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Pago mínimo perjudica a los clientes que alargan sus deudas con tarjetas

Pago mínimo perjudica a los clientes que alargan sus deudas con tarjetas
14 de junio de 2012 - 00:00

En  Ecuador, como en otros países, el sector bancario tiene una práctica común: cobrar a los clientes el pago mínimo de sus consumos con tarjetas de crédito. El requerimiento es asumido con aparente normalidad entre los consumidores, pues pocos comprenden la diferencia entre cancelar mensualmente el valor total de sus compras vs. los pagos mínimos.

Éste último corresponde a un porcentaje de la deuda mensual acumulada y genera intereses, por lo que algunos usuarios, incluso, solo pagan los intereses sobre el saldo pendiente. El problema se origina cuando el consumidor no es consciente de ello y, a largo plazo, puede hasta triplicar su deuda. Lo mismo ocurre con los adelantos en efectivo en cualquier cajero automático, pues aquello también representa el cobro de un interés y una comisión porque equivale a un préstamo.

Luego de hacer una evaluación del sobreendudamiento de los ecuatorianos, el Gobierno invitó a la ciudadanía a hacer un “uso prudente de las tarjetas de crédito”, según Pedro Delgado, presidente del Banco Central del Ecuador (BCE).

Por ello, la Superintendencia de Bancos y Seguros (SBS) prepara una norma para la “racionalización de la demanda de créditos” a fin de que la ciudadanía sepa hasta dónde endeudarse.

El funcionario mencionó que lo importante es transparentar el mecanismo del pago mínimo, es decir, informar a sus clientes el “refinanciamiento y el interés a pagar” porque así la deuda se alarga y encarece. Esa práctica fue constatada por El Telégrafo mediante consultas a los call center de algunos bancos locales emisores de tarjetas de crédito y que  han emprendido una campaña para fomentar su uso.

A Raúl Soria, colaborador del Banco Pichincha, una clienta (quien pidió la reserva) le consultó ¿por qué el monto de su deuda no se reducía si sus cuotas eran debitadas puntualmente de su cuenta. “El perfil de su tarjeta marca como forma de pagos mínimos, eso significa que paga más interés, porque todos sus consumos no son pagos del 100% sino solo de un porcentaje del consumo corriente, y eso le va a generar automáticamente un interés de financiamiento”, le explicó.

Además, señaló que mientras la usuaria mantenga la tarjeta Visa Práctica Banco Pichincha o cualquier otra tarjeta nacional o internacional, los pagos serán siempre mínimos, porque es así como trabaja el banco con estos documentos.

Y para explicar de forma más didáctica el método de cobro, el funcionario indicó: “En marzo sus consumos o pagos mínimos fueron de 39,26 dólares y pagó 15,06; en abril el pago mínimo fue  de 71,67 dólares y pagó 48,49; en mayo su deuda fue de 74,76 dólares y pagó 23,96; y en junio debía pagar 101,07 dólares, pero canceló $ 51,90”.

Para la usuaria fue desconcertante que los débitos no se hayan hecho ni siquiera sobre el pago mínimo, pues el banco resolvió cobrar montos menores y “automáticamente el sistema refinancia la  deuda” sin la previa solicitud del cliente. Incluso el asesor informó que en su historial crediticio ni siquiera constaban los débitos, por lo que “se asume que usted acudió a alguna ventanilla e hizo la transacción”.

Lo mismo ocurría con la tarjeta Mastercard Gold Produmillas, de Produbanco. La asesora comercial Cristina Paredes informó a la clienta que si no pagaba  puntualmente, le debitarían de su cuenta el pago mínimo del mes anterior. No obstante, al solicitar un reporte del último pago, le informaron que el  monto mínimo era 30,15 dólares, pero solo le descontaron 20 dólares más intereses.

Paredes indicó que el interés anual de la tarjeta es 15,19% y lo “recomendable”, para no generar interés por los   consumos mensuales, es pagar los totales de cada corte.

Aquello no se aplica en la práctica. En un recorrido por varias casas comerciales y almacenes, son innumerables los letreros y anuncios de descuentos que promueven el uso de tarjetas de crédito, mucho más si se trata de aquellas  emitidas por las propias cadenas comerciales, pues ofrecen “beneficios” adicionales.

En un almacén de trajes para caballeros, Henry Arias comentó que hace lo posible por no usarlas “porque uno sale de control en sus compras y pasa siempre endeudado”.

Tamara Rodríguez, vendedora de Almacenes Caltex, indicó que las compras en  efectivo tienen un descuento  del 10%, pero si lo hacen con cualquier tarjeta de crédito, el costo es el marcado en la prenda y se puede pagar hasta en tres meses sin interés y si se difiere a 6 o 9 meses habrá un costo adicional, “pero no conozco el interés que le cobran”.

En almacenes Tekogar, según el vendedor Jorge Ortiz, son pocos los clientes que compran con tarjetas de crédito, por lo que optaron por conceder crédito directo. Y en caso de que el cliente caiga en mora en sus cuotas mensuales, se le cobra un interés adicional, informó.

En almacenes Japón, una de las colaboradoras ofrecía “combos” de línea blanca y electrodomésticos  para pago con  tarjeta, sin intereses si la compra se difería hasta 12 meses, cuando la tarjeta perteneciera a bancos de la Sierra, y hasta 15 meses si era del Banco de Guayaquil.

La comerciante en ningún momento explicó a cuánto ascendería la deuda en ese período y tampoco se hizo referencia a los pagos mínimos mensuales. Frente a esa carencia de información, el analista económico Roberto Villacreses asegura que el mejor consejo es “utilizar las tarjetas como una extensión de la cuenta corriente del usuario”, es decir, acostumbrarse a cancelar todas  las compras corrientes a fin de mes y solo financiar con crédito los bienes de larga duración, equivalentes al período en que se cubrirá la deuda.

A pesar de las alertas frente a un posible sobreendeudamiento de los ecuatorianos, la banca no deja de ofrecer tarjetas de crédito. La semana pasada, por ejemplo, el Banco General Rumiñahui emprendió una campaña asegurando que “al adquirir esta tarjeta, aumentaba su capacidad crediticia”. Ruth Cisneros, asesora del banco, aseguró que no había costo para el cliente.

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