Juana Dender era una de las personas para quienes los impuestos constituían un tema incomprensible. No sabía qué eran, para qué servían, ni cuándo se los pagaba y las facturas eran papeles sin utilidad. Por ello, cuando escuchaba en medios de comunicación sobre temas tributarios los sentía ajenos a su realidad.

A sus 32 años decidió retomar sus estudios para obtener su bachillerato y fue en este entorno que pudo vincularse al programa ‘Participación Estudiantil’ del Servicio de Rentas Internas (SRI).

Dender estudia en el colegio nocturno Velasco Ibarra, de Portoviejo. Con las capacitaciones, adicionales a su formación académica, aprendió sobre impuestos, facturas y contribuyentes. Pero lo más importante es que ahora conoce cuál es la finalidad de recaudar impuestos. “Gracias a los impuestos que el SRI recauda, mis hermanos y yo recibimos atención médica gratuita en los hospitales y subcentros de salud; y educación en los centros públicos, donde nos brindan conocimientos para alcanzar un título profesional”.

La mujer, que comparte el proceso con nueve compañeros, ha visitado también locales comerciales para constatar que emitan los comprobantes de venta. Ella cuenta a sus vecinos y a su familia que “de esos impuestos depende el bienestar de muchos ecuatorianos que buscan un mejor porvenir”. Juana es parte de un grupo de personas que se apoya entre sí para concluir sus estudios. Trabajan en la mañana y estudian en la noche. “El Gobierno ya hace su parte, ahora me toca a mí cumplir la mía para sacar adelante a mis tres hijos”, manifiesta.

El programa estudiantil es apoyado por el Ministerio de Educación y está dirigido a estudiantes de primero y segundo de bachillerato. En el año lectivo 2015-2016, en el curso de cultura tributaria participan 175 colegios, del régimen Costa y Sierra, y asisten a las capacitaciones 11.813 estudiantes en el país.

Jahaira Cevallos, capacitadora del programa en Manabí, señala que este trabajo ha logrado “desarrollar la cultura tributaria en miles de jóvenes y niños. Así formamos una nueva generación que conoce su responsabilidad cívico tributaria, ciudadanos que desean alcanzar una mejor calidad de vida”.

Mejorar su vida es, precisamente, lo que quiere Juana. Por eso, ella participó en el concurso ‘Carta al evasor’ y contó su historia.  

“Pertenezco a una familia de bajos recursos económicos. Mi padre trabaja en albañilería y mi madre como empleada doméstica. Sin lugar a dudas, mis padres se esfuerzan día a día para darnos lo mejor. Somos cuatro hermanos y el mayor ya ingresó a la universidad, que la solventa vendiendo refrescos en la esquina del mercado; mis hermanos menores están en la escuela y yo en el colegio.

Hace tiempo desconocía la importancia del pago de impuestos, tal vez el desconocer no me permitía ver lo mucho que esto representa para el futuro de mi familia y de nuestro país. Hoy ya lo sé, por eso me permito pedirle a usted, señor evasor, que sea parte fundamental del futuro de nuestro país.

Y esto lo conseguirá pagando sus impuestos al día, pensando que usted es un instrumento de cambio y que de usted depende el bienestar de muchas familias como la mía”. (I)