Al problema se suman dificultades coyunturales y tendencias estructurales
Japón no supera el bajo crecimiento y las frecuentes recesiones desde los 90
En las últimas semanas, Japón hizo noticia por la decisión de sus autoridades económicas de mantener ‘tasas de interés negativas’. Entre otras cosas, en términos inmediatos y directos, aquella política poco convencional implica que “los depositantes pagan dinero para ahorrar su dinero”, según explicó sintéticamente, en una reciente entrevista concedida al New York Times, Haruhiko Kuroda (foto), gobernador del Banco de Japón.
Mediante aquella política -que tiene precedentes en las tasas negativas implementadas por el Banco Central Europeo en 2014 y que fue anticipada por Kuroda durante el Foro Económico Mundial realizado a principios de 2016- Japón intenta superar una situación de muy bajo crecimiento y recesiones continuas que su economía experimenta desde los años noventa.
En “Causas y remedios para la larga duración de la recesión de Japón”, un estudio publicado por el Instituto del Banco Asiático de Desarrollo en 2015, se sostiene que, además de las vicisitudes generadas por el desempeño coyuntural de la economía mundial, aquel país está atrapado en problemas estructurales cuya expresión visible es la liquidez financiera.
A pesar de la disponibilidad de muchos recursos, “los bancos japoneses carecen de la voluntad para prestar dinero a emprendimientos que recién empiezan y a las pequeñas y medianas empresas”.
Esta situación paradójica -una abundancia de capitales que no se transforma en mayor crédito- está relacionada con factores como: el envejecimiento de la población que no logra amainar debido a la debilidad de las políticas para el cuidado infantil y la protección social; las dificultades que la cultura tradicional impone a las mujeres en cuanto a participar en actividades económicas y financieras y la migración de las operaciones de las grandes empresas japonesas hacia otros países asiáticos. (I)