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El Telégrafo
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Miles de mujeres dejan la pobreza aprendiendo oficios y microempresa

Miles de mujeres dejan la pobreza aprendiendo oficios y microempresa
25 de mayo de 2012 - 00:00

María González de Quisphe es una de las microempresarias de Flor de Bastión que sin ayuda de su cónyuge, quien reciente la abandonó, sale adelante con sus 5 hijos y otro por venir. Ella logró superar la extrema miseria gracias a la preparación en manejo de microempresa familiar que recibió de la organización Manuela Sáenz.

La estrategia que aprendió fue la de cómo invertir su dinero en una pequeña tienda y cómo reunir los requisitos para obtener préstamos a través del Bono de Desarrollo Humano y emprender está actividad productiva.

“No volveré a pasar hambre”

“Ya ha pasado un año y medio... el dinero que recibo de mi pequeña tienda me ayuda a no volver a pasar hambre con mis hijos. Sé que no me haré rica, pero tengo la capacidad de manejar ordenadamente mi tienda, hasta para pagar lo necesario para que mis hijos estudien”, señala con una amable sonrisa, María de Quisphe, mientras nerviosamente agarra su vestido.

Ella, el pasado sábado acudió junto a cerca de 300 madres de familia a la “Casa del Tigre”, como denominan a la sede de la fundación Manuela Sáenz, por estar ubicada en la hacienda del mismo nombre, que ahora es el bloque 16 de Flor de Bastión (noroeste de Guayaquil). En el sitio lo primero que reciben son las charlas de autoestima, como preparación para que puedan ser microempresarias.

“Tengo recelo”, dice Clarita Pezo, de 36 años, quien escuchó de una amiga los beneficios que obtienen luego de la asistencia integral que da  la organización. Clarita logró ese día el convencimiento de que debía salir adelante con esfuerzo y que la situación que enfrenta actualmente no es un obstáculo sino mas bien un trampolín que le puede permitir superarse. “Lo que me enseñaron es a poner amor en todo lo que hacemos”, explica.

Guadalupe Cedeño, presidenta de la organización Manuela Sáenz, aclara que toda la ayuda que realizan la  hacen desde hace 25 años y totalmente gratuita. Aquí solo queremos, de forma altruista, generar progreso y bienestar a miles de familias. Y fe de ello dan las 15 mil mujeres que han sido capacitadas, quienes hacen un efecto multiplicador cuando, “como líderes de barrio transmiten lo que hacemos y más personas vienen”.

“Es claro que les enseñamos oficios productivos como confección de zapatillas, enfermería, coser sábanas y ropa, leche de soya y manejo de microempresa familiar, artesanías, etc.; pero, ante todo, cada una de ellas recibe  charlas de motivación, porque vienen con una autoestima muy baja”, anota.

Guadalupe Salazar, directora-coordinadora, recuerda que le ha tocado casos muy extremos que le llegan hasta  en lo personal. “Cuando llego a mi casa no he logrado dormir por recordar la vida que tienen... Son unos casos indescriptibles, pero lo bueno es saber que ayudamos a salir de ese escollo y ahora son emprendedoras de éxito”.

Rocío Cevallos es una de las emprendedoras que logró salir adelante con la confección de zapatillas. La idea de hacerlas fue complicada. Al inicio solo era para dárselas a mis hijos o venderlas a un familiar. Sin embargo, gustó mucho y decidió comercializarlas a los moradores de Flor de Bastión. Ella se convirtió en una próspera artesana que no se alejó de la organización Manuela Sáenz, sino que sirve de ejemplo para las otras mujeres en cómo salir adelante con solo “hacer todo con mucho amor y pasión”, precisa.

En el sitio no solo proporcionan capacitación a las emprendedoras, sino que hay la asesoría y canalización para préstamos que permite ejecutar el Bono de Desarrollo. “Anteriormente lográbamos canalizar el préstamo 555 del Banco de Fomento, con mucho éxito, porque hay que tener un capital mínimo para emprender oportunidades de negocios, dijo Salazar.

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