Las empresas buscan un papel más solidario
Álex Maiza cumplió el sueño de su vida al ir a un partido de basquetbol de la NBA entre los equipos Miami Heat y Chicago Bulls. A sus 18 años fue la primera vez que subía a un avión y salía del país. Ni el cáncer de tiroides, ni los tumores malignos que invaden sus pulmones impidieron que disfrute de ese momento.
“Me olvidé de mi enfermedad y tengo más recuerdos felices”, confiesa el ambateño. Él fue parte de la iniciativa de la aerolínea American Airlines (AA), que cada año une sus esfuerzos con la Fundación Cecilia Rivadeneira, para llevar a 10 niños y jóvenes ecuatorianos que padecen enfermedades terminales a Estados Unidos.
Esto es parte de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) que tienen las empresas privadas. El próximo 5 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Beneficencia, que fue creado por la Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU). Ese organismo internacional señala la importancia de que las compañías realicen más labores cívicas.
Esa RSE está alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU que se orientan a reducir la pobreza, tener educación de calidad, trabajo decente, salud y bienestar, producción y consumo responsables, igualdad de género, cuidado del planeta, entre otros.
En Ecuador, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos en el 2016, existían 843.745 empresas. Si bien no hay un estudio de cuántas de ellas tienen programas de RSE, algunas ya cuentan con acciones puntuales y otras con planes alineados a sus negocios.
Para cumplir con la RSE, la aerolínea American Airlines apoya los esfuerzos sociales de la Fundación Cecilia Rivadeneira. Edwin Rincón, gerente comercial de AA, dice: “La fundación nos presenta los casos y escogemos los que más nos conmueven”.
Otro ejemplo es el de la Corporación Favorita. Desde 2013, ha apoyado a más de 10.500 emprendedores, como parte de la “Alianza para el Emprendimiento y la Innovación”. Esto es parte del programa “Re-Emprende” para apalancar a pequeños empresarios, afectados por el terremoto del 2016.
Evangelina Gómez, directora del Consorcio Ecuatoriano de Responsabilidad Social (Ceres), explica que esa red nació tras un análisis de la RSE en Ecuador. “Hace 13 años las empresas del país hacían solo acción social. Algunas tenían sus propias fundaciones para dar donaciones en Navidad o ayudas puntuales a escuelas por ejemplo, pero que carecían de enfoque estratégico”, añade Gómez.
Otra empresa que cumple con la Responsabilidad Social Empresarial es Pintulac, que promueve iniciativas para mejorar las zonas en situación de vulnerabilidad. Tras el sismo del 2016, la firma donó 50 casas en las provincias de Esmeraldas y Manabí, que sufrieron los daños del terremoto.
¿Qué ganan las compañías al tener un plan de RSE? Según la Consultoría para el levantamiento de información sobre la RSE en el Ecuador, realizado en 2012 por la Agencia Española para la Cooperación Internacional, Ceres y la Fundación Codespa, las empresas no solo son reconocidas por su ayuda social.
También generan alianzas estratégicas con el Estado y otras sociedades, confianza de proveedores, mayor eficiencia de recursos, gestión de riesgos y fomentan sentido de pertenencia en sus colaboradores.
Otro ejemplo es Bayer, industria global de investigación enfocada en la salud y el agro, tiene varios planes de RSE que incluyen bienestar y educación. Uno de ellos es “Agrovida”, con el cual capacitó en 2017 a 6.491 agricultores sobre el uso adecuado de los productos para la protección de los cultivos.
También la Corporación del Grupo Fybeca tiene entre sus estrategias de RSE al proyecto “Vidas con Propósito”, para sensibilizar a las 1.300 niñas y adolescentes que estudian en la Unidad Educativa Santa Luisa de Marillac, en Guayaquil y a sus padres y docentes sobre violencia sexual, abuso y maltrato.
Lupe Garay, rectora de la institución, dice que gracias a las capacitaciones el número de embarazos adolescentes en esa unidad educativa, en las jóvenes de tercero de bachillerato, pasó de seis, a cero en un año. “Las estudiantes aprenden a valerse por ellas mismas y se fomenta que tengan un emprendimiento y generen empleo”, sostiene.
Rina Marcillo, de 20 años, es una de las 100 personas beneficiarias del programa de apoyo al desarrollo educativo de la Unión Andina de Cementos (Unacem). Ella pertenece a la comunidad indígena de Quichinche, en Imbabura y lleva tres semestres como becaria de Antropología en la Universidad San Francisco de Quito.
El programa tiene becas académicas de educación básica, secundaria y superior. Unacem cubre el 100% de las colegiaturas y firmó un acuerdo con el Programa de Diversidad Étnica de la universidad para continuar con el plan a largo plazo.
La Fabril, que fue creada en 1935, es otra compañía privada que tiene Responsabilidad Social Empresarial. Esa institución está dedicada a la fabricación de grasas, aceites y de productos de aseo y cuidado personal. Tiene planes para el cuidado ambiental, protección de los colaboradores y apoyo a las comunidades aledañas.
Santiago Palacios, de La Fabril, señala que las compañías ecuatorianas ya están fortaleciendo el uso responsable de sus recursos para llegar a ser sostenibles. “Esta conciencia es también entender que somos parte de una comunidad y que debemos aportar a su crecimiento”.
Si bien las empresas en Ecuador están encaminadas hacia la RSE, enfocada en la comunidad, aún falta darle más importancia.
Eso explica Carlos Zaldumbide, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Quito. La mayoría de empresas pequeñas, medianas y grandes deben poner más énfasis en la RSE para crecer como negocios.
“Los clientes internacionales ponen altísimos estándares sobre este tema para poder exportar. Ya no solo es importante la calidad, sino la parte social empresarial con relación a temas laborales, ética, transparencia”, argumenta.
En esas exigencias están precisamente la lucha contra la corrupción y el cumplimiento con los derechos laborales de los trabajadores: salarios adecuados y comercio justo en el encadenamiento productivo, agrega. (I)