Imbabura fortalecerá el cultivo de la cebada
Después de tres décadas de olvido, Ecuador aspira a recuperar la producción de cebada, un cereal que forma parte de la gastronomía tradicional y de gran potencial económico para la elaboración de cerveza, que ya ha cambiado la vida de los agricultores.
El objetivo es generar cultivos de óptima calidad en Ecuador y extender la superficie de siembra de las 150 hectáreas actuales a 1.000 hectáreas en tres años.
Así lo explicaron los responsables del proyecto en un encuentro realizado en Ibarra, que reunió a unos 10 expertos de Ecuador, Argentina y Chile, con decenas de productores de las localidades de Cotacachi, Otavalo y Urcuquí.
La cebada se trata del quinto cereal más importante del mundo y se desarrolla en países con inviernos fríos, como Canadá, Argentina, Chile y Europa, sin embargo Ecuador no se quiere quedar atrás.
Gracias a sus terrenos de gran altura en los Andes, Ecuador ha hecho una apuesta a largo plazo para formar parte del mapa de productores de cebada de calidad en la región.
En el país muchas generaciones han crecido consumiendo sopa de cebada y máchica (cebada tostada), pero en la década del 80 su producción fue en declive, porque el agricultor sembraba la semilla y prácticamente no hacía nada hasta la cosecha. El descuido de los campos resultaba en un grano de baja calidad, según los expertos.
El Gobierno Provincial de Imbabura, junto con el Ministerio de Agricultura y la empresa privada, busca ahora rescatar la producción por medio de un programa de fomento de cebada mejorada, en el que participan cerca de 250 agricultores.
“Hay que convencernos de que el desafío es posible”, decía a los agricultores Mario Cattáneo, ex gerente de Maltería Pampa de Argentina, país que cuenta con una superficie de siembra superior a las 700.000 hectáreas.
Según el experto, “Ecuador tiene posibilidades porque hace cebada y hay experiencias propias de quienes la han producido”.
Tras su primera cosecha este mes en un terreno de más de cinco hectáreas, Delia Iles es una de las convencidas. “Quiero seguir solo en la cebada”, enfatiza Delia, quien combina su actividad con la ganadería.
Gracias a la mejora del proceso, ella ha vendido el grano a 22 dólares por quintal, frente a los 5 dólares que conseguía antes de incorporarse al programa interinstitucional.
Lo mismo siente Luis Espinoza, quien dejó su empleo en una empresa en la Amazonía para trabajar las cinco hectáreas que había heredado de sus padres en Otavalo y que estaban abandonadas. Desde hace tres años allí cultiva cebada y ha involucrado a 30 miembros de su familia en el negocio.
María del Carmen Burneo, presidenta de la empresa Seproyco (Servicios, Proyectos y Consultoría), quien colabora en el programa, cree que la combinación de la tradición ancestral de amor a la tierra y la tecnología pueden generar “interesantes desarrollos e investigaciones a futuro”.
Ricardo Bornet, especialista chileno en el tratamiento del grano tras la cosecha, asegura que los suelos ecuatorianos son prometedores pues “no son tan ácidos como en Chile, y la cebada es sensible a los suelos ácidos, por lo que hay que hacer un trabajo previo para dejarlo en condición para que funcione la cebada”. EFE