“Son pocos los campos en los que Francia no está presente”. Esa fue una de las conclusiones a las que llegó el embajador de Francia en Ecuador, François Gauthier, quien fue consultado hace unas semanas sobre las relaciones bilaterales en el área económica y las oportunidades que generaría un acuerdo comercial con la Unión Europea.  

¿Cómo evalúa las relaciones económicas entre Francia y América Latina?
El Gobierno francés ha renovado su interés por América Latina. Los vínculos culturales y económicos hacen que exista una historia compartida. Son países hermanos y, desde la llegada del presidente François Hollande, nuestra política exterior se ha caracterizado por un acercamiento más fuerte.

¿Cómo han evolucionado las inversiones francesas en Ecuador?
El volumen de comercio entre ambos países es de aproximadamente € 300 millones ($ 409 millones). Aún no está a la altura de nuestras ambiciones, por eso queremos reforzar vínculos. Soy optimista en el hecho de que las cifras de 2014 serán mejores. Las empresas francesas se interesan cada vez más en este país y un ejemplo concreto es el proyecto de Tranvía de Cuenca, que representa la inversión francesa más importante desde hace varios años y que cuenta con la ayuda del Estado francés a través de un préstamo bancario preferencial.

¿En qué otras áreas están colaborando con Ecuador?
La industria agroalimentaria es otro sector con gran potencial y está recibiendo importantes inversiones francesas tras la alianza estratégica entre República del Cacao y un grupo empresarial francés (Valrhona). Un elemento que dará una nueva dimensión a la relación franco-ecuatoriana es la llegada de la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD). No se trata de una agencia de cooperación tipo Usaid (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional). La AFD es un gran banco francés presente en varios países latinoamericanos.

¿Cómo está la cooperación en el ámbito educativo?
Las prioridades compartidas son la ciencia, la educación y el intercambio de tecnología. (Durante la visita del presidente Rafael Correa a Francia en 2013) se firmaron cerca de 10 acuerdos y el eje principal fue conocer cómo Francia puede acompañar al Ecuador en su política de desarrollo universitario y de generación de conocimiento. El desafío y mi plan de trabajo es poner en marcha esos acuerdos.

¿Cuánto se ha avanzado en la ejecución de esos convenios?
Hubo, por ejemplo, varios acuerdos en el tema de justicia, con un programa de formación entre la Escuela de la Magistratura de Bordeaux y la nueva escuela de formación de magistrados del Consejo de la Judicatura. Se trata de una iniciativa ambiciosa que se desarrollará en los próximos años. En el ámbito universitario, varias misiones de escuelas francesas han venido al Ecuador; por ejemplo, la Escuela Nacional Politécnica de Toulouse y la Escuela Nacional Superior de Artes y Oficios. También queremos aumentar el número de estudiantes ecuatorianos en Francia; ahora hay 300, pero queremos superar los 600. Francia es el cuarto país en el mundo que acoge a más estudiantes latinoamericanos.

En temas de política exterior, ¿cómo observa las negociaciones comerciales entre Ecuador y la Unión Europea?
Ecuador es totalmente capaz de defender sus intereses, sabe lo que quiere y tiene una línea clara. Creo que se conseguirá el equilibrio. Esos acuerdos pertenecen a la competencia comunitaria (de la Unión Europea), pero obviamente los seguimos de cerca. Estamos abiertos a la firma de este acuerdo, que traerá solo beneficios, que reforzará la relación natural entre Ecuador y Europa. Con la terminación del Sistema de Preferencias Generalizadas a finales del año, y la concreción de los próximos acuerdos, existe un plazo vago. Hay que avanzar rápido.

¿Cuál es el panorama actual de la Unión Europea y cuáles son los desafíos para los próximos años?
Como dijo el presidente François Hollande, hay que dar a Europa una nueva agenda que incluye una renovación de las instituciones de la Unión Europea. No hay que ceder el paso al catastrofismo. Europa vivió muchas crisis y cada vez supo encontrar la energía y la voluntad para superarlas. Debemos  ser optimistas, quedamos como la primera potencia económica mundial, el continente con menor tasa de desigualdad y pobreza, y somos la región que se adaptó más fácilmente a la globalización.