Luis Sánchez halló como fuente de vida hacer un buen “café del campo”
La reportería y animación de programas radiales son actividades que Luis Alberto Sánchez (44 años) archivó en las páginas de su vida. Ahora escribe otra historia en como emprendedor, una experiencia que lo tiene fascinado.
Su producto es Café del Campo. Más allá de contar con una nueva fuente de ingresos, se interesó por rescatar, a través del café, una parte de la identidad manabita.
“El café representa mucho para la gente del sector rural”, destaca el emprendedor de la parroquia Cascol, una comunidad de Paján, mientras explica sobre el producto a su clienta Gema Loor, en una feria dentro del centro comercial de Manta.
Desde niño, Luis solía ver todos los sembríos de café de su abuelo y conforme pasaban los años también miraba a su padre, dedicado a cultivar este arbusto. Reconoce que en aquella época nunca pensó en darle valor agregado a lo que ellos cosechaban.
En 2010 arrancó el negocio, produciendo únicamente los fines de semana hasta que se abrió camino y logró convertir a la elaboración del café en su actividad principal.
Personas como el mantense Juan Carlos Chávez aseguran que el Café del Campo es muy sabroso.
Al inicio, el emprendedor compraba el café a diferentes productores, lo pilaba, lo tostaba, lo enfundaba y salía a vender en establecimientos de Manta y Portoviejo.
El 30 de noviembre de 2010 es la fecha en que vendió su primera funda y desde entonces confió en que era el negocio propio que buscaba.
Empezó a vender tres fundas por semana. Actualmente son 200 -de 200 y 400 gramos, en $ 3,50 y $ 7, en su orden.
Su producción se distribuye en 35 tiendas. Desde 2015 cuenta con registro sanitario y se presenta es una funda térmica o aluminizada.
“Hemos crecido; llegamos a Manta, Portoviejo, Chone, varias ciudades de la Sierra y a Guayaquil, en donde tenermos cuatro puntos de distribución”, comenta Luis, al tiempo de reconocer el esfuerzo de quienes integran su equipo de trabajo.
Con este negocio ha generado siete plazas de trabajo, quienes intervienen desde la compra del café hasta la comercialización.
Su propuesta se basa en el café típico criollo, conocido también como “de los abuelos”, aseguran los clientes. En lo que respecta al cultivo, tiene más experiencia su padre -también llamado Luis-, quien produce en 6 hectáreas y media.
El resto del café lo compra a los vecinos de la zona de Cascol. El proceso se inicia con la cosecha, luego viene el secado del café, que se puede hacer de dos formas: se lo expulpa y seca o es secado con cáscara, lo que se conoce como bola seca o café natural.
Luego de que ha sido expulpado o pilado, se limpia, se tuesta, se muele y, finalmente, se enfunda.
Para Luis, las ferias son sus aliadas a la hora de hacer negocios. Una de las últimas a las que acudió fue la Feria Internacional Raíces, en Guayaquil.
En esos eventos promociona el producto y da a conocer los beneficios de un producto natural porque no hay “nada mejor que tomarse un café expreso o tinto sin azúcar”. (I)