hijo. Ella no sabía hasta antes del terremoto que Santiago se encontraba en la playa.
“Nunca imaginé la magnitud del sismo, pero desde el primer minuto intenté comunicarme con Santiago; lastimosamente me tuve que ir a acostar sin encontrar respuesta (...). Pasada la medianoche escuché su voz y eso me tranquilizó, pero algo me decía que no todo estaba bien”, manifestó la señora.
Su desesperación era tal que se comunicó con toda su familia, pero aun con ese apoyo no había forma de llegar hasta su hijo. “Me angustiaba porque volví a hablar con Santiago y me dijo: ‘Mami, estoy bien, pero necesito que vengas’”.
Ella recuerda que recién pudo ver a su hijo el lunes 18 de abril, pasadas las 16:00. Ese día dialogó con los médicos, que le informaron la necesidad de amputar la pierna derecha de su hijo. “Yo les pregunté si no había otra alternativa y me respondieron: ‘Es la pierna o la vida de su hijo’. No había nada más que pensar”.
Los galenos en esa institución procedieron con la cirugía y todo salió bien; pero eso no dejó tranquilo a Santiago, sentía la necesidad de regresar a su ciudad natal y sobre todo estar cerca de su novia Nataly.
Con ayuda gubernamental logró ser trasladado hasta Quito, donde llegó con un cuadro médico de anemia y algo de sepsis en la herida, por lo que fue sometido inmediatamente a una limpieza quirúrgica en la que también se dio un terminado más estético y amoldable a la prótesis que en adelante usará.
“Estoy muy agradecido con todos mis familiares y amigos. No pensé que me quisieran tanto, incluso debieron pedir turnos para poder visitarme. También agradezco a las autoridades por la ayuda recibida”.
Su nueva vida
Tras superar esta etapa, lo único que hoy piensa Santiago es continuar con su vida, sonreír y seguir adelante. “Siempre he sido un luchador y ahora no será la excepción. Le meteré mucho ñeque”.
Su inmediato anhelo es iniciar el quinto semestre en la carrera de Tecnología Automotriz en el Instituto Técnico Ecuatoriano. A la par espera que la concesionaria, que ya le había aceptado para laborar desde el 18 de abril, mantenga esa plaza disponible.
La próxima semana tendrá su primer chequeo poshospitalario y comenzará con la rehabilitación. Una fundación china le ofreció donarle la prótesis. “Espero que todo marche bien con mi salud y consiga trabajo pronto porque soy el que sustenta a mi familia”. (I)