Los pequeños negocios abren sus puertas, pero los clientes no llegan
Son las 09:00 del miércoles 18 de marzo. Himelda Ortiz abre su tienda de abastos y saca su pequeño parlante en el barrio de Madrigal, al suroriente de Quito. “Libre como el sol cuando amanece yo soy libre, como el mar”, se escucha mientras ella coloca las rejas del negocio para que nadie pueda ingresar.
Esa es la medida que tomó frente a la emergencia por el coronavirus. “Me dijeron que no debo acercarme a las personas”, dice la mujer que habla para este diario a tres metros de distancia.
Para Ortiz, el cerrar su negocio significa dejar sin alimento a su familia: su esposo y una niña de tres años. Aunque dijo que las ventas no bajaron, sí le asusta quedarse sin mercadería. “Ya casi no tengo productos como papas en funda o dulces”, explicó.
Mientras tanto, en un puesto de vegetales, Roberto Almeida llega con su camioneta llena de verduras. Su esposa no atiende a nadie que no lleve mascarilla. “Ya nos quedamos sin productos desde el lunes. Sacamos un salvoconducto y con eso nos movilizamos. Compramos $ 400 en alimentos”, añade.
Al nororiente de Quito, en la calle Simón Bolívar, en Guayllabamba, los únicos locales que abren sus puertas son panaderías, tiendas de víveres y farmacias.
Normalmente esta es una zona altamente comercial. Ya no están los turistas que normalmente buscan lugares para estacionar su vehículo para entrar a los restaurantes de comida típica, ni las vendedoras de chirimoyas o aguacates en las veredas o los trabajadores de las plantaciones caminando con sus botas.
Los pocos comerciantes que atienden durante estos días coinciden en algo: las ventas bajaron en alrededor del 70%. Esporádicamente entran algunos clientes, mientras que los proveedores no están llegando.
Elsa Santillán, propietaria de la panadería Espiguita, abre su local a las 06:00 hasta que empieza el toque de queda (21:00).
Actualmente prepara menos panes, pero aun así no logra vender muchos. En un día común obtiene $ 400. Hoy consigue máximo $ 280.
Los pocos distribuidores que llegan a la panadería, como los de leche, ya no dejan productos con crédito, sino que solicitan el pago inmediato y lo adeudado. “Tengo que coger menos porque como no hay clientes no alcanzo a pagar”, comenta Santillán.
Lo mismo sucede en Albapú minimarket. Ahí ya no se encuentra arroz, ni azúcar.
Rosario Chiquimba, empleada, cuenta que el lunes los moradores se lo llevaron todo. Tiene algunos productos de primera necesidad y alimentos como pollo, leche, queso y huevos, esto porque los distribuidores viven en los alrededores.
Christian Wahli, presidente de la Asociación de Fabricantes de Alimentos y Bebidas, criticó que exista confusión sobre las medidas. “Se habla de productos de primera necesidad que son los que tienen salvoconducto, pero no sabemos qué tipo de productos son”, anunció.
Adelantó que mantienen reuniones con las autoridades para solucionar estas interrogantes y mantener activa la cadena de abastecimiento.
Subir los precios de los productos después de la emergencia no es una opción para los comerciantes. Creen que el único modo de superar las pérdidas que genera el coronavirus es seguir trabajando como siempre. (I)
Productos serranos llegan con trabas a Daule
Un gran número de tiendas y de abastos en Daule (Guayas) están cerrados. Los habitantes indican que los productos de la Sierra no llegan con normalidad, y, si lo hacen, tienen altos costos. Durante la mañana de este miércoles, las personas circulaban en moto, bicicleta o vehículos en el centro de la urbe en busca de víveres. Pocos de ellos utilizan mascarillas y gel antibacterial, pero los vendedores sí lo hacen.
Flor María Paucal, comerciante, intentó abastecerse de productos para su tienda desde el fin de semana. Sin embargo, explica que en el Mercado de Mayoristas de Montebello de Guayaquil “no están llegando los productos; lo que se encuentra son sobras y precios altos”. Agregó que los productos procesados y lácteos sí llegan de forma regular.
El lunes llegaron a Daule varios camiones con legumbres, pero con precios elevados. Los comerciantes trataron de adaptar el precio, pero tuvieron problemas con las autoridades de control. Tres locales fueron clausurados, indicó el jefe Político de Daule, Jorge Briones, quien junto con la comisaría de Policía y comisaría municipal realizan controles.
En la cabecera cantonal solo atienden los locales de comida con servicio a domicilio, tiendas, supermercados, farmacias y agencias bancarias.
Briones informó que los agricultores cuentan con el apoyo del Ministerio de Agricultura para que continúen sus labores en las tierras, especialmente los arroceros, con los respectivos mecanismos de protección.
En Daule, el Ministerio de Salud registró siete casos de infectados de coronavirus hasta el 18 de marzo. Al sur de esta ciudad, en Petrillo (cantón Nobol), algunos residentes aún no toman medidas de precaución para salir de sus casas. Adquieren en las tiendas pocos productos e incluso bienes no emergentes.
Al propietario de Comercial Lucero, Nelson Castro, le preocupa la situación, pues están ubicados en medio de Daule y Guayaquil y pronto podrían llegar casos a esta comuna, si no se toman medidas sanitarias.
Pide a la ciudadanía que salgan de sus casas solamente cuando sea necesario.
A este negocio han llegado los productos con normalidad; solo el queso y los huevos registran un alza de precios. La cubeta de 30 unidades que costaba $ 2,60 ahora llega a $ 3,15 y se vende a $ 3,50, dijo Castro. (I)
Comerciantes minoristas no tienen ingresos
Solo en Quito se registran 7.200 comerciantes minoristas regularizados; otros 15.000 trabajan en centros comerciales del ahorro y más de 20.000 en los mercados de la urbe. A escala nacional son alrededor de cuatro millones de ecuatorianos los que se dedican a esta actividad económica y que debido a la emergencia sanitaria no generan recursos económicos.
La situación es preocupante para estos trabajadores que subsisten con sus ganancias diarias que en promedio bordean los $ 7 y $ 12.
“Viven del día, no tienen ahorros, ni seguridad social”, acota Carlos Castellano, coordinador general de la Confederación Unitaria de Comerciantes Minoristas y Trabajadores Autónomos del Ecuador (Cucomitae). A él mismo le tomó por sorpresa la suspensión de actividades en la capital y tuvo que cerrar su local de reparación de celulares ubicado en La Marín, en el centro de Quito.
Ahora trata de racionalizar los alimentos que alcanzó a comprar para los cinco miembros de su familia. Cuenta que en otras familias poco a poco se acaban los productos de primera necesidad. Además empiezan a correr sus deudas, pagos de arriendo y servicios básicos. Castellanos solicita a los bancos y cooperativas más claridad en sus opciones de refinanciamiento y que consideren créditos preferenciales para este segmento de la economía.
Adicionalmente, piden a las autoridades que entreguen canastas alimenticias durante los días de la emergencia, ya que los vendedores no pueden trabajar y viven en barrios marginales. (I)