El crecimiento de un país tiene una relación directa con la tasa de desempleo. Así lo destacó ‘Perspectivas sociales del empleo en el mundo. 2016’, un informe publicado ayer por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).   

El documento resalta la probabilidad de que la desaceleración económica mundial experimentada en 2015 tenga un efecto retardado en los mercados de trabajo en este año. La entidad enfatiza que en las economías emergentes habrá un aumento en los niveles de desempleo.

La estimación para este año es que el desempleo mundial crezca en 2,3 millones y 1,1 millones de personas más en 2017. En este grupo están varios países de América Latina.

Se prevé que en los próximos 2 años la economía mundial solo crecerá alrededor de un 3%, una cifra considerablemente menor de lo que crecía antes de la crisis mundial, lo que  refleja en gran parte el empeoramiento de las perspectivas del mercado laboral en las economías emergentes dependientes de las exportaciones de materias primas en Asia, América Latina, África y en particular en la región árabe.

En aquellos países, la persistente disminución de los precios de los productos primarios hasta los niveles más bajos registrados en las últimas décadas -como ha sucedido con el petróleo o el cobre- ha contribuido a un deterioro de la balanza comercial y, a través de esta, de los equilibrios macroeconómicos.

En 2015, el desempleo alcanzó 197,1 millones de personas –cerca de un millón más que el año anterior-, y 27 millones de personas más que en los años anteriores a la crisis, destaca el documento.

Las economías avanzadas, un grupo en el cual se encuentran Estados Unidos y varios países europeos, sufrirán un impacto menor. Se prevé que en aquellas, si bien el desempleo podría regresar a los niveles existentes con anterioridad a la crisis global, el subempleo se mantendrá o crecerá.

Las mujeres y los jóvenes constituyen los grupos que resentirán más el impacto del incremento del desempleo. También aumentará su ‘vulnerabilidad en el empleo’, otro indicador importante para monitorear la situación de los segmentos del mercado laboral que suelen ser menos favorecidos en circunstancias de contracción económica.

El informe de la OIT señala que, a nivel mundial, la vulnerabilidad laboral se mantendrá en cerca del 46%. Sin embargo, en las economías emergentes, aquella podría afectar incluso a 25 millones de trabajadores en los próximos 3 años.

Ante este escenario, la OIT señala que son fundamentales unas medidas políticas dirigidas a aumentar la cantidad y calidad del empleo, así como a luchar contra la desigualdad de ingresos.

Una de las tareas pendientes es la reducción de la pobreza que, como efecto colateral de la crisis, está estancándose. En los países en desarrollo, la falta de oportunidades de trabajo productivo, junto con la ausencia de una protección social adecuada, llevan a grandes segmentos de la población a empleos mal pagados, a menudo por cuenta propia, intensificándose así el riesgo de permanecer o caer en la pobreza.

El informe estima que, en 2015, 327 millones de personas empleadas estuvieron en condiciones de extrema pobreza y 967 millones en pobreza moderada o casi moderada. Se torna poco probable que esta situación mejore rápidamente, especialmente en los países con alto crecimiento demográfico.

En el mundo, más de 2 mil millones de personas en edad de trabajar no participan del mercado laboral. Conforme a las estimaciones de la OIT, la tasa de participación se  estabilizará en 62,8% de la población en edad de trabajar, pero se avizora un descenso en el futuro. (I)