El precio oficial del pan popular se mantiene en 10 centavos de dólar, pese al incremento de la harina y la manteca, principales productos que sirven para elaborar el alimento.

Según los panaderos de la ciudad de Guayaquil, la saca de harina subió de $37 a $42 y la pipa de manteca de 50 kilos  de $76 a $86.

Esta situación preocupa a los tenderos ya que sus ganancias se reducen debido a que el costo de producción aumenta por el alza de la materia prima, aunque señalan que no subirán el precio del producto porque los ciudadanos no pagarían más de 10 centavos.

“Desde hace dos semanas se viene especulando con el precio de la harina; llegó a costar hasta $45, hoy (ayer) nos la vendieron en $42, es decir, $5 más que a principio de este mes”, dijo José Cevallos, propietario de la panadería “Dayana”, ubicada en la ciudadela Ferroviaria, centro de Guayaquil.

Cevallos señaló que pese al incremento no va a subir el precio del alimento ni tampoco se reducirá el tamaño del mismo, ya que su clientela lo rechazaría.

Enfatizó que no solo la harina subió de precio sino también la pipa de 50 kilos de manteca que desde hace dos meses pasó de costar $ 76 a $ 86.

El artesano pidió la intervención de las autoridades para que se incentivara la siembra de maíz en el país y con ello dejar de importar el producto.

De su parte, Jaime Paredes, dueño de la panadería “Junior”, ubicada en las calles Portete y Los Ríos, indicó que es complicado subir el precio del pan popular, ya que la gente no lo aceptará o, por último, dejaría de adquirir la cantidad que antes llevaba, lo cual sería perjudicial para su negocio.

Informó que con una saca de harina de 100 libras él llega a elaborar hasta 1.200 panes populares. De su parte, el ministro de Agricultura, Javier Ponce, dijo que el problema del precio de la harina en sus raíces es una situación que escapa a su control, por cuanto los países productores, en especial del norte, tuvieron una baja en la producción del trigo y, por ende, un incremento internacional.

Ponce reiteró que se establecerá una política de control de manera que no se utilice esta situación para efectos de especulación.