“Para abrir otros mercados es más efectivo cumplir normas de calidad”
Poner en marcha un marco regulatorio que impida el ingreso de artículos extranjeros de baja calidad y nocivos para la salud es la hoja de ruta para ir hacia la sustitución estratégica de importaciones, un plan que el Gobierno implementa desde 2013. Para el subsecretario general de Planificación para el Buen Vivir de Senplades, Andrés Aráuz, eso reactivará la producción local y hará que la empresas sean más competitivas, facilitando ingreso a mercados exigentes sin depender de las preferencias arancelarias con ningún país.
La sustitución de importaciones es una política estatal vigente, ¿cuál es el plan para este año?
La estructura económica del país a partir de la dolarización fue más propensa a importar. Según un estudio, por cada punto de crecimiento del Ecuador la propensión a importar es mayor a 1 y la de exportar es menor a 1. Es decir, mientras más crezca la economía el déficit comercial seguirá creciendo y, si no lo revertimos, es una amenaza a la sostenibilidad del modelo económico. Las principales importaciones son de combustibles y para sustituirlas se construye la Refinería del Pacífico, para producir nuestros propios combustibles. Recordemos que el país vivió un proceso de desindustrialización de 25 años y ahora hay la oportunidad de reconstruir el sector con la sustitución estratégica de importaciones.
¿En qué sectores?
Hablamos de metalmecánica, inclusive bienes de capital, plásticos y cauchos. Hay capacidad industrial en el país para carnes y alimentos frescos y procesados, materiales para la construcción en acabados y cerámica, bienes de consumo, como vajillas, juguetes, cosméticos, una serie de productos que el país sí tiene capacidad previa instalada, pero que lamentablemente está ociosa.
¿Cómo reactivar la producción?
Allí entra la agenda regulatoria con mucha fuerza. Antes se decía que la mejor política industrial era que no exista una, que el mercado se encargaría de resolver las especializaciones y las aptitudes productivas. Eso hizo que el Estado se abstraiga de intervenir en la economía y, evidentemente, para el empresario privado que legítimamente busca maximizar su rentabilidad, opta por el negocio de menor riesgo y se niega a fabricar los productos en el país. Por eso a los actores económicos con capital les hemos dicho: el mercado ecuatoriano es muy pequeño y para hacerlo más grande vamos a erradicar la pobreza y a elevar el consumo promedio de los ecuatorianos, así el tamaño del mercado será más interesante para el empresario.
¿El sector empresarial quiere mejorar su capacidad productiva?
Quien desee invertir no debe correr demasiado riesgo, es decir, que mañana venga una producción extremadamente barata y de mala calidad -del Asia, por ejemplo- y le deje fuera del mercado. El empresariado ecuatoriano está dispuesto a mejorar la calidad de su producto, siempre y cuando los competidores también lo hagan. Estamos marcando la cancha con reglas igualitarias para que el empresario nacional haga inversiones de riesgo para aumentar la producción y mejorar la calidad. Entonces, la agenda regulatoria es un marco de protección inteligente que aplica requisitos de desempeño mediante metas de producción, de valor agregado, de sustitución de importaciones que generen proveedores locales, de transferencia y capacitación tecnológica, así como metas de cumplimiento de ética empresarial (pago puntual de tributos, etc.). Estamos en contra del ‘boboaperturismo’ y de un ‘boboproteccionismo’. Así el Estado se compromete a brindar seguridad jurídica en el sector externo y el empresariado se compromete con metas de producción, de sustitución de importaciones y de desarrollo productivo.
¿Las normas INEN son la base?
Las normas INEN y los reglamentos técnicos ecuatorianos tienen dos objetivos: proteger a los consumidores, porque no podemos permitir que entren al país juguetes con partes desprendibles que los niños pueden tragarse por un tema de calidad, seguridad y salud de nuestra población, pero también es una señal clara al productor nacional de que al país ya no entrará basura a competir. Claro que el productor local tendrá presiones competitivas, pero serán productos de alta calidad que generalmente tienen un precio mayor de importación, que no es el objetivo directo, pero da la posibilidad al productor local de ser más competitivo.
Mañana iniciará en Bruselas la negociación de un acuerdo comercial con la Unión Europea, ¿cuál es la expectativa?
Partamos de un escenario: la negociación inició en 2005 con el bloque andino, que luego parcializó a la Comunidad Andina (CAN) entre los países que ahora son la Alianza del Pacífico y los que están vinculados al ALBA. Entonces, la UE decidió avanzar más rápido con los países que ya habían firmado tratados de libre comercio (TLC) con Estados Unidos y que, básicamente, no tenían nada que perder. En cambio, Ecuador no tiene un TLC con ningún país del mundo y, por tanto, tiene mucho que perder en una negociación de carácter aperturista.
La primera vez que se frenó la negociación fue entre 2008 y 2009 porque la UE nos puso obstáculos arancelarios al principal producto de exportación ecuatoriano que era el banano, a pesar de que la Organización Mundial del Comercio le dio la razón a Ecuador varias veces y durante 10 años. Entonces, Ecuador decidió soberanamente no seguir negociando hasta que la UE cumpla las normas de la OMC, y cuando se firmó el acuerdo para que el banano acceda con una tarifa arancelaria en vez de cuota, llegó el balde de agua fría a semanas seguidas cuando la UE firmó un arancel preferencial con países centroamericanos y Colombia. Ahora que se retoman las negociaciones, el presidente Correa marca clarísimo la cancha sobre nuestros principales riesgos con la UE y define los campos de propiedad intelectual, compras públicas y servicios financieros, particularmente en lo referente a la salida de divisas y nuestra capacidad de establecer protecciones en el marco de la salvaguardia cambiaria o balanza de pagos, dada nuestra condición rígida de la dolarización.
El tema de propiedad intelectual preocupa a varios sectores.
En propiedad intelectual, el Presidente ha sido claro porque Ecuador está apostando a una sociedad del conocimiento, en donde buscamos un paraíso del conocimiento, algo totalmente opuesto a un paraíso de protección de los derechos de propiedad intelectual como son los países de la UE. Nosotros consideramos que el conocimiento debe ser abierto, colaborativo, cooperativo y tener los incentivos adecuados para que florezca una sociedad del conocimiento; mientras que la UE considera al conocimiento como un privilegio, un bien privatizable que debe ser utilizado para la maximización de ganancias del capital. El Impuesto a la Salida de Divisas (ISD) es otro tema clave para Ecuador por su modelo económico dolarizado. Nos interesa tratar de mantener los dólares en el país, y si se nos exige desbaratar ese impuesto, no solo que violaría la soberanía tributaria ecuatoriana, sino que vulneraría macroeconómicamente al país. Evidentemente ese es un punto no negociable con los países de la UE.
¿Hay sectores vulnerables dentro de esta negociación?
Claro,hay muchos sectores vulnerables, sobre todo los que tienen mayor capacidad industrial e incorporación de conocimientos, por ejemplo, la industria farmacéutica, porque estaríamos obligados a cumplir las normas de propiedad intelectual de los europeos, que son mucho más estrictas que la doméstica y la capacidad de producción de genéricos se vería disminuida. Tal como está el acuerdo de la UE con el Perú -que es nuestro parámetro de comparación mientras no se cierre el acuerdo con Ecuador-, toda la compra de medicinas que hace el Estado ecuatoriano tendría que hacerse con procesos licitatorios abiertos donde se considere al europeo igual que al nacional; mientras que ahora el Estado tiene la potestad de hacer convenios con Cuba, Bielorrusia, India, Brasil y nuestros propios fabricantes nacionales, como Enfarma, y del sector privado.
En Europa los Estados compran las medicinas y la producción de lácteos, por ejemplo, es subsidiada.
Ecuador es proveedor de alimentos primarios, así que es imposible que entremos a inundar el mercado europeo con bienes de alta tecnología, como medicamentos. También es un caso delicado el de los lácteos y confiamos en que la negociación lo considere, pero siempre hay vulnerabilidad. Justamente la negociación debe precautelar esos riesgos.
¿Ecuador pierde sin acuerdo?
Es relativo. Tenemos que evaluar la experiencia global. Buena parte de Sudamérica no tiene un acuerdo comercial ni con Estados Unidos ni con Europa. Se habló mucho de que Ecuador perdía si no se subía al tren del TLC con Estados Unidos y más bien, gracias a que no firmó, hemos emprendido una política de desarrollo endógeno apuntando hacia la integración regional. Hay que evaluar. Evidentemente habría algunos costos por la política arancelaria europea, pero eso no quita que podamos preservar márgenes de soberanía de política pública. Es un tema de costo–beneficio, pero es claro que, para abrir nuevos mercados y diversificar las exportaciones, es más efectivo cumplir con las normas técnicas de calidad de esos países que la reducción arancelaria.